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Antes de entrar en materia, dos menciones sobre un par de asuntos. Lleva ya 77 días la huelga de los trabajadores de la empresa trasnacional El Cerrejón, en La Guajira, y nuevamente llamo al ministro del Trabajo y al propio Presidente de la República a buscar una solución pronta. La situación no tiene antecedentes, casi 80 días de huelga en un sector tan importante y tan definitivo para La Guajira, para el país y para tantos compatriotas. Lo otro es mi abrazo solidario y cariñoso a todas las gentes de Providencia y Santa Catalina, pero también de San Andrés, que han sufrido los rigores del huracán Iota. Unirme a quienes claman al gobierno nacional, lo estoy haciendo desde ayer, para que se dedique con todo rigor y seriedad a atender la catástrofe. Y me uno a las voces de quienes señalan, y también resultó cierto ahora, que siempre que sobreviene un desastre natural, nos cogen como en el primer día de la creación. Es el colmo que todavía hasta hace unas horas estuviera Providencia desconectada del mundo, inaudito en pleno siglo XXI. Pero además, desde el 13, cuando se formó, se sabía que el huracán Iota venía sobre Providencia. El 14 lo advirtió El Nuevo Siglo, que no es un periódico especializado, y las autoridades no fueron capaces ni siquiera de poner un teléfono satelital, y ni siquiera las fuerzas armadas son ahora capaces de garantizarnos estar conectados. Me parece realmente el colmo.
Entremos en materia. Este debate es sobre el tema grueso del calentamiento global, un asunto del que se está hablando desde hace mucho rato, con impactos supremamente graves en el mundo entero. Se está calentando la Tierra y el fenómeno ya nos está haciendo daño a todos los habitantes del planeta, pero me voy a detener, por supuesto, en mirar la particularidad de Colombia.
El calentamiento sí es un problema real
Parto entonces de reconocer que el calentamiento global es un problema real. Faltan a la verdad gentes como el señor Trump, presidente de Estados Unidos, y otros más, que no sé con qué propósitos turbios o con qué especie de desenfoque mental siguen empeñándose en negar que el fenómeno existe, está haciendo un daño grave y debe ser atendido con rigor y seriedad. Hay quienes pueden no entenderlo porque no lo ven, y contra ellos no tengo críticas, pero no hay un solo centro de pensamiento importante en el mundo de la ciencia que lo niegue. Voy a explicarlo muy brevemente para que se entienda por qué no tiene nada de raro lo que está sucediendo.
Parto de comentarles a quienes se niegan a tomar la verdad de los hechos que el planeta Tierra, así parezca estático y como si nunca cambiara, está vivo y cambia muchísimo. Entren ustedes a Google y pongan la palabra Pangea y ahí, con mapas y todo, verán cómo era la Tierra hace 200 millones de años. Los cinco o seis continentes actuales se hallaban concentrados en uno solo, llamado Pangea, y no había sino un océano. Y miren hoy el mapa para que ustedes vean cuánto ha cambiado la Tierra. Y también los mares. Si uno se para en Villa de Leyva, encuentra infinidad de restos fósiles, porque Villa de Leyva, quién lo puede creer a esa altura, fue un mar inmenso. El Himalaya, la cadena montañosa más grande del mundo, no existía hace millones de años y se fue creando por el movimiento de las placas oceánicas y otros fenómenos. Durante mucho tiempo, las glaciaciones transformaron la geografía de Europa y Estados Unidos. Son hechos que están ahí y quien los niegue, o es un ignorante, o se empecina en falsificar la verdad. Y el calentamiento global es parte del asunto.
Ahora, ¿por qué cambia la Tierra? Por razones naturales, ella sola, como ocurrió con la Pangea, pero también por la intervención de los seres humanos. Ya a mediados del siglo XIX se comentaba que, en buena medida, el proceso de desertificación del Asia Menor tuvo que ver con la acción de los seres humanos. Se afirma que en lo que es hoy Irak, un inmenso desierto, estuvo el Paraíso Terrenal, ahí, en la confluencia de los ríos Tigris y Éufrates. ¿Y por qué terminaron así? Por la acción de los seres humanos, que ha causado serios impactos también en otros sitios.
En Colombia los estamos sufriendo. A los negacionistas les cuento que ya hay nueve nevados que perdieron la nieve y otros están haciendo fila. Y si las afectaciones siguen, nos vamos a quedar sin páramos y vamos a padecer otra serie de problemas.
Un paréntesis necesario
Hago un pequeño paréntesis para darle marco al debate y para que se entienda mejor. El del calentamiento global no es el único problema ambiental del mundo, pero no voy a hablar sino de este por razones del tiempo.
Cuál es el fondo de las dificultades que enfrentamos para atender las necesidades ambientales del globo. Los seres humanos somos una especie que para existir y desarrollarse necesita transformar la naturaleza y cada vez en mayores proporciones. Pero al mismo tiempo no podemos vivir sin ella, porque somos parte de la naturaleza. La sabiduría estriba entonces en desarrollar la naturaleza y al mismo tiempo saber cómo cuidarla para que tengamos especie humana por muchísimo tiempo más.
