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EN BOGOTÁ, ES TIEMPO DE LA CULTURA

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Empezar por decirles que este asunto de la cultura, de las artes, del patrimonio, es tan importante que hay que concebirlo como un derecho fundamental, no como un asunto accesorio o menor. Voy a explicar por qué.

Quiero contarles que sobre el tema he mantenido un interés personal toda mi vida. De muchacho, me crie en una familia en la que mi mamá y mi hermana se movían en estos terrenos. El mundo de la creación artística, de las artesanías, siempre estuvo presente en mi casa desde niño. Además, soy arquitecto y en Manizales fui profesor en la Universidad Nacional de Colombia durante 26 años. Y la arquitectura es parte importantísima de la cultura. Allí también me vinculé a muchos temas culturales y particularmente a la historia de la arquitectura de Manizales y el Antiguo Caldas, una expresión de una curiosidad muy grande en la arquitectura nacional, porque buena parte de ella en Caldas, Risaralda, Quindío, Norte del Valle, que ustedes deben conocer, está erigida con maderas, y guaduas, lo que conocemos con el nombre de bahareque, un fenómeno sui generis, pero de un valor universal.

Es a mi juicio uno de los primeros aportes de la cultura nacional a la cultura universal, dentro de la idea de la arquitectura sin arquitectos o arquitectura popular, la del maestro de obra, lo que le da una connotación especial, sin que le quite nada de su valor. Ojalá un día vayan por esas tierras y aprecien la estética de esa arquitectura y la manera tan especial de construirse y cómo salvó a la región de los terremotos. Si no hubiera sido por el bahareque, probablemente la región no habría podido desarrollarse. Adelanté sobre el tema una investigación de más de diez años y terminé publicando tres libros que son parte de la cultura nacional y regional. Por ahí en un trino que puse están las fotos de las portadas.

Como senador, seguí interesado en el asunto de la cultura, aunque era de la Comisión de Asuntos Agrarios y Mineros y Energéticos. Por ejemplo, en el 2014 realizamos una audiencia con la Asociación de Actores y Actrices de Colombia. También promovimos un evento muy importante con la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Naturales y Físicas, porque todo esto es parte de la cultura, entendida de la manera más amplia.

Y en el caso de la lucha nuestra en contra de los TLC, publiqué un libro en el que dedico un capítulo entero a explicar cómo los tratados de libre comercio se encaminan a aplastar la cultura nacional, aplastándola incluso con basura, y a sustituirla por la cultura de las grandes potencias. No pretendo afirmar con ello que Colombia no pueda desarrollar sus manifestaciones culturales como parte de la cultura universal, porque las grandes potencias han desarrollado también una cultura de gran calidad que tenemos que apreciar y comprender y disfrutar. Pero hay mucha basura. Y lo más grave, los tratados de libre comercio nos cortan el vuelo para que no podamos desarrollar cultura también nosotros. Es un tema tan sensible que cuando la Unión Europea intentó tramitar un tratado de libre comercio con Estados Unidos, la primera condición puesta por los franceses fue decir que en la negociación no entraba la cultura. Tenemos el derecho a protegerla como se nos dé la gana, sostenían, porque a nosotros no nos van a coger las trasnacionales gringas y a aplastar y a destruir la cultura francesa con el cuento de que lo único que importa son los grandes negocios.

Es entonces un tema de importancia y así lo hemos subrayado en todos estos debates que hemos librado. Yo me opuse, por ejemplo, a la Ley Lleras, tanto que hasta la demandé. ¿Por qué? Porque es una ley que manipula los derechos de autor en beneficio de las trasnacionales, de los grandes poderes.

Hecha esta introducción, digamos que nosotros somos una especie en la naturaleza que transforma la misma naturaleza, una característica principalísima que nos define. Y no de manera limitada, sino que la transforma hasta tal punto que a uno a ratos se le olvida que la naturaleza sigue estando allí. Eso es lo que somos nosotros como seres humanos y ese es el progreso de la humanidad. Pero al mismo tiempo, y esto es muy importante, somos una especie que fue capaz de valorar las formas, la estética, la belleza en sus distintas manifestaciones. Entonces, en cierto sentido, la historia de la humanidad es también la historia de cómo a los primeros instrumentos y herramientas, meramente utilitarios, se les pegaron en un momento dado sentimientos estéticos.

