Inicio Biblioteca Artículos EN ISAGEN, MONOPOLIO PRIVADO E INEFICIENCIA

EN ISAGEN, MONOPOLIO PRIVADO E INEFICIENCIA

728

Jorge Enrique Robledo Castillo

Contra la Corriente

Manizales, 13 de noviembre de 1999.

Uno de los cuentos que las agencias internacionales de crédito le pusieron a repetir a los neoliberales criollos, fue el de que la privatización de las empresas de servicios públicos, al acabar con los monopolios estatales, aumentaría la “eficiencia” en la prestación de los servicios y bajaría las tarifas. Hoy, ya está claro que eso no era cierto.

 

Los inversionistas extranjeros sólo aceptaron invertir en el sector eléctrico si se lo vendían a menosprecio, si se subían las tarifas antes y después de las compras, si se les permitía mantener estructuras monopólicas y si se dividían en partes la empresas. El proceso de privatización de ISA ilustra lo ocurrido. Para hacerla más atractiva al capital monopolista a la hora de privatizarla, la partieron en dos, dejándole a ISA la transmisión de energía y creando a Isagen, encargada de manejar las centrales de generación. Isagen controla, entre otros activos, centrales hidroeléctricas tan importantes como Miel I, en construcción en Caldas, y San Carlos, Jaguas y Calderas, en el oriente antioqueño. En 1998 esta empresa produjo el 13,4 por ciento de la energía eléctrica del país.

 

Al sacar en venta a Isagen, el gobierno ilustró cómo entienden los neoliberales el patriotismo y la tan mentada “eficiencia”. Lo primero que se hizo fue reglamentar la enajenación para que en la puja no pudiera entrar Empresas Públicas de Medellín (EPM), una de las joyas del sector público colombiano que los privatizadores no pudieron entregarle al capital extranjero porque se lo impidió la erguida posición de los habitantes y del concejo municipal de esa ciudad. Ramiro Valencia Cosio, gerente de las Empresas Públicas de Medellín, denunció maniobras “torticeras y malintencionadas por parte del Ministerio de Minas” para sacar a su empresa de la compra de Isagen (La Patria, 11.11.99).

 

Esta determinación, además, significa un atentado contra el manejo eficiente de los recursos hídricos del oriente antioqueño, porque no permite encadenar la producción de las dos centrales hidroeléctricas que tiene Empresas Públicas de Medellín en los ríos Nare, Guatapé y San Carlos, con las tres que tiene Isagen sobre esos mismos ríos. Carlos Alberto Zuluaga Díaz, concejal de Medellín, ha denunciado que por esa falta de coordinación no podrán producirse, con las instalaciones actuales, otros 200 megavatios de energía. Mientras los privados ganen plata, la eficiencia no importa, pensarían los que deciden.

 

Queda nuevamente demostrado que la competencia capitalista no genera -aún si se diera, y siempre y en todos los casos- un uso más eficiente de los recursos y un menor costo del servicio. En sectores como energía, telecomunicaciones, combustibles, etc., donde de manera inevitable tienden a generarse economías de escala, lo mejor para la sociedad es la propiedad estatal altamente centralizada, como se explica en los textos elementales de economía. Según Eduardo Sarmiento Palacio, Presidente de la Academia Colombiana de Ciencias Económicas, “la existencia de economías de escala indica que el fraccionamiento de la producción o su distribución en muchos productores redunda en mayores costos de producción”, al tiempo que advierte que en estos casos es mejor para la sociedad el monopolio público que el privado, porque “el monopolio público está en capacidad de operar con menores márgenes que el monopolio u el oligopolio privado”.

 

Lo otro que aclara la privatización de Isagen es que los monopolios privados se niegan a construir o adquirir grandes proyectos hidroeléctricos, a no ser que su construcción la subsidie el Estado o que se los vendan a menos precio. Ya Inverlink, la empresa extranjera contratada para valorar los activos de Isagen, advirtió que quien los compre no tiene ningún interés en terminar la hidroeléctrica Miel I, aun cuando se pierda lo invertido hasta ahora. La “solución” planteada por el ministro Valenzuela es típica de la época y de personajes como éste: “que se calcule cuánto cuesta terminar Miel I y que se deduzca esa suma del precio de venta de Isagen, para que, así, pagada de manera anticipada por el Estado, el comprador se comprometa a terminar la hidroeléctrica”. Que no resulte que además de que la esquilmen, la Nación se termine quedando con el pecado y sin el género.