Pero el principio, al parecer tan obvio, choca con un problema que hace complicado el manejo. Y es que la ganancia, el interés individual en el corto plazo, entra en contradicción con el interés del mediano y el largo plazo. No es raro entre nosotros ver al dueño de una tierra destruyéndola con tal de hacer una ganancia inmediata, en vez de cuidarla para beneficiarse de una parte del progreso general que le tocaría. Entonces aquí hay una contradicción entre el deseo inmediato del beneficio personal y el interés de largo plazo de lo que beneficia a la sociedad y que en últimas también acaba beneficiando a cada uno. A lo anterior sumémosle un par de hechos. Ya somos 7.700 millones de personas en el mundo, en Colombia 50 millones, y claro, la Tierra se carga y cada país se carga cada vez más, con impactos ambientales mucho más complicados de resolver.
Prima una concepción basada en que lo único que importa es la ganancia. Y somos una sociedad de consumo, nos hemos vuelto enfermos por consumir, cualquiera de nosotros revisa sus casas, en donde vive, y va a encontrar que están llenas de objetos que nadie sabe por qué están ahí, y uno no se atreve a botarlas por no saber qué hacer con ellas. La nuestra es una sociedad enferma por consumir y consumir y consumir, una obsesión que le pone una carga inmensa al planeta, porque todo lo que consumimos tiene origen en la transformación de la naturaleza.
Lo que me lleva a sacar otra conclusión importante. Sin Estado, la situación sería el caos. Otro ejemplo más de que la economía de mercado, el capitalismo, no puede funcionar sin la intervención del Estado. Ustedes le quitan el Estado al cuidado del ambiente y el resultado es el caos, porque los seres humanos somos capaces de acabar con todo, cada uno haciendo las cosas mal hechas en actitudes equivocadas que sólo pueden corregirse, claro, mediante la educación y la persuasión, pero también con la intervención del Estado, de muchas maneras, para cuidar la naturaleza.
Los impactos del calentamiento
¿Cuál es el impacto del calentamiento global y en qué consiste el problema? La Tierra se ha ido calentando y se están presentando en cadena las consecuencias. Voy a ser muy breve, simplemente las menciono. Inundaciones de tierras costeras donde viven hoy 300 millones de personas que podrían terminar con sus casas por debajo del mar, porque está aumentando el nivel de las aguas oceánicas. El ciclo del agua se ha hecho trizas, y padecemos entonces veranos muy fuertes, con sequías asoladoras, seguidas de fuertes inviernos e inundaciones. Se pueden volver inhabitables extensos territorios. Se afectan las áreas de cultivo, que van a tener que cambiarse de sitio o desaparecer. Es un riesgo grande y perfectamente documentado.
Se registran problemas nuevos. Hay un lío que se va a agravar, el de las enfermedades humanas, de vegetales y de animales, como en el caso de la pandemia actual, y que puede desencadenarse por el calentamiento global. La pandemia nos sirve de idea para entender que el mundo es muy complejo y que el fenómeno del que hablamos no se puede tratar a las patadas como se viene haciendo.
Y advirtamos otro hecho. El calentamiento global afecta a todos los países, pero hay unos que sufren más, como también sucede con la pandemia. ¿Y quiénes sufren más? Los países más atrasados y pobres, entre los que se encuentra Colombia, no porque el país sea pobre, sino porque ha sido mal gobernado.
Las causas del calentamiento
¿Qué hacer? Porque esta es una presentación que apunta a hacer una propuesta. Reseñado el hecho, paso a explicar las causas. Porque si no se atienden las causas de los problemas, no es posible encontrar las soluciones. ¿Cuáles son las causas? La explicación es una belleza. La Tierra no genera calor en proporciones importantes, el que tenemos y que es parte de nuestra vida viene del Sol. Pero en las noches el calor se va hacia la atmósfera y por eso el frío en las noches. La Tierra, entonces, por un proceso natural y evolutivo, está protegida por la atmósfera, una especie de marquesina que hace que el calor que se produce durante el día no se salga por la noche. Así se mantiene la temperatura de la que la disfrutamos. Es el llamado efecto invernadero. Si no hubiera atmósfera, la Tierra se congelaría y no habría vida sobre la Tierra, por lo menos como la conocemos. Pero si el efecto invernadero es excesivo, el calor empieza a aumentar. Es el problema que enfrentamos ahora.
Cuál es la causa última del problema. Que los seres humanos estamos produciendo demasiados gases de efecto invernadero, por ejemplo, el dióxido de carbono y el metano, que han hecho más fuerte el efecto invernadero, con un calor que nos está haciendo un daño grande. Y si la anomalía no se corrige, la temperatura va a seguir subiendo, y vamos a enfrentar problemas extremadamente graves. Se ha roto el equilibrio de la naturaleza, y se ha roto en muy buena medida porque los seres humanos estamos creando muchos gases de efecto invernadero, por ejemplo, los de los combustibles fósiles como el carbón y el petróleo, como también los del metano.
