Jorge Enrique Robledo Castillo
En lo que sin duda se viene convirtiendo en una especie de campaña institucional en contra del derecho a pensionarse de los colombianos, ya casi se presenta a los pensionados como a una especie de zánganos privilegiados que abusa del resto de los colombianos. Cuando lo cierto es que la pensión de jubilación no es otra cosa que la única posibilidad que tienen los asalariados de evadir una vejez horrorosa, a la que, además de los problemas propios de la avanzada edad, no se le sumen las inevitables lacras que acompañan a la indigencia. Porque, por definición, exceptuando a unos cuantos casos que no son representativos, los bajos salarios les niegan a quienes los perciben constituir ahorros que les permitan llevarse el pan a la boca una vez concluyen su etapa laboral. Y esos compatriotas, además, adquirieron el derecho a pensionarse luego de haber aportado para sus pensiones por el monto y el tiempo que les establecieron en las normas. De ahí que sean tan regresivas las sistemáticas propuestas oficiales para imponerles impuestos a los pensionados y reducirles el monto de sus mesadas.
Tampoco puede compartirse la tendencia iniciada con la Ley 100 de 199xxx de que cada reforma pensional tiene como objetivo incrementar los aportes de los trabajadores para sus pensiones, aumentar la edad a la que se adquiere el derecho y reducir el monto de la pensión, de forma que cada vez más esta se asemeja es a un seguro de entierro. Y es obvio que la demagogia en contra de las llamadas “altas pensiones”, que son poquísimas, solo apunta a ocultar que cada reforma pensional se dirigen contra las medianas y las menores.
La cantinela sobre la llamada “bomba pensional”, con la que se intenta darle fundamentos a cada desafuero en contra de quienes viven de un sueldo o un salario, también debe develarse. En primer término, dicha “bomba” se presenta mediante el subterfugio de asumir que todas las pensiones se deben pagar de manera inmediata, como si no se supiera que esos pagos habrá que hacerlos a lo largo de los años. Y el déficit del Instituto de Seguros Sociales (ISS) debe explicarse para que se entienda lo que ocurre.
Primero, los gobiernos nunca cumplieron con los aportes que le debían hacer al Seguro de acuerdo con lo establecido por la ley que lo que creó, lo que acumuