Por Oscar Gutiérrez Reyes
Director Ejecutivo Nacional Dignidad Agropecuaria Colombiana
Conocí a Robledo hace muchos años. Aún era estudiante universitario y hacia sus primeros pinos en lucha política. Había comenzado su camino en lucha social jugando como activista y dirigente de la rebeldía estudiantil de los años 70. A sus estudios le sacaba el tiempo necesario para caminar por las calles de Soacha, atender reclamos de la gente, repartir propaganda y hacer reuniones que lo llevaron al concejo del municipio. Y, desde esa curul, hizo oposición a las políticas contrarias al interés de los ciudadanos.
La decisión de dedicar su vida a la causa de cambiar a Colombia estaba tomada. En consecuencia con ello vino a Manizales como profesor de la facultad de arquitectura de la Universidad Nacional y desde allí, se dedicó a conocer la vida, la realidad y la historia de Manizales, de Caldas y de sus habitantes. Como académico profundizó el saber de la arquitectura de la ciudad y de la región misma. Escribió bellas páginas narrando las hazañas y dificultades de los colonizadores de estas tierras. Y, como dirigente social se vinculó a las luchas de diversos sectores y, de manera especial, a las de los cafeteros. En medio de esas peleas, no solo escribió sobre la historia del café en Colombia sino que se acercó a las luchas de carácter político primero como candidato al concejo de Manizales y después a la gobernación de Caldas.
Durante varios de esos años acompañe a Jorge en sus recorridos por los caminos de Caldas, en reuniones y cursillos de educación y análisis sobre las crisis del café y sobre cómo enfrentarlas. En ese trasegar se aclararon muchas de las ideas que hoy defiende con ahínco. La necesidad de unir desde el más humilde de los campesinos y los indígenas hasta el más encumbrado de los empresarios para enfrentar, de la mejor manera, las muchas políticas contrarias al interés nacional y al de los cafeteros, la necesidad de hacer movilización social; reuniones, memoriales, marchas y hasta paros de ser inevitable, pero hacerlo sin recurrir a ningún método alejado de la confrontación democrática y civilizada.
La condena a los métodos propios del terror y a la violencia es histórica como lo es el respeto a los contradictores y a las diferentes opiniones. La capacidad de encontrar con ellos los puntos de acuerdo que permitieran acumular la fuerza necesaria para hacer la contienda por los derechos de los cafeteros y de otros sectores de la población también se aprendió por esos días. La lucha por la condonación de las deudas cafeteras, una de las grandes luchas dadas logró incluyó importantes dirigentes gremiales y políticos como Fabio Trujillo Agudelo y jerarcas destacados de la Iglesia Católica como Monseñor Serna, obispo de la Diócesis de Líbano-Honda.
Estos principios que aplicó la dirigencia cafetera se aprendieron -después- por miles de dirigentes de otros sectores agrarios con los que Robledo se relacionó antes y durante los años lleva como senador de la república. Su cercanía al Tolima, cuando comenzó la apertura económica y más adelante en la lucha frente a los Tratados de Libre Comercio -TLC- llevo a Robledo a vincularse a los arroceros y a otros sectores afectados y a resumir, de manera didáctica y precisa, los graves daños que dicha política causaría al trabajo, la producción y el agro nacional.
Para 2002, yo era diputado de Caldas y él se elegía, por primera vez, Senador de Colombia. Por su nuevo oficio, se vio obligado a vivir en Bogotá pero ello no significó dejar de estar atento de los asuntos del café y del agro. Por el contrario, desde la comisión V del Senado se involucró, con más fuerza, en los asuntos de los productores agropecuarios tal y como lo demostró en las movilizaciones agropecuarias de 2013 y 2014.
Por eso, cuando Robledo le dice a Sergio Fajardo, ante la pregunta de éste de a qué quiere se haga especial referencia en el discurso que anunciaría al país la constitución de Coalición Colombia y Robledo le dice: tener siempre presente el interés de trabajadores y campesinos y de las mayorías nacionales, no está haciendo demagogia, está reafirmando lo que él ha hecho toda su vida, defender a la mayoría de los Colombianos. Razón de más que permite, con certeza, pedirle a las Gentes del Agro lo respalden con su voto este 11 de marzo respetando, como respeto, la diversidad de opiniones.