Quiénes son los que están produciendo los gases de efecto invernadero, o quiénes somos. Porque no es igual el caso de cada país. Luego, para encontrar la solución, nosotros tenemos que saber muy bien en qué está Colombia. Todos los países creamos gases de efecto invernadero, pero los más industrializados mucho más, quemando gasolina y carbón y produciendo electricidad en termoeléctricas. Cuanto más desarrollado un país, más gases emite.
Voy entonces a darles una cifra algo desconocida, pero demostrada hasta la saciedad. El G-20, los veinte mayores países, así no sean todos los del mayor desarrollo, y entre ellos no está Colombia, generan el 80 por ciento de los gases de efecto invernadero. Si miramos con más detalle, encontramos que entre Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia, Japón y China, producen la mitad, el 48% de los gases de efecto invernadero. Ahí tampoco está Colombia.
Colombia es más víctima que causante del calentamiento
¿Cuántos gases de efecto invernadero lanza a la atmósfera Colombia? Un dato clave, para saber cuál es nuestro aporte al problema. Bueno, ustedes de pronto se van a sorprender. Colombia causa poquísimos gases de efecto invernadero, apenas el 0.32% del total de los gases del mundo. No creamos ni el medio por ciento, el 0.32%, prácticamente nada. Nosotros, y lo digo desde ya, somos más víctimas de los gases de efecto invernadero que otros gestan por los malos manejos de la naturaleza. Somos víctimas, repito la palabra, víctimas.
Lo mencioné ayer en un trino. Y hoy el senador Gustavo Petro me salió con un trino a refutarme. Toca entonces entrar en detalle porque los debates deben ser públicos. Él escribió un trino comentando el mío en el que yo afirmo lo del 0.32 por ciento. Y entonces dice: “Error en el debate, Colombia no solo aporta lo que emite al interior del país, sino lo que emiten en otros lugares del mundo sus exportaciones de carbón y petróleo”. El doctor Petro está afirmando que hemos de sumarle al 0.32 por ciento los otros gases de efecto invernadero provocados por las exportaciones de carbón y petróleo que hace Colombia a otros países. Pienso que es un error garrafal. Las cuentas no se pueden hacer así, porque la extracción y exportación del petróleo y del carbón no es lo que desencadena el problema enorme del consumo de ambos minerales. No es Colombia, en resumen, la responsable del fenómeno. Si Colombia dejara de exportar carbón y petróleo, otros países lo harían. Estados Unidos y los europeos se lo comprarían a otros países distintos de Colombia y, al quemarlos, generarían los gases de efecto invernadero. Entonces, doctor Petro, así no se puede hacer la cuenta, no se puede contar dos veces.
Ahora, que la producción de petróleo y carbón aportan gases de efecto invernadero en Colombia, claro, es verdad. Y son parte del 0.32%. Lo enfatizo, porque si nos equivocamos en las cuenta, si se exageran las realidades, le hacemos un flaco servicio a la lucha que hemos de librar para atender el problema del calentamiento global.
Mirémoslo en detalle. Por habitante, un método fundamental de medir los fenómenos, Estados Unidos produce cerca de 20 toneladas de gases de efecto invernadero, Colombia apenas 3.4 toneladas por habitante. Vuelvo a mí historia, son ellos, son los países desarrollados los que están causando principalmente el fenómeno. Japón aporta 11.5 toneladas por habitante, Alemania, 11.44 toneladas. Se confirma lo que estoy señalando de que nosotros somos víctimas y no causantes del asunto.
Detallemos un poco más las cifras. Cuando uno compara los aportes de Colombia con los de la Unión Europea y Estados Unidos, qué encuentra. Que Colombia aporta muy poco por electricidad, muy poco por transporte, o relativamente poco, después lo detallo, mientras que Estados Unidos y la Unión Europea aportan bastante. Y en cambio, miren ustedes, ellos aportan muy poco por la actividad del mundo rural, mientras que nosotros aportamos bastante más por el mundo rural.
La mitad de los gases de efecto invernadero que aporta Colombia provienen del mundo rural, principalmente por la deforestación. Hago aquí entonces una explicación a mi juicio importante. Buena parte de los gases de efecto invernadero surgen al quemar gasolina y al quemar carbón. Pero hay otra manera indirecta de causar el problema y es la deforestación. Los bosques y las selvas son sumideros de carbono, porque lo absorben, lo retienen. Si usted tumba la selva, como ha venido sucediendo en la Amazonia colombiana, o con el Chocó biogeográfico, el carbono se fija menos sobre la tierra y hay más efecto invernadero. Miren ustedes entonces lo que les estaba ahora mencionando de Colombia. Nosotros sufrimos una afectación muy grande por el metano que produce la ganadería y por las deforestaciones y por los pastos, de manera directa o indirecta, mientras que ellos las padecen por su propio desarrollo industrial. Otra manera de mirar el subdesarrollo nacional de Colombia, que nos crea otros muchos problemas.