Con Carmen, mi señora, aquí presente, que estudió Bellas Artes, lo que también me acerca a la cultura, estudiábamos un día las primeras hachas de piedra construidas hace milenios, viendo cómo evolucionaron y en qué momento se les pega el valor estético. El hacha ya no solo cortaba, sino que además era bellísima. Los seres humanos en su evolución se van introduciendo en el mundo de las artes, de la cultura, de la estética. Es lo que nos muestra la historia de la humanidad. Si uno las mira con cuidado, las primeras construcciones eran simples refugios para protegerse de las inclemencias del tiempo. La arquitectura propiamente dicha empieza a surgir cuando a la construcción le aparecen la estética, los valores formales. Y hay una frase muy bonita que los arquitectos usamos mucho, toda arquitectura es construcción porque es realidad, pero no toda construcción es arquitectura. Si no alcanza unos mínimos de valor estético, formal, ambiental, no ha llegado todavía a ese nivel, lo que no le quita que sea construcción. Lo mismo se puede afirmar sobre otras muchas manifestaciones. El lenguaje, la palabra, aparece hace milenios por la necesidad social que tenemos los seres humanos de comunicarnos entre sí, al principio de manera muy elemental, pero en algún momento las palabras se vuelven literatura y se vuelven poesía y adquieren un valor superior y empiezan a ser parte de las artes y la cultura y el patrimonio. Y se pasa de hablar al canto, que ya es otra cosa, porque cualquier habla, pero cantante no es cualquiera. Y de paso felicito a Jorge y a David por las canciones que nos permitieron disfrutar esta noche. Muchísimas gracias por su grata participación en este evento.

El progreso de las artes y la cultura tiene estrechamente que ver con el progreso de la humanidad. Dejaríamos de ser humanos si no hiciéramos prosperar la cultura junto con las herramientas y las tecnologías, base de todo progreso. ¿Cuál es la tragedia de Colombia? Que las políticas económicas, tan dañinas, nos han mantenido presos del subdesarrollo y han terminado lastrando también el desarrollo de la cultura. Aquí nos toca dar una doble lucha, por un lado, para que el país pueda desarrollar su economía y, por el otro, para que al mismo tiempo pueda desarrollar mejor su cultura. Hacía yo en alguna clase la pregunta, ¿cuántos pianos hay en un país? Y daba una respuesta un poco dura y medio prosaica pero cierta: tantos cuantos se puedan pagar. Uno no puede defender de verdad la cultura, con coherencia, si al mismo tiempo no defiende el desarrollo del país en todos los aspectos del conocimiento, en absolutamente todos los aspectos del conocimiento. Es la lucha en la que estamos. 

Bueno, a estas alturas ya se habrán dado cuenta ustedes de que a ratos se me alborota el profesor. Entro entonces a plantear ya propiamente qué es lo que estamos proponiendo para mi Alcaldía. ¿Cuál es la propuesta? La primera idea es que en la Secretaría de Cultura del Distrito vamos a abrir las puertas para que pueda participar y opinar toda la gente que está en esto, sea como creador de cultura, como defensor o como simple espectador, la gente que se deleita con las manifestaciones culturales. Esta es la propuesta general, y cuando llegue la hora de estar en la Alcaldía entraremos a detallarla de la manera más amplia posible, porque yo no voy a gobernar solo para los de Dignidad & Compromiso. Vamos a gobernar para toda la gente de Bogotá. Y aquí habrá mucha gente de este mundo de la cultura que no va a votar por mí, pero que serán bienvenidos a nuestro proyecto.

Paso a detallar enseguida tres o cuatro puntos principales. Primero, vamos a aumentar en proporciones importantes el presupuesto de la Secretaría de Cultura. Hoy es de unos 550 mil millones de pesos, una suma importante, y vamos a llegar a un billón en el proceso de los cuatro años, porque las obras exigen gastar, pero plata bien gastada, no se trata de botarla, sino de hacer las cosas bien. Los fondos se van a aplicar a promover música, pintura, teatro, literatura, poesía, arquitectura, y todo lo que tiene que ver con las instalaciones, los museos. También las artesanías, incluso la propia gastronomía, como parte del patrimonio de los bogotanos. Muchas cosas que no se valoran como patrimonio y como parte de la cultura son parte de ella y hay que defenderlas, cada una con su especificidad y dentro de sus características.

Hago una precisión, porque en eso vamos a tener que marcar una diferencia con la actual administración. En esta administración hay avances, cosas positivas, y los vamos a mantener, y lo que podamos mejorar lo mejoramos. Pero no confundamos la cultura en este terreno del que estoy hablando con la cultura ciudadana. Son cosas diferentes. La cultura ciudadana se refiere más a que seamos, para por poner un ejemplo, buenos bogotanos. Claro, voy a trabajar también muy duro en el terreno de la cultura ciudadana, en este sentido. Serán cuatro años de una campaña contra toda forma de violencia contra las mujeres y contra cualquier sector por el color de su piel o por su manera de relacionarse con la población LGBTI. No tiene por qué haber violencia ni discriminación contra ellos. También hay que hacer un trabajo en la cultura del desarrollo del pensamiento para que seamos mejores ciudadanos. Cuidar a Bogotá, no tirar las basuras al piso, ser puntuales. Pero repito, aquí de lo que yo estoy hablando esta noche es de la cultura en la acepción en la que la he presentado.

