Intervención del senador Jorge Enrique Robledo, plenaria del Senado, 2 de agosto de 2016.
Educación universal, de alta calidad, gratuita, pública y pagada por el Estado, una de las consignas más democráticas en la historia de la humanidad. La educación privada de alta calidad es inexorablemente para pocos. La política educativa es la privatización. “Ser pilo paga” es un programa en beneficio de la más brutal de las privatizaciones.
Creo que estamos de acuerdo todos en que la calidad de la educación colombiana está lejísimos de lo que debería ser, pero muy lejos. El debate es por qué. Me atrevo a afirmar que la mala calidad de la educación en Colombia ha sido en general una política de Estado, que lleva décadas promoviendo la mala educación. Pongo a la mano un solo ejemplo. Alguien muy famoso, el doctor Carlos Lleras Restrepo, creyó una genialidad que los hijos de los pobres estudiaran menos tiempo que los hijos de las familias que podíamos pagar más. Y muchos aquí, durante décadas, lo vieron también como una genialidad. Ahora por fin se ha cuestionado esa política, y más por demagogia que por otras cosas. Las élites colombianas se gastaron 45 años en cuestionar la idea de que los hijos de los pobres estudiaban muy poco tiempo.
Cómo debe ser un buen sistema educativo sería lo primero en discutir, porque la única manera como uno puede comparar lo que hay con lo que debería ser es entendiendo qué es un buen sistema educativo. Porque al que no sabe para dónde va, cualquier bus le sirve. Aquí cada gobierno se inventa alguna demagogia y la presenta como una maravilla y quien no entiende de estas cosas puede terminar descrestado.
Creo que todos nos podemos poner de acuerdo con facilidad en que un buen sistema educativo debe garantizar una educación universal, para todos, por pobres que sean. ¿Quién lo va a discutir? Segundo, debe ser de alta calidad y para todos, no que los pobres sufran una educación para pobres, pésima, otro principio fácil de aceptar. Cuál es el problema. Quién la paga, porque esa educación universal y de alta calidad es costosa. Entonces la humanidad decidió hace décadas, siglos si se quiere, que para hacerla posible se necesitaba que la pagara el Estado y que fuera pública para que pudiera ser gratuita, porque si no es gratuita, los pobres no pueden estudiar.
Es una de las consignas más democráticas en la historia de la humanidad: educación universal, de alta calidad, gratuita, pública y pagada por el Estado. Es lo que debe ser un buen sistema educativo. Y para reforzar la idea, la educación, no como negocio, sino como derecho. Las sociedades elevan a la categoría de derecho aquellas cosas que resultan fundamentales.
Cuál es el problema o la limitación con la educación privada. La educación privada puede ser muy buena, de muy alta calidad, pero solo si se basa en matrículas muy altas. De otra manera es imposible. Luego es sinónimo de educación para pocos. La educación privada de alta calidad es inexorablemente para pocos. ¿Qué pasa con los demás en la educación privada? Primero, millones de familias no pueden pagar ni la más barata, ni siquiera la peor, porque no tienen capacidad. Y otras muchas tal vez sí, pero reventándose. Es dejando de comer, prácticamente, como logran pagar una educación privada o muy mediocre o muy mala. Porque también es una falacia la sinonimia que se ha querido montar en Colombia de que educación privada es sinónimo de alta calidad. Mentira. La mayor parte de la educación privada es educación de garaje, tanto en la educación superior como en la básica y en la media y en los preescolares. Comparen el preescolar de un pobre con uno de los preescolares del norte de Bogotá de 2 ó de 3 millones de pesos el mes y notarán ustedes la diferencia. Vamos poniendo entonces las cosas en su sitio.
Cuando uno levanta la tesis de que la educación debe ser universal, de alta calidad, pública, gratuita y pagada por el Estado, no falta quien replique, no, senador, eso son sueños imposibles. Pues bien, así es la educación en Finlandia, que no es ninguna potencia, una de las mejores educaciones del mundo. ¿Cómo es? Universal, pública, gratuita y de tan alta calidad que en las mismas instituciones estudian los hijos de la élite y los pobres. Y para poder garantizarla, se cuenta con un sistema que convierte a los profesores casi en los héroes de esa sociedad, superbién formados, también gratuitamente, superbién pagos, considerados y con todas las garantías. Qué diferencia en un país como Colombia, que lleva medio siglo vilipendiando y maltratando a los profesores y echándoles la culpa de un sistema educativo inicuo, así le haya parecido una genialidad al presidente Lleras que los pobres estudiaran el 20 ó el 30 por ciento menos del tiempo que podíamos pagar otros colombianos.