Ahora, aquí aparece un detalle bien importante y que también explica por qué nuestro aporte a los gases de efecto invernadero es tan pequeño, apenas el 0.32 por ciento, y es la composición de nuestra generación eléctrica. Todas las térmicas que producen electricidad lanzan gases de calentamiento global, claro, unas más y otras menos. Pero Colombia tiene la suerte de contar con las hidroeléctricas. El 70% de nuestra electricidad se origina en las hidroeléctricas, en la utilización del agua para mover turbinas, y las hidroeléctricas son energía limpia, como la solar o la eólica, y no causa gases de efecto invernadero. 70 por ciento de la electricidad colombiana se genera en hidroeléctricas, en cambio apenas el 15% en Estados Unidos.
Me detengo un poco sobre el tema de las hidráulicas. No producen gases de efecto invernadero, pero han aparecido otros debates ambientales en torno a ellas. Es evidente, y no me voy a detener, que rompen el ciclo del agua del movimiento de los peces y de la vida en las cuencas altas y bajas de los ríos, con impactos en el cambio del clima, con riesgo de fracturas de las presas y graves inundaciones, riesgos que en Colombia son bien conocidos en los últimos tiempos. Pero insisto, las hidroeléctricas no generan gases de efecto invernadero, lo que también explica en parte el 0,32 por ciento.
Estoy entrando en detalles para poder llegar a las propuestas. Cómo son las cifras discriminadas de lo que aporta Colombia: por electricidad de térmicas, apenas el 5.6 por ciento del total de los gases de efecto invernadero del país; el transporte, incluido aéreo y terrestre, el 13.7 por ciento, y lo enfatizo con base en las estadísticas, porque es probable que ustedes tengan otras cifras en la cabeza. Térmicas y transporte, aun cuando provocan relativamente pocos gases de efecto invernadero, suelen desencadenar otros problemas ambientales. Y en cambio, la ruralidad sí causa una cantidad mucho mayor, la mitad, un dato importante para saber dónde buscar las soluciones. La deforestación, los pastizales, cuando se tumba selva y no se siembran árboles, porque el pasto es un pésimo sumidero de carbono. Ambos fenómenos sumados nos aportan cerca de la mitad de ese 0,32 por ciento. También la ganadería, porque genera metano. El 0.32 por ciento, y sigo enfatizando, no es una cifra mía, sino un dato oficial proveniente del Banco Mundial.
Sacó una primera conclusión sobre lo expuesto hasta aquí. Colombia es víctima, víctima, víctima del calentamiento global, causante en proporciones bastante pequeñas, digamos que afortunadamente porque no somos causa grave, pero en cierto sentido lamentablemente, porque expresa el subdesarrollo. Cuanto más subdesarrollados sea un país, menos gases de efecto invernadero, pero más hambre y más desempleo y más pobreza.
Colombia debe reducir los GEI y enfatizar en la mitigación
Qué debe hacer Colombia. Empiezo a entrar al punto de las propuestas. Primero, Colombia debe atacar como política las causas del calentamiento global, así no aportemos mucho. Claro, atacar no solo las causas sino también los efectos, pero son cosas distintas. Mencioné al principio, entre los efectos, las inundaciones en las costas, nuevas plagas, nuevas enfermedades, pérdidas de cosechas, problemas de aguas, de sequías. Y un país serio debe actuar en ambas direcciones. Porque si sólo atacamos las causas, el impacto de las medidas va a ser muy reducido. Voy a hacer una afirmación con cierto sarcasmo. Si Colombia eliminara el ciento por ciento de los gases de efecto invernadero que produce, algo imposible, desde luego, el calentamiento global ni cuenta se daría. Porque el 99,68% de los gases seguirían y no habría ningún cambio en la temperatura del mundo. Pero Colombia sí tiene que atender un problema, y es el de la mitigación de los efectos. ¿Qué vamos a hacer con las zonas que van a perder sus áreas de cultivo, de las que van sufrir sequías graves, qué con las nuevas plagas, qué con las viviendas en tierras costeras e inundables. Ahí tenemos también que poner los ojos. En síntesis, atacar las causas y los efectos.
Para atacar las causas, primero, hacer esfuerzos por consumir cada vez menos las materias primas o los productos causantes del efecto invernadero, es obvio. En lo que podamos, irnos pasando hacia formas de energía contaminantes, hacia la energía solar, hacia la eólica y hacia otras puedan aparecer el día de mañana, por ejemplo, la derivada de las mareas. Utilizar menos las menos contaminantes es una visión que tiene que ser comprensible para toda la sociedad.
Ahora, el cambio no debe reducirse al ámbito nacional. Si las grandes potencias no cambian, el problema será irresoluble. Hay entonces un movimiento mundial hacia fuentes de energía más limpias, que no produzcan CO2, dióxido de carbono, el principal problema, y el metano.
