Por: Jorge Enrique Robledo
Aunque el debate sobre la tecnología Star de Pacific Rubiales Energy parezca difícil de comprender –y no lo es–, vale la pena entenderlo por estar en juego de quién serán 24 millones de barriles de petróleo –2.400 millones de dólares–, sin contar regalías. Porque el contrato de Campo Rubiales, operado hoy por Pacific, vence en 2016 y hay que definir si sigue bajo su control o si pasa a Ecopetrol. Y como siempre ha sucedido al finalizar los contratos con las trasnacionales petroleras, esta vez también dicen que es mejor, ¡para Colombia!, que la operación siga en manos de la empresa extranjera, porque supuestamente ofrece una tecnología que solo posee ella y que producirá maravillas.
Pacific le ofreció a Ecopetrol la tecnología Star para aumentar la producción y el factor de recobro de Campo Rubiales, es decir, la rapidez y cantidad total de petróleo que puede extraerse, mediante un proceso conocido de vieja data, de 70 años ya, llamado combustión in situ –en el sitio–, consistente en elevar la temperatura del yacimiento hasta incendiarlo y que, la verdad sea dicha, adolece de dos graves defectos: destruye reservas de petróleo y, por su complejidad, ha fracasado en casi todos los países en los que se ha ensayado. Pero así y todo, Pacific y Ecopetrol acordaron realizar en Quifa –un campo muy parecido a Rubiales– una prueba piloto que determinará si la tecnología funcionaba o no, de acuerdo con fechas y metas establecidas.
Y es incontrovertible que Pacific no pudo lograr lo prometido. Porque, de acuerdo con información de Ecopetrol que nadie ha refutado, las partes “acordaron como único factor de éxito” que la producción aumentara en 125 por ciento sobre una curva básica, cosa que no sucedió pues “la producción obtenida en ejecución del Piloto se encuentra 41.2 por ciento por debajo de la curva básica acordada”, según cifras a 31 de octubre de 2013, la fecha definida para “revisar(se) el cumplimiento o no del factor de éxito”. Y también fracasó la meta de aumentar del 14 al 50 por ciento el factor de recobro. Según la ANH, este apenas llegó a estar entre el 27.6 y el 29.1 por ciento, mientras que Ecopetrol señala que solo se alcanzó el 18.7 por ciento (http://bit.ly/1u05FYj).
Es especialmente negativo para Pacific que la ANH afirme que “no se alcanzó la producción incremental esperada debido a que se presentaron problemas (…) que llevaron a cierres reiterados de los pozos del arreglo y la pérdida de la efectividad en el control del frente de combustión”, que era precisamente lo que debía impedir la tecnología Star dentro del viejo sistema de combustión in situ, y por lo que la superintendencia de Industria y Comercio le concedió patente con llamativa rapidez. Como otro indicio que podría probar el grave impacto ambiental del experimento y la pérdida de control de una combustión que debía ser in situ y que dejó de serlo, se ha dado un enjambre de sismos en el área de Quifa, y en los campos vecinos Rubiales y Pirirí, seguramente generado por las altas temperaturas de un experimento fuera de control. Y es muy grave que la ministra de Ambiente diga que una explotación de tanto impacto y riesgo se haya efectuado sin licencia ambiental.
La combustión in situ, además, genera un impacto inevitable e indeseable: que el aumento de la temperatura del yacimiento literalmente quema reservas de petróleo, destruyéndolas para siempre, lo que impide que en el futuro puedan extraerse con nuevas tecnologías. Y si para una petrolera privada puede ser positivo aumentar la ganancia en el corto plazo, así destruya valor futuro, el Estado debe manejar los campos asegurando lo mejor en el largo plazo.
“Ecopetrol –además, dice la empresa– tiene capacidad técnica y financiera para operar Campo Rubiales”. Y esto lo ha probado en Castilla y Chichimene, campos también de crudos pesados, en los que elevó la producción –tras la salida de las trasnacionales– de 23 mil a 114 mil barriles diarios entre 2000 y 2013, un incremento del 395 por ciento, con sistemas de recobro mejorado acordes con ese tipo de yacimiento.
Es absolutamente obvio que Ecopetrol debe asumir la operación de Campo Rubiales, porque allí está el 20 por ciento de la producción nacional y por 2.400 millones de dólares que no tienen ninguna razón para seguir yendo a Pacific. Si esto está en duda, no es porque no se sepa dónde está el interés de Colombia, sino porque el gran poder de todo tipo de la trasnacional canadiense es capaz de poner al gobierno a decidir en contra del país.
Bogotá, 18 de julio de 2014.