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Por un acuerdo nacional para corregir el rumbo

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VIDEO (14m): https://youtu.be/pHZW8OmMXgg


Muchas gracias, doctor Bruce Mac Master y también mis agradecimientos a la ANDI.

¿Dónde estamos?

Hace 30 años, cuando el Banco Mundial determinó la apertura de la economía, hubo varios ministros liberales, Abdón Espinosa y Édgar Gutiérrez Castro, como también conservadores, Antonio Álvarez Restrepo y Samuel Hoyos Arango, entre quienes señalamos que nos iba a ir mal. Lamentablemente la vida nos dio la razón. Por  esos mismos días, Darío Múnera Arango, el presidente de la junta directiva de la ANDI, hizo una explicación, a mi juicio muy de fondo y que sigue estando vigente. Dijo: “La competencia internacional no es entre industrias ni entre empresas, sino entre naciones, naciones completas”. Cuando dos mercancías se estrellan en el mercado mundial, lo que está detrás de cada una es toda la capacidad nacional de competencia. Es lo que llaman los economistas el costo-país, decisivo en la contienda. Ya en ese momento, Colombia estaba bastante mal aperada en materia de costo-país porque teníamos costos supremamente altos. Y es el marco en el que hoy todavía estamos.

Crear más y más fuentes de empleo y riqueza

¿Cuáles son las propuestas que vengo haciendo para salir de la gravísima crisis en la que nos hallamos sumergidos? Primero, Colombia debe relacionarse con todos los países del mundo, como es obvio, pero no para que unos cuantos colombianos ganen, sino para hacer de Colombia un gran país, un gran proyecto nacional en el que avance la nación completa, dentro de una economía de mercado. No he planteado estatizar la economía, pero sí, por supuesto, que sea una economía que cree más fuentes de empleo y riqueza, más fuentes de empleo y riqueza, más fuentes de empleo y riqueza.

Porque toda riqueza proviene del trabajo, del trabajo simple y del trabajo complejo, pero del trabajo. En ese sentido, el desempleo inmenso que padecemos es una desgracia nacional. ¿Producir en dónde? En todas partes, pero en especial en la industria y en el agro, aumentando la productividad del trabajo. ¿Qué hacer entonces con la minería? He dicho minería sí, pero no así, no así. Quiero decir, hagámosla bien. Y sobre todo, no insistir en la falacia que nos plantearon cuando se negociaron los Tratados de Libre Comercio, que no importaba que se acabara el agro, que no importaba que se acabara la industria, porque íbamos dizque a vivir solamente de la minería y de la inversión extranjera y del endeudamiento externo.

¿Qué hacer entonces? Claro, hay que exportar más, porque nos ha ido muy mal en estos 30 años también exportando. Hay que exportar más, todos los respaldos a la exportación, pero al mismo tiempo hay que sustituir importaciones. Todo lo que podamos producir hay que producirlo. Importar lo que podemos producir, como hoy está sucediendo, es un crimen contra la nación. ¿Cómo lograrlo? Poniendo en marcha dos grandes políticas generales, cada una con sus particularidades. La primera, no aislarnos, está bien, pero no firmar más tratados contra Colombia, en especial no un Tratado de Libre Comercio con el Sudeste Asiático, porque nos arrasa lo poco de agro que nos va quedando y nos haría un daño inmenso también en el desarrollo industrial.

Lograr buenos negocios internacionales

Hay que renegociar los tratados que se negociaron mal. No es posible en ese ambiente que el país prospere. Hoy se están arruinando por esos tratados todo el arroz y todos los lácteos y vienen más desastres. Y se pueden renegociar, es lo deseable y es lo que hay que lograr. Al mismo tiempo, hay que utilizar también los demás instrumentos que nos permiten las leyes internacionales; por ejemplo, subir aranceles para defender nuestra producción de confecciones y la industria del calzado.

A mí no me avergüenza defender la industria y el agro nacionales. Es un deber de cualquier ciudadano colombiano. Y al mismo tiempo hay que derrotar el contrabando. Una vergüenza, 10.000 millones de dólares en contrabando con la alcahuetería del Estado, destruyendo nuestro aparato productivo, con dólares del narcotráfico, además. Habrá que derrotar el contrabando en Colombia y así sucederá en mi gobierno.

Y hay que mejorar las relaciones con los vecinos. Colombia está en condiciones de desarrollar negocios con muchos otros países de América Latina y hay que ver cómo se resuelve el problema de las relaciones con Venezuela, sin perder la soberanía, por supuesto que no, pero hay que resolverlo. Llegamos a exportarle 6.000 millones de dólares y hoy estamos exportando apenas 200.