Se abaratan las energías limpias
En los últimos años viene disminuyendo en proporciones importantes el costo de las energías limpias, particularmente de la energía solar y de la eólica. Es importantísimo que el país lo sepa y que nosotros lo entendamos bien. Es más, la Agencia Internacional de Energía ha venido afirmando que la fuente eléctrica más barata de la historia es la fotovoltaica, la energía del sol, la solar. Las cifras impresionan. En el 2010, un kilovatio/hora de energía solar costaba 650 dólares; en el 2025, 80 dólares, el 12%. Hoy está en el 23%, una caída en picada. Me estoy refiriendo a las baterías que almacenan la energía solar, uno de los costos grandes del negocio. El precio está cayendo en picada, como lo anota la AIE, y no solo de los paneles solares, no solo el almacenamiento, sino también la generación. El precio que les di ahorita (de la generación) bajó entre el 2010 y el 2020 de 0.38 a 0,03 dólares, una disminución del 92%. Importantísimo, porque en parte las energías contaminantes se prefieren porque son más baratas de producir.
Entonces en la medida que aparezcan tecnologías como la solar, que abaraten en grande los costos de la energía, tanto por producción como por almacenamiento, ahí se abre una ventana de oportunidad supremamente grande para trabajar sobre ellas. También la eólica ha sufrido una disminución importante (por generación), con el mismo indicador, dólares por kilovatio/hora, de 0.09 a 0.05, a la mitad.
Se están presentando varias realidades en un fenómeno de lejos producido por los países desarrollados, y es que hay creciente conciencia sobre el impacto global que a ellos les hace daño y a nosotros también, de ver cómo lo arreglamos. Claro, exceptuando a los Trump y a otro poco de maniáticos que rondan por ahí y a grandes negociantes de multinacionales opuestas a que las cosas cambien. Y al mismo tiempo se aprecia una disminución bien importante de los costos, lo que permite abrigar un cierto optimismo, así haya de por medio grandes poderes que se erigen como un obstáculo. Ahí en donde Colombia debe tomar sus decisiones.
Es una tendencia que está presente. Las formas alternativas se están volviendo cada vez más competitivas. Hoy en muchos países, una buena parte de la generación eléctrica se está haciendo con formas limpias.
Los recursos de Colombia son más escasos que los de otros países
Para efecto de tomar decisiones, es la otra variable que tenemos, que hemos de tener en cuenta para hacer un análisis comprensivo y decidir con qué recursos cuenta Colombia. Hay que plantearlo con entera franqueza, porque adolecemos de una notoria escasez de recursos públicos, por ser el nuestro un país muy atrasado y subdesarrollado, al que no le han permitido crear riqueza en grande. Ustedes aquí en la Comisión Quinta del Senado me han oído hablar muchas veces. Nuestro producto per cápita es supremamente bajo, del orden de 6.400 dólares al año, cuando Estados Unidos está por los 60 mil.
¿Por qué estoy haciendo un análisis tan en detalle? Porque aquí la discusión es que para enfrentar tanto las causas como los efectos del calentamiento se requiere plata del Estado en grande. Y entender qué vamos a hacer con esa plata, y si es cierto que tenemos plata de sobra, porque he oído decir que Colombia debe meterla en la energía solar. El debate se puede plantear y estoy haciendo un llamado a los ambientalistas a que le entremos en serio para que nos pongamos de acuerdo todos en lo que toca hacer.
En Estados Unidos, lo que gasta el Estado al año por cada habitante son 22 mil dólares. De plata pública. ¿Saben cuánto gasta Colombia? Apenas 1.800. Es de lo que disponemos. Entonces, claro, la cifra también explica por qué el aparato estatal norteamericano es muchísimo más poderoso que el nuestro. En datos, el nuestro es doce veces menor que el de Estados Unidos. Y lo mismo si lo comparamos con el de Alemania, o con el de Italia. Apenas medio nos comparamos con Chile y Ecuador, otros subdesarrollados de América Latina. Inclusive, les va mejor a los ecuatorianos, porque el gasto público por habitante es un tris mayor que el nuestro. Hasta los ecuatorianos nos ganan, ni decir que los chilenos, aun cuando también con cifras malísimas.
Estoy dando mucha cifra, porque creo que si los debates no se hacen así, esto se vuelve charlatanería. Y con alguien decíamos un día, cada uno tiene derecho a sacar su propia interpretación sobre las cifras. Lo que no puede es inventarse cifras propias. Voy a enfatizar en un punto a mi juicio clave para tomar decisiones, y estoy hablando de propuestas y de decisiones serias, sustentadas matemáticamente, y si alguien plantea una idea mejor, la miraremos también, pero con las cifras en la mano, para que hagamos un debate serio.
Dónde concentrar el esfuerzo contra los Gases de Efecto Invernadero (GEI)
¿Cuál es la decisión de fondo? Dónde vamos a concentrar el esfuerzo para reducir los gases de efecto invernadero. En dónde vamos a poner el énfasis principal. Volvamos entonces a mirar más en detalle algo que ya mencioné y es cuánto aporta cada sector de la economía al 0.32% de los gases de efecto invernadero que aporta Colombia al total mundial. Térmicas, 5.6%, de ese 0,32. Si elimináramos el ciento por ciento de las térmicas, algo difícil por lo costoso, el aporte de Colombia a los gases de efecto invernadero bajaría de 0.32 a 0.31 por ciento, o sea, nada. No digo que no tengamos un problema de contaminación complicado con las térmicas, no me vayan a entender mal, pero estoy poniendo las cosas como están.
