Declaración, Senador Jorge Enrique Robledo, Bogotá, 20 de noviembre de 2008
Arriban a Bogotá miles de indígenas provenientes de todo el país. Después de declararse en Minga ante la actitud desobligante del gobierno nacional, iniciaron una nutrida y entusiasta marcha desde el norte del Cauca, a la cual se han venido sumando delegaciones indígenas de todas las regiones del país. La Minga llegó ayer a Soacha y ya está en las calles de la capital.
Los pueblos indígenas solicitan al Presidente de la República respetar los compromisos adquiridos en materia de entrega de tierras y que escuche sus posiciones sobre asuntos tan trascendentales como el TLC con Estados Unidos, el Estatuto de Desarrollo Rural y la Reforma al Código de Minas. El gobierno está obligado a atender estas peticiones, pues ellas se sustentan en un fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la Constitución y en los acuerdos internacionales firmados y ratificados por Colombia. Son reclamos ante los que el doctor Uribe y su ministro de Agricultura, doctor Andrés Felipe Arias, lanzan la falaz idea de que a los indígenas colombianos los colman las comodidades y que esos compatriotas son unos glotones insaciables.
Desconocer el problema indígena es ir en contra de los hechos. El Banco Mundial reconoce que los pueblos indígenas son “el grupo más desfavorecido de América Latina”. Y Naciones Unidas constata que en Colombia “el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia” son situaciones que padecen los pueblos indígenas, hechos que se agravan por “una distribución no equitativa de la riqueza, por la marginación y por la exclusión social en que viven diferentes comunidades”.
La Minga propone además la creación de una agenda donde estén todos los sectores sociales que padecen los rigores del régimen político, económico y social imperante en Colombia. Agenda que tiene por elementos fundamentales la pugna por la recuperación de la soberanía nacional y la construcción de una auténtica democracia. Lo democrático y apropiado de las peticiones y propuestas de la Minga Indígena me lleva a expresar mi respaldo a tan correctos planteamientos. Cuando llegue el momento de iniciar su discusión, estaré presto a debatirlos y continuaré apoyando la forma civilizada como los indígenas han hecho sus protestas. Al gobierno lo llamo a que en esta ocasión, cuando los indígenas han mostrado de nuevo querer hacer un diálogo que respete los derechos de las dos partes, no vuelva a cometer el error de tramitar esas diferencias en forma inapropiada.