Reducir el costo país

¿Cuál es el otro aspecto? Bueno, reducir el costo-país. ¿Cómo? Con un fuerte respaldo del Estado a la economía, porque sin Estado no hay desarrollo de la economía de mercado. Además, garantizar el monopolio del Estado sobre la fuerza, aun cuando no parezca de la economía. Aquí no puede ser que quien alcance éxito en los negocios termina extorsionado o secuestrado. Monopolio democrático de la fuerza, por supuesto.

Al mismo tiempo hay que derrotar la corrupción, que en Colombia es sistémica. Opera aquí un sistema profundamente corrupto que involucra a todos los sectores en los que se mueve la sociedad colombiana. Esta lucha la dirigiré personalmente.

Hay que reducir los costos financieros. Obvio que hay que reducirlos, porque si no, ¿cómo compiten nuestros productores? Y hay que ampliar el acceso al crédito. Una parte muy grande de nuestra economía funciona con tasas de interés de usura, y es absolutamente imposible que un país crezca así. También el Estado debe intervenir para ver cómo se reduce otro costo-país muy clave, el de la electricidad, mejorando además la calidad del servicio, que según los industriales es bastante mediocre.

Necesitamos más y mejor educación gratuita para que los hijos de los pobres puedan estudiar. Es un crimen contra un país que un muchacho pobre, inteligente, no consiga educarse, porque se ha impuesto un sistema que convirtió la educación en una nueva sangre azul. Hay que mejorar la calidad de la educación, la pública y la privada. Todas hay que mejorarlas y en especial hacer esfuerzos para que educaciones mediocres, convertidas en simples negocios, no afecten la calidad de la educación a la que los colombianos tienen derecho.

¿Qué hacer con el sector de la salud? Es también parte del progreso de un país. Bueno, es clarísimo que no hay que estatizar. No lo estoy planteando. No se trata de regresar tampoco a lo que había antes de la Ley 100, pero sí reconocer que aquí hay problemas graves. ¿Cuál es el enfoque? Bueno, entender una cosa que es simple: que la salud es principalmente para la gente, para los colombianos y para las colombianas, con IPS, con  hospitales públicos y clínicas privadas. Pero aquí un aspecto sustancial que hay que aclarar: ¿adónde va el grueso de los recursos? Nosotros estamos convencidos de que se necesita que esos recursos vayan primero a los pacientes, a través de unos trabajadores de la salud bien pagos y de unas IPS públicas y privadas que funcionen bien. Y aquí hay toda una discusión. ¿Los administradores de los recursos públicos ponen el sistema a su servicio o ellos ponen su administración al servicio del sistema? Sobre el punto hay modelos internacionales dentro de la economía de mercado que Colombia debería estudiar para avanzar también en esta dirección.

Hay que hacer el mejor cuidado ambiental que podamos, pero estoy llamando la atención sobre un punto. Estamos de acuerdo todos en que hay un problema ambiental grave en Colombia y en el mundo que debe ser atendido. Pero les hago un llamado cordial a mis contradictores. Desarrollemos el debate con rigor, con seriedad. Aquí no se trata de quién sea el más alarmista para llevar el debate a campos en los que no se debe plantear.

Se ha tocado el tema de los impuestos, nos han pedido que lo abordemos y entonces voy a exponer unos criterios gruesos por razones del tiempo. No hay desarrollo de la economía de mercado sin un Estado vigoroso, actuando positivamente de muchas maneras, aunque sin estatizar la economía. Entonces, ¿cuál es el problema? Hay que recoger impuestos. Y el tema necesita dos sabidurías. La primera, que las tasas tributarias no pueden estrangular el aparato productivo, pero tampoco destruir y acabar con la capacidad de compra. Porque si las empresas no encuentran a quién venderle, cómo hacen para desarrollarse y progresar. Otro punto no menos importante: la tasa de renta del impuesto de las Pymes, de las pequeñas y medianas empresas, debe ser inferior al de las mayores. Es lo que ordena la Constitución. Lo he planteado en tres reformas tributarias anteriores en Colombia. Y estoy insistiendo ahora. Así sucede en muchos países del mundo.

Es que si no nos metemos en la idea de que necesitamos que el país prospere como un todo, pues no va a ser posible. Es cierto que aquí hay intereses individuales y cada quien tendrá derecho a defender los suyos, pero el primer deber individual debería ser, si se entendieran bien las cosas, el progreso nacional. Porque por supuesto que si el país donde uno vive no progresa, las cosas no le van a terminar saliendo bien a nadie, ni siquiera personalmente.

Y sobre el tema de los impuestos enfrentamos una dificultad grande. El sistema es una Torre de Babel. Cada quien anda con sus propias cifras entre el bolsillo. Así es imposible. Uno puede discutir sobre cómo interpretar las cifras, pero las cifras tienen que ser las mismas y deberíamos hacer un acuerdo nacional para que todos manejemos las mismas cifras y a partir de ellas se defina a quién se le sube, a quién se le baja. ¿Dependiendo de qué? De la conveniencia nacional, no individual, pues nadie quiere pagar más impuestos.