Qué pasa con los vehículos. Hay ya la opción de pasarse a vehículos eléctricos y es la tendencia de la humanidad, pero hoy son bastante más caros, así haya disminuido mucho el costo de la electricidad, pero bueno, la puerta está abierta y hay que trabajar en esa dirección. Si se eliminan por completo los gases de efecto invernadero originados en todos los tipos de transporte en Colombia, también imposible, el aporte nuestro al mundo bajaría del 0.32 al 0.30 por ciento, una baja también tan imperceptible, que ni se notaría.
¿Cuál es la otra posibilidad de reducir en grande los gases de efecto invernadero en Colombia? La proveniente del mundo rural. Tampoco causaría un impacto descomunal. Pero sí creo que donde hay que poner el énfasis mayor, donde es inclusive más fácil para lograr avances y donde se puede concentrar el ataque, es en el tema de la deforestación. Hay que centrar el esfuerzo del Estado colombiano en reducir la deforestación y todo lo que viene pegado a ella. Ahí es donde podría estar nuestro mayor aporte al mundo, aun cuando tampoco va a cambiar la historia de la humanidad. La solución presenta un encanto y es lo relativamente barata de hacer en términos de costos. Y otro no menos clave, y es el de preservar a la Amazonia, uno de los mayores sumideros de carbono del mundo. Clave, porque si nosotros no controlamos la deforestación allí, mis queridos colegas, vamos a terminar tumbando, así nos echemos un siglo, todo el Amazonas colombiano. Y sería absolutamente inaceptable. Además porque realmente la cantidad de riqueza que crea la derriba de la selva es muy exigua. Hay que ver cómo hacemos allí esfuerzos de economía, pero no tiene sentido seguir tumbando y tumbando un sumidero de carbono de ese tamaño. De la misma manera sucede con el Chocó biogeográfico, toda la Costa Pacífica. Ahí el Estado colombiano está obligado a hacer su principal esfuerzo de prevención. Creo que en ese aspecto es lo principal.
Pero al mismo tiempo, el centro de los recursos y de la atención debe dirigirse a mitigar los efectos. Se requiere atacar las causas, no soy negacionista, entiendo el problema, y ahí cuenten conmigo. Pero enfrentamos una urgencia mayor, porque ya el calentamiento global nos está haciendo daños enormes. Urge entrar a mirar el mundo del agro, qué va a pasar con las áreas de cultivo que no se van a poder sostener, qué va a seguir pasando con el ciclo del agua y con todo el desastre causado, o por inundaciones, o por sequías, qué va a suceder con las enfermedades que están invadiendo zonas antes libres de ellas. El anofeles y el aedes están hoy llegando a zonas medias e incluso altas, porque el calentamiento las convierte en su hábitat. Lo mismo ciertas plagas como el comején, para poner un ejemplo. Hay todo un trabajo inmenso qué hacer también en el tema de páramos, en el tema de reforestar, de sembrar más cubierta arbórea que nos proteja y que nos sirve de tantas maneras.
Es en síntesis mi propuesta, atender el problema desde todos los lados, siendo muy cuidadosos en los costos y en cómo hacemos las cosas.
Conclusiones
Termino con las conclusiones. Primera idea, el calentamiento global sí existe, es un fenómeno cierto, quedan como muy ignorantes o como medio idiotas quienes lo nieguen, porque es un hecho y está demostrado. Quedan muy mal las personas ilustradas acompañando a Trump en la locura de negarlo.
El aporte de Colombia a los gases de efecto invernadero es menor, hay que decirlo con toda claridad, y no se modifica con el cuento de que la culpa es de Colombia por la quema del petróleo y el carbón que hacen los gringos con lo que nosotros les exportamos. Si algún loco en Colombia apareciera y cerrara las minas de carbón y cerrara los pozos petroleros, en nada cambiaría el calentamiento global. Y otros países harían la exportación. Los líos que enfrentamos con la minería y con el carbón debemos atenderlos pero con seriedad y con posiciones fundamentadas de tipo científico.
Mejoremos en lo posible la producción de energías limpias, solar, eólica, no tengo la menor duda de que hay que hacerlo. Pero digo, el esfuerzo principal ahí debería estar es en la deforestación, donde enfrentamos un problema grave y creciendo. Y el esfuerzo principal de Colombia, la mayor parte de los recursos, debe estar dirigido hacia la mitigación, que nos está creando problemas gravísimos, mucho más graves entre los pobres, por supuesto, de pandemia, de pobreza, etcétera.