En otro aspecto fundamental, el presupuesto va darles un respaldo muy directo y expreso a los trabajadores de la cultura. No hay desarrollo de la cultura sin trabajadoras y trabajadores de la cultura. A ellas y a ellos hay que reconocerles, como un gran mérito, que laboran en un sector cuyas condiciones económicas suelen ser supremamente difíciles, porque las artes y la cultura lamentablemente no tienen el desarrollo en Colombia que deberían. A ratos los pintores, los cantantes, los músicos, los teatreros, parecen como quijotes. Bueno, a ellos va dirigida una parte muy grande del presupuesto para que puedan crear de la mejor manera, como un reconocimiento de la sociedad a su actividad. Que quede claro que los vamos a respaldar con todo lo que podamos, más de lo que están siendo respaldando hoy. 

El otro tema complicado es el público. Parece mentira, pero tenemos muy poco público para las obras culturales. No es raro entrar a una función de teatro y ver el auditorio medio desocupado, o a un concierto o a tantas otras de sus manifestaciones. No hay una educación para los espectáculos de altura cultural y es también una expresión del subdesarrollo nacional. Entonces, vamos a hacer un esfuerzo muy grande para promover el público, para que haya más público, para que la gente aprenda a disfrutar. A disfrutar de la cultura se aprende disfrutando. Debe haber de por medio una educación para que cambie la actitud. En eso vamos a trabajar supremamente duro, a seguir promoviendo con toda seriedad, por ejemplo, las casas de la cultura en los barrios, como también los buenos auditorios en los colegios, porque parte del problema es que hay que multiplicar los escenarios donde presentar las manifestaciones culturales.

Vamos a crear algo que hemos llamado el bono cultural, unos recursos que daría el Distrito para subsidiar la asistencia a espectáculos, para acercar más la gente a ellos.

Hay un tema que se viene abriendo camino y que tiene sus complejidades, y es la idea de avanzar en la Bogotá de 24 horas, o sea, la Bogotá de la noche. Mucho del mundo cultural tiene que ver con la noche. Pero además se está hablando de sectores comerciales, inclusive de construcción de vías. No es fácil porque la noche tiene sus complicaciones, empezando por el número de personas que se mueven, que no es el mismo, lógico, de los que se mueven en el día. Pero ese es un punto que vale la pena valorar y ver cómo lo hacemos de la mejor manera.

Y el otro aspecto que quiero señalar es el tema de los museos. Hay que darles todo el respaldo a los escenarios donde se conservan las cosas, las salas, los auditorios. Bogotá cuenta con un número importante de museos y dos que son muy únicos, el Museo del Oro, realmente un logro maravilloso, y el museo que donó en su generosidad Fernando Botero, en donde hay un número importante de sus mejores obras, obras de talla universal. Ojo con lo que estamos comentando. Colombia tiene pocos creadores de cultura de talla universal, García Márquez, Fernando Botero, seguramente hay otros, y hay un museo donde se exhibe una parte importante de su obra. Queda al frente de la Luis Ángel Arango y es gratuito. Aprovechen y vayan. El día en que estuve rindiéndole un homenaje al maestro Botero en el Capitolio, aprovechamos y lo visitamos con Carmen. Allí reposa parte de su colección privada. Fernando Botero compró muchas obras del arte universal, y ve uno pinturas de Picasso, pinturas de impresionistas de mucha calidad, que si uno no las ve ahí, tendría que ir al exterior a verlas.

Bogotá es la ciudad con más trabajadores de la cultura y probablemente con el mejor público, en medio de las dificultades. Seguro que tenemos el público más preparado y una infraestructura. Vamos a promover turismo nacional a Bogotá, a sus escenarios culturales. En todos los sitios de Colombia hay gente que se mueve en este mundo. Invitémoslos a que vengan y creemos planes a los que se vincule el Distrito. Pero la idea también es lograr vincular a los medios de comunicación e inclusive a sectores de la empresa privada que pueden ser sensibles al tema. La idea es que Bogotá termine siendo un referente de la cultura latinoamericana. Eso es mucho más difícil, pero se ponen los cimientos es atreviéndose dar el primer paso.