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LAS CIFRAS DEL DEBATE QUE PERDIÓ EL GOBIERNO

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Jorge Enrique Robledo

Bogotá, 30 de octubre de 2009.

En el debate sobre “Agro, Ingreso Seguro” (AIS) se demostró que lo que impera en el sector es lo escaso e inseguro del ingreso, salvo para un grupito y, en especial, para los 45 que financiaron con $549 millones la campaña de Álvaro Uribe y que recibieron recursos de AIS por $33.497 millones de pesos. ¡La mejor de las pirámides!

 

Las cifras y los análisis demostraron el desastre de casi todos en el agro y que AIS se diseñó para que los escasos recursos oficiales se distribuyeran dentro de una concepción plutocrática y de amigotes.

 

El 65% de los habitantes del campo vive en la pobreza y el 33% en la indigencia. Hubo 2.14 millones los desplazados entre 2002 y 2008, período en el que el agro creció menos que el conjunto de la economía (3.29 vs 4.91% promedio anual). El índice de Gini, que mide la concentración de la propiedad rural, ha empeorado en este gobierno y llegó a 0.875, probablemente el peor del mundo. Están subutilizadas nueve millones de hectáreas con vocación agrícola. El área cultivada cayó de 3.74 a 3.5 millones de hectáreas. El 66% de los que tienen empleo gana menos de un salario mínimo. Las exportaciones agrarias están estancadas, pues pasaron de 4.33 a 4.44 millones de toneladas, mientras que las importaciones, que eran de 6.33 millones de toneladas en 2002, llegaron a 9.8 millones. Y están en pésimas condiciones, entre otros, cafeteros, arroceros, paneleros y lecheros.

 

Al mismo tiempo, el escaso respaldo oficial al agro se concentra en unos pocos muy poderosos. Según Cega-Uniandes, el 1% se queda con el 71% de los créditos redescontados y con el 64% de la cartera sustituta de Finagro. En 2000, el 1% tomaba el 17.7 de los recursos de ICR y hoy ese mismo porcentaje toma el 45.3%. El 1% se apropia del 45% de los respaldos del Fondo de Garantías y del 58.7% de las garantías pagadas ($630 millones en promedio). De otra parte, el 33% de los ICR (89.900 millones de pesos de 2006) van para palma, el barril de alcohol carburante tiene un costo de 142 dólares y el de gasolina de 58 dólares, alcohol carísimo que, como el diesel de palma, también muy caro, el gobierno nos obliga a consumir.

 

En cuanto al total de los créditos AIS, 161 usuarios de más de $1.000 millones cada uno absorbieron el 30% de los recursos y 79.474 créditos de menos de $20 millones tomaron el mismo porcentaje. En ICR, 1.108 beneficiarios recibieron la mitad de los recursos, lo mismo que 75.338, y en 10 departamentos, 17 beneficiarios concentraron el 45% de los recursos. A Coltabaco-Philips Morris le prestaron $29.587 millones, a cinco ingenios les dieron cinco veces más que al Tolima y dos veces más que a Caldas, y en Cauca un ingenio recibió el 40% de lo correspondiente al departamento. En Bolívar, dos se quedaron con el 73% de los recursos. Y dos empresas de Corficolombiana, que controla el banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo, recibieron 6.024 millones de pesos, un tercio del total de todo el Meta.

 

En el debate se recordaron las denuncias de prensa sobre las familias fuertemente favorecidas con regalos para riego y drenaje, así: una con $6.895 millones, otra con $2.973 millones y una más con $2.429 millones. Y otros $8.210 millones se los repartieron entre cinco.

 

Esta descarada concentración de los recursos coincide con el escaso respaldo del Estado al agro, como también lo demuestran las cifras: a pesar de la alharaca sobre las “muchas” platas de AIS, lo cierto es que, según el gobierno, el programa apenas apoya un poco más de cien mil proyectos productivos al año, cuando en Colombia hay casi 2.7 millones de productores agropecuarios. En el caso del crédito, otorga menos de 30 mil al año, es decir, solo 30 por municipio.

 

Entonces, la política agraria debe ser profundamente modificada, empezando por el programa “Agro, ingreso seguro”, cuyo nombre, demagógico y politiquero para servirle a Andrés F. Arias, debe eliminarse. El Estado debe proteger y apoyar en serio toda la producción –empresarial, campesina e indígena–, pero haciendo énfasis en el respaldo a los pequeños y medianos, que son quienes más lo necesitan y de cuyo progreso depende el avance de toda Colombia.