Y a pesar de lo que evidencia la realidad, y este es el punto central, ¿cuál es la política educativa desde hace días? La privatización. Aquí la genialidad de todos los gobiernos, no de ahora sino desde hace mucho rato, y como imposición del Fondo Monetario Internacional y la OCDE, es la privatización. La política es la educación mala, mediocre, de baja calidad y a la que definitivamente no pueden acceder cientos de miles colombianos. Y al mismo tiempo golpear la calidad de la educación pública, que en su momento fue muy buena, pero que se ha venido deteriorando. A la Universidad Nacional se le caen los edificios y es la hora en que no ha estallado ningún escándalo en los medios. Cada vez la financiación es peor y cada vez la calidad de la educación pública es peor. La política, repito, es la privatización.
Y claro, a la clase media la tienen completamente engañada. Le metieron el cuento de que la mejor educación es la educación privada. He visto episodios lamentables de muchachos que son pilos y que prefieren entrar a una universidad privada bien mediocre, que por ejemplo a la Universidad Nacional de Colombia. Advierto que fui 26 años profesor de tiempo completo de la Universidad Nacional de Colombia. Sé de lo que estoy hablando y sé de las inmensas limitaciones de las universidades privadas más famosas de Colombia, si las comparo con las universidades públicas de primer nivel y más si las comparo con las universidades internacionales.
A la clase media la engañan. Lo que era el derecho a acceder a una educación de buena calidad y gratuita, se lo cambiaron, háganme el favor, por unas matrículas carísimas que la asfixian, por unos créditos impagables y una calidad, casi en todos los casos, bien mediocre o mala. Y creen los muchachos que porque sacaron el título en una institución de educación privada ya se salvaron. Pues no. Los que entendemos de esto sabemos que cuando llega un egresado a una firma de ingeniería, por ejemplo, el uno con el cartón de la Universidad Nacional o de una universidad privada de alto nivel y el otro con el flamante cartón de la Universidad de La Viborita, seguramente es contratado el primero con más facilidad. Porque aun cuando el cartón parezca ser el mismo, mis queridos miembros de la clase media colombiana, no lo es. Allí se da una discriminación inmensa contra esa clase media que ha sido despojada del derecho de tener educación pública y de primera calidad.
Concluyamos con un comentario en este sentido. Qué decir de “Ser pilo paga”. Se nos presenta como un avance maravilloso, ultra democrático, para que puedan estudiar los pobres. Pues yo tengo que decirle, señora ministra Gina Parodi, que la idea no resiste análisis. Es una fábula que maravilla a quienes no son ilustrados en estos temas ni tienen la información suficiente. Es muy eficaz para producir titulares y más en unos medios de comunicación que en tantos casos, más que informar, desinforman, que en tantos casos lo que producen son publirreportajes. No resiste análisis en ningún círculo especializado ese programa de “Ser pilo paga”.
Entraña más privatización, exactamente lo contrario de lo que hay que hacer. Es un programa en beneficio de la más brutal de las privatizaciones. Segundo, es una gota de agua en un océano. Aun si el programa fuera bueno, los números son absolutamente ridículos. Tercero, y esto es muy grave para los que hemos sido profesores, es un maltrato al común de los estudiantes colombianos. Lamentable meterles a los muchachos que no son del programa el cuento de que se merecen su suerte, se merecen quedarse sin buena educación porque no hacen las cosas bien, y lamentable poner a los padres a luchar con los hijos por no ser capaces de estar en el programa de “Ser pilo paga”, cuando además el número no tiene nada que ver con una visión científica de las cosas, sino con un análisis pedrero de cuánta plata hay para saber cuántos pilos puede haber en un país.
Se lo dije a la ministra Parodi hace un par de años cuando hicimos un debate aquí mismo en esta plenaria. Hasta el nombre es absolutamente inaceptable y tremendamente dañino para una concepción democrática de las cosas.
Entonces lo que tenemos que hacer es luchar por una educación que debe ser, para la que necesitamos, universal, de alta calidad, gratuita y pública, lo que no quiere decir que no haya educación privada, pero no nos metan el cuento de que la solución a los problemas está en ahondar la privatización, porque ya he demostrado sus limitaciones estructurales.