Qué otras estrategias debería adelantar un gobierno colombiano. Sumarse a las voces que en el planeta les viene exigiendo a las grandes potencias tomar medidas efectivas, como la de ir pasándose hacia formas de energía limpia, porque ellos sí tienen plata de sobra para hacerlo. Ya han dado pasos positivos, pero están obligados a hacer más, más vehículos eléctricos con redes de enchufes adecuadas, disminuyendo los costos de las baterías con tecnologías más avanzadas, de los paneles solares, y a adentrarse más duro en energía eólica. Hay posibilidades inmensas en el mar como fuente de energía. Ellos son los principales responsables y tienen que correr con el costo principal de la transformación. No puede ser que entonces es a nosotros a quienes nos ponen a pagar la contaminación que ellos provocan. La idea de que ellos contaminan y nosotros descontaminamos no se la podemos aceptar, porque nos acaban de hundir en el subdesarrollo.
Y en la globalización se debería corregir el lío de las importaciones. Miren lo de la papa, por ejemplo. Miren esa locura de la globalización consistente en mover todo de sitio a sitio, por conveniencias mezquinas, y mientras más lejos sean las relaciones comerciales, más les gustan. Y resulta que la práctica trae acarreados costos de energía y de calentamiento global en proporciones inmensas. Además de que importar papa europea, alemana y otras les hace un daño a los productores. Es una imbecilidad. Cómo quieren disminuir los europeos el calentamiento global si se gastan montañas de combustibles fósiles contaminantes transportando de Alemania a Colombia unas papas que podríamos producir aquí sin ningún problema.
Es un absurdo, para poner otro ejemplo, que se transporten al año miles de carros de Europa a Estados Unidos, y otros miles, igualitos en últimas, de Estados Unidos a Europa, y eso les parece una genialidad. Les parece una genialidad destruir el agro colombiano con el cuento de venderles un aguacate a los chinos. No solo son prácticas difíciles de llevar a cabo, sino además perjudiciales, ambientalmente hablado, porque cuánto combustible hay moviendo como locos transportes de un lado para otro.
Un llamado muy cariñoso a los ambientalistas colombianos. Colombia está en mora de que lleguemos a un acuerdo nacional, un Pacto Nacional, para ponernos de acuerdo en los objetivos por los que vamos a luchar, dónde vamos a concentrar el esfuerzo para disminuir los gases de efecto invernadero de Colombia y para mitigar los efectos. La decisión requiere sabiduría porque los recursos son escasos. La decisión necesita el aporte de quienes tienen el conocimiento. No les podemos dejar a los gobiernos que hagan lo que se les antoje, porque no es razonable hacerlo.
Mi invitación a todos los colombianos y a las colombianas y aquí a mis colegas de la Comisión Quinta del Senado para que miremos soluciones a partir de discusiones ilustradas. No pretendo sentar cátedra sobre un tema tan complejo. Yo hago mis investigaciones cuidadosas con mi equipo, pero estoy sujeto al debate, ilustrado y tranquilo, lleno de argumento y de razones para que entre todos encontremos qué queremos hacer.
Resumen del debate
Lo que voy a hacer es a manera de conclusiones, porque siento que hay una coincidencia grande entre toda la Comisión. Voy a resumir en unas cuantas ideas lo que dije. Lo primero es que lo del calentamiento global es un hecho, no se trata de un cuento, y el señor Trump y quienes lo siguen se equivocan en materia gravísima. La naturaleza, la Tierra se modifica y el calentamiento global la está modificando.
Lo segundo es que ya se sabe qué produce el calentamiento global, los llamados gases de efecto invernadero, principalmente el CO2, el dióxido de carbono, muy presente en la combustión de los combustibles fósiles, el petróleo, el carbón. Pero el metano que se produce en las tierras congeladas y en los gases de la ganadería también contaminan. Y hay una manera particular de emitir gases de efecto invernadero, por la inversa, digamos, a causa de la deforestación y el daño a los océanos, porque los árboles, las selvas, los bosques y los océanos son, como los llaman los especialistas, sumideros de carbono. Retienen el carbono, el CO2, e impiden que se proyecte hacia la atmósfera. Cuando se tumban los árboles y además se hacen pasturas, es muy poco lo que puede captar el suelo del carbono.
Es dañino para el mundo y es dañino para Colombia, no nos hagamos los bobos, que a Colombia también la afecta negativamente. Ahora, como es un calentamiento global y lo producimos todos los países, se necesitan soluciones globales. Un solo país no consigue arreglar el problema. Los colombianos sí tenemos que contribuir en la solución, pero necesitamos que haya un ejercicio de tipo global. Cada país enfrenta su propia realidad con los gases efecto invernadero y con los daños causados a las cosechas, con las inundaciones en las zonas costeras, con las plagas y las enfermedades. El problema es común, pero cada país debe encontrar sus propias soluciones a partir de su propia realidad.
Debe resaltarse en especial, y no se nos puede olvidar, que el 80% de los gases de efecto invernadero los genera el llamado G-20, el grupo de los 20 países más grandes del mundo y con economías mayores, aun cuando hay algunos ahí con economías más bien pobres. Figuran a la cabeza Estados Unidos y las demás potencias económicas y unos cuantos países menos desarrollados. La mitad del calentamiento global lo producen cinco potencias, Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, China y Rusia, responsables por la mitad. Colombia no le aporta mucho a los gases de efecto invernadero: apenas el 0.32%.