Construir un gran acuerdo nacional

Y a propósito, enfatizo en lo del acuerdo nacional, la propuesta que lo recoge todo. Yo estoy proponiendo un gran acuerdo nacional y no es de caña. No es que yo me invente una cosa y entonces ese es el acuerdo nacional. No. Propongo un acuerdo compuesto por un conjunto de acuerdos parciales integrados en un gran acuerdo nacional, sobre aspectos como las que he mencionado, partiendo de la base de reconocer que el país está bastante mal. Atravesamos por una crisis extremadamente grave, porque se han trazado políticas equivocadas, no porque los empresarios y los trabajadores colombianos sean brutos o ignorantes o perezosos, la falacia que se ha construido para justificar los malos gobiernos. El problema de este país es que ha sido mal gobernado prácticamente desde siempre y en especial en los últimos 30 años. Entonces crear más fuentes de empleo, más fuentes de empleo, más fuentes de empleo, repito, y de riqueza. Sin eso no hay cómo resolver las necesidades.

El acuerdo del que estoy hablando tiene un encanto sin el cual no puede construirse. Ha de ser un acuerdo de ‘gana-gana’ en el que ganen los asalariados, los pobres, los campesinos, los indígenas y, precisamente, esa es una parte del encanto, la de ampliar las fuentes de empleo. Y que ganen también las clases medias y los empresarios. No se puede construir un país sin economía empresarial. Pensar lo contrario es un absurdo que no se le ocurre a nadie por lo menos desde hace 200 años, desde los días de la Revolución Industrial, digo, a nadie que entienda un poco de estas cosas.

Y se trata de un proyecto político de largo plazo. Yo no me siento Supermán. Es más, les doy una mala noticia: Supermán no existe. Lo más parecido que hay a Supermán en el mundo son acuerdos nacionales capaces de orientar a los países en la dirección correcta y en proyectos de largo plazo. Si soy elegido, entregaré la jefatura del Estado el 7 de agosto del cuarto año de estar gobernando, porque aquí lo que hay que construir es un proyecto que se desarrolle en el tiempo sumando una cantidad de esfuerzos.

Es justamente la historia de los países de economía de mercado que han tenido éxito. Décadas de acertar y de acertar con políticas estructurales bien dirigidas que resisten hasta los malos presidentes. La política tiene que estar tan bien planteada, que resista hasta malos presidentes. De eso es de lo que se trata. Pensando siempre en la nación, en Colombia, con patriotismo, con amor a este país, con espíritu de sacrificio por sacar adelante a Colombia, anteponiéndolo a los intereses individuales.

Unirnos para que Colombia gane

Todos los tenemos. Pero los que no se puede seguir planteando en Colombia es que el interés individual, el interés del corrupto u otras formas de interés individual disfrutan del derecho a destruir el país que tenemos que construir entre todos. Por ello hemos planteado entonces la Coalición de la Esperanza. Yo vengo, en representación de DIGNIDAD, un nuevo partido en la Coalición de la Esperanza, proponiendo un gran acuerdo en el que quepamos todos, un gran acuerdo planteado sobre otro criterio también clave: no se puede reemplazar el análisis sobre los hechos por las agresiones a las personas. No más agresiones a las personas. No más volver imposible la convivencia nacional. No más sabotear ese gran acuerdo nacional sin el cual no es posible construir un país como el que necesitamos.

Entonces, mi invitación a todos los que nos están escuchando, sectores populares, clases medias, empresarios, unámonos en la idea de construir un gran país, repito, donde los intereses individuales le sumen a la construcción de una gran nación y no la saboteen ni la impidan.

Y termino con una idea. El hecho de que a uno le vaya bien en la vida, yo no me quejo, yo nací con oportunidades y he disfrutado de ellas. En ese sentido no tengo ninguna preocupación y me alegra cuando a la gente le va bien. Pero el hecho de que a mí me vaya bien o a un empresario le vaya bien o alguien le vaya bien, no es prueba de que al país le va bien. Tomemos la verdad de los hechos. Los niveles de desempleo de Colombia nos tienen que avergonzar ante el mundo y son una prueba del subdesarrollo económico del país, una prueba del subdesarrollo empresarial, no por culpa de los empresarios, ni de los trabajadores, sino por culpa de los malos gobiernos. Bueno, es lo que tenemos que empezar a modificar. Pero no se puede modificar si no partimos de la base de los gravísimos problemas que enfrentamos, principalmente por las fallas de orientación económica que se han decidido en los últimos años.

Urge que nos unamos todos para que en un proyecto de mediano y largo plazo construyamos un país democrático en economía de mercado que sea capaz de resolver los grandísimos problemas nacionales. Es la invitación que les estamos haciendo. Muchas gracias.