Jorge Enrique Robledo
Bogotá, 18 de marzo de 2009.
Lejos de concluir el empeoramiento de la crisis económica global, su tendencia es a agravarse y a golpear a todos los países, sin excepción alguna. Si se emplea la figura del tsunami económico que estalló en Wall Street, hay que precisar que todavía no ha terminado de cargarse de energía la ola principal que azota y azotará más al mundo y que la crisis se halla lejos de llegar a su fondo.
Hacen el oso quienes dicen que Colombia está “blindada” o siquiera “preparada” frente a lo que ocurre, como si no se supiera que la economía nacional empezó a caer incluso antes de que se sintieran en el país los primeros efectos de la crisis mundial, confirmando que el sino que le impone el “libre comercio” a Colombia es el de cortos períodos en el que el producto crece principalmente en beneficio de un puñado de especuladores, trasnacionales y monopolios, para luego caer abruptamente, sacrificando, más que a nadie, a quienes no se beneficiaron o se beneficiaron poco del período anterior. Hora de recordar que la primera crisis del neoliberalismo –en 1999, la peor de la historia del país hasta hoy– no se inició en la banca sino en el llamado sector “real” de la economía, como podría volver a suceder.
Y la crisis global y las locales solo podrán agravarse, entre otras razones, porque ya se confirmó que Estados Unidos y las otras potencias económicas, al igual que los organismos internacionales de crédito con las que estas organizan –o desorganizan– las economías de sus satélites, insistirán en el “libre comercio”, fórmula que apunta a traspasarle lo peor del problema a los países pobres de la tierra y a los pobres de todas las naciones. Otra prueba más, por si faltara, de que el neoliberalismo no se ideó para resolver los problemas de los países como Colombia ni los de las gentes del común de todas partes, sino para concentrar la riqueza en manos de un puñado.
En el pésimo manejo de la economía nacional resalta la abusiva decisión de Álvaro Uribe de cobrar la gasolina y el ACPM en el país como si el precio del barril de petróleo fuera de 70 dólares y no de 40, como es en realidad. Porque hasta el menos informado sabe que los dos billones de pesos que costará esa medida durante 2009, será la misma suma que no tendrán los colombianos para gastar en su beneficio y estimular la economía del país.
En momentos en que tanto se nota el cabildeo a favor de que se le autorice a la AngloGold Ashanti explorar oro en el Área de Reserva Forestal Central, en Cajamarca, Tolima, no sobra que se sepan unas verdades poco conocidas. Una enorme explotación aurífera a cielo abierto en ese sitio –que removerá 30 mil toneladas diarias de roca y empleará cianuro en grandes cantidades– amenaza las aguas de una gran porción de ese departamento, entre ellas las del acueducto alterno de Ibagué y los municipios de Coello, Guamo y Espinal, incluido su distrito de riego, el más grande del país. Sobre el tema en litigio, Diego Alvarado, Procurador Judicial Ambiental Agrario del Tolima, “de manera reiterada”, le ha solicitado al ministro Juan Lozano “la negación total de la sustracción del área solicitada por Anglogold S.A.”, porque la legislación nacional prohíbe por completo esa posibilidad.
En su sustentación –que tiene el respaldo de la Contraloría y coincide con la posición de Cortolima–, el Procurador agrega: “Desconcierta, Sr. Ministro (Lozano), que la sociedad minera establecida en Cajamarca hubiera iniciado labores de exploración sin solicitar la sustracción del área obligando a Cortolima, Resolución Nº 205 del 21 de febrero de 2008, a ordenar la suspensión de los trabajos de exploración por haber violado la legislación colombiana, especialmente la ambiental. Por esta misma razón, Sr. Ministro, cursa una investigación en contra de Anglogold S.A.”. Y también le dice que, “como si lo anterior fuera poco, ahora Anglogold S.A., solicita la sustracción del área –que de concederse– equivale a legalizar el no acatamiento de la ley y a premiar a una compañía extranjera que flagrantemente violó, entre otros, el artículo 210 del Código de Recursos Naturales de Colombia”.
Coletilla: aunque se cubran tras supuestas “noticias” y análisis “imparciales”, es notorio que ciertos uribistas y criptouribistas conspiran para montar un Polo de bolsillo e impedir que sea una auténtica alternativa a la manera desastrosa como se ha gobernado a Colombia.