Dos reflexiones al respecto. Primera, emitimos poco porque somos muy subdesarrollados, tanto que ni siquiera contaminamos en grande. Di las cifras comparando cómo contamina Estados Unidos y cómo Colombia y ellos, los gringos, nos superan a todos los países de la Tierra, porque son unos gastadores de recursos y su industria y su transporte y sus carros son inmensos. Nosotros no somos tanto culpables, por lo del 0.32%, sino víctimas, en principio, por nuestro subdesarrollo. Es la realidad.
Y aquí quiero hacer un énfasis. Hoy el senador Petro dijo en un trino que yo estaba haciendo mal las cuentas, porque a ese 0.32 por ciento había que sumarle los gases de efecto invernadero que se produjeran por las exportaciones del petróleo y el carbón colombiano. Porque el carbón y el petróleo que nosotros exportemos emite allá gases de efecto invernadero. Producir aquí el carbón y el petróleo los generan y el volumen ya está contado en el 0.32 por ciento. Y los que mandamos a Estados Unidos o Europa y se queman allá, el petróleo convertido en gasolina, lo cuentan allá en las cifras generales. No se puede contar dos veces. El problema es muy grave, pero no hay que exagerarlo, porque se terminan sacando conclusiones falsas o riesgosas. A nadie se le vaya a ocurrir decir que porque estamos en un problema con los gases, entonces hay que cerrar los campos petroleros en Colombia o las minas de carbón. Quien tenga esa idea en la cabeza, piénsela con calma, porque así critiquemos la minería y el petróleo y los gases de efecto invernadero, ojo, parte de nuestra economía depende de las exportaciones mucho de estos productos. Y los recursos de regalías son importantísimos para la vida de las regiones, incluidos en ellas los más pobres de Colombia, y así se les roben mucha plata, algo les toca. Lo que he dicho no es para quitarle gravedad al problema ni para concluir que no lo vamos a atender, pero las cifras deben ser sagradas.
Ahora, Colombia debe trazar su propia política de acuerdo con nuestras realidades. Primero, reducir nuestra emisión de gases de efecto invernadero. Hay que hacer esfuerzos por pasarnos a energías no contaminantes, por ejemplo, a energías eléctricas producto de la energía eólica o la energía solar, cuyos precios han bajado abriendo una posibilidad, y por lo tanto, hagámoslo. Trabajemos en el tema de las emisiones de gases de efecto invernadero. Y pondría el énfasis en atacar la deforestación, una de las causas del problema, porque golpea nada menos que los sumideros de carbono del Chocó Biopacífico, que es inmenso, y de la Amazonia. Ahí nos toca jugar con realidad y creo que el énfasis debemos ponerlo ahí. Pero cuando hago énfasis, no quiero decir que no atendamos el tema de hacer esfuerzos por trasladarnos a energías limpias, como eólica o la solar.
Pero a mi juicio, el esfuerzo principal de Colombia, de sus recursos públicos, tan escasos, es atender los muchos efectos del calentamiento global intentando mitigarlos, y atenderlos es carísimo. Si se inundan tierras costeras, imagínense lo que vamos a tener que gastar si se nos empiezan a volver inhabitables las ciudades y poblaciones. Hay que atender el tema del cambio en los cultivos, áreas que se van a poder mantener sobre esos productos que tendrán que trasladarse. Ahí hay un lío complicadísimo. También lo relacionado con plagas, nuevas enfermedades, nuevas y viejas epidemias, con lo que suponen en costos para la salud de las personas. Se necesitan, solo aquí, unos recursos muy grandes, sin desatender lo otro.
También lo enfaticé, el presidente de Colombia debe reclamarles a las grandes potencias que trabajen en serio en la mitigación. Hay cambios importantes, pero no son suficientes. Y si ellos no resuelven el problema, menos nosotros. Nada saca Colombia con reducir sus gases de efecto invernadero, porque nada determina en el cambio. Son ellos. El gobierno de Colombia debe exigirles a Estados Unidos y a las demás potencias, que disponen de los fondos y de los recursos científicos y tecnológicos, que asuman su responsabilidad con seriedad.
Por último, dos criterios. Acabo de exponer en detalle mi punto de vista, pero no pretendo ser pontífice ni en un tema tan complejo. Poco me suena la idea de presentarme como un experto. La mía es una propuesta abierta al debate, a un debate tranquilo, que nos interesa a todos. Con un propósito, que ojalá fuéramos capaces de hacer un pacto nacional. Ponernos de acuerdo todos los colombianos o la mayoría sobre dónde hacer el esfuerzo. Por supuesto que ahí jugarían un papel muy importante los ambientalistas, pero no solo ellos. Necesitamos que sobre estos asuntos fije posición el industrial, el agricultor, el ama de casa, el estudiante y todo el mundo. Porque finalmente es un esfuerzo que tenemos que hacer entre todos.