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El país de los mismos con las mismas

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Por Juan Pablo Fernández M.

@FernandezMJP

Circulan en la prensa y en las redes sociales discursos o escritos de diferentes opinadores que le hacen un llamado a la población a no dejarse llevar por lo que denominan la fracasomanía. Dicen que eso de criticar o quejarse por lo mal que está el país es una acción perversa que impide ver los grandísimos logros de Santos, Uribe, Pastrana, Samper y Gaviria, e invitan a la gente a no ver noticieros o leer la prensa o escuchar radio porque hay que huir de las malas noticias. Ocultar o manipular la realidad es una vieja costumbre de quienes han sido incapaces de cumplir su deber mínimo de gobernar bien.

¿Sera que exageramos los que estamos mamados de tanta corrupción, atraso, pobreza y desigualdad? ¿los que mandan en Colombia pueden sacar pecho ante el mundo más civilizado? Veamos. Colombia tiene una gran población y un territorio extenso y prolijo en dotación natural, pero ¿se ha logrado el cometido de desplegar, hasta producir cosas complejas, toda la capacidad de trabajo de su gente para transformar positivamente la naturaleza que nos rodea? Hace cincuenta años, por ejemplo, Corea del Sur era un país igual o más pobre que el nuestro. Hoy produce alta tecnología para su población y el mundo, tiene un sistema educativo entre los mejores de la tierra y su ingreso por habitante es cinco veces superior al de aquí. Si este ejercicio se repitiera con naciones como Estados Unidos, Alemania o Japón, se concluiría que cada vez estamos más rezagados.

Colombia podría ser un gran país, pero lamentablemente no lo es. Y no lo es porque así lo dice la realidad, que tanto intentan ocultar o embellecer los mismos con las mismas. Al año la corrupción se tumba ¡50 billones de pesos! Se roban más que la suma de todos los presupuestos de las treinta y tres ciudades capitales, que es de 46 billones. Setenta y cinco de cada cien trabajadores –más de 17 millones de personas– o están desempleados o en el rebusque. Más de cuatro millones de niños, niñas y adolescentes no tienen educación o por falta de acceso o porque tienen que desertar del colegio. 2,8 millones de habitantes del campo no saben leer ni escribir. Entre 1998 y 2011, 1,43 millones de personas murieron de males que la medicina sabe curar, una pérdida de capacidad productiva de 266 billones de pesos. 95 por ciento de las muertes de mujeres embarazadas son prevenibles. Mientras en Japón, entre 1963 y 2014 solicitaron más de doce millones de patentes, aquí apenas llegamos a 5.121, ¡236.951 por ciento menos! Y los que criticamos semejante mediocridad dizque somos ‘fracasomanos’.

Nuestro país es el octavo más desigual del globo y el segundo de América. 70 por ciento de los adultos mayores no acceden a una pensión y 4,5 millones de compatriotas ha tenido que irse del país por falta de oportunidades. 80 por ciento de lo que le exportamos al mundo carece de transformación, es decir, son materias primas básicas; importamos 13 millones de toneladas de comida –a pesar de que solo empleamos la tercera parte de las tierras aptas para la agricultura– y traemos de afuera 111 billones de pesos de productos industriales. Tres décadas de TLC nos han dejado un déficit comercial de más de 70 mil millones de dólares. El 90 por ciento de las unidades productivas del campo no tienen asistencia técnica. Entre 70 y 80 por ciento de las viviendas del país son informales. De remate el sistema tributario permite al tiempo que mientras la clase media y los estratos populares están ahogados con el IVA, las personas más poderosas del país esconden, sin pagar impuestos, más de 150 billones de pesos en paraísos fiscales. Y los mismos con las mismas quieren que les aplaudamos esto. ¿En serio?

Si el ejercicio hecho aquí se replicará en las regiones, los resultados son aterradores. Lo común es encontrar cifras superiores al cincuenta por ciento en falta de agua potable, de acceso a la educación, de vías pavimentadas, de seguridad alimentaria, etc. Después de décadas en el poder esta es la Colombia que nos dejan los mismos con las mismas. ¿Merecen reelegirse en cualquiera de sus vertientes políticas? Creo que no. Pero de la ciudadanía depende decirles no más, no vamos a repetir la historia, estamos mamados de ustedes y nos han salido caros. A esas pésimas opciones de gobierno se está enfrentando la Coalición Colombia, en la que está el Polo y otras organizaciones. Con Sergio Fajardo vamos a derrotar a los mismos con las mismas. Soy del Polo y votaré por el Polo. Lo haré porque creo este país sí tiene arreglo.

#SoyDelPoloVotoPolo

Bogotá, 31 de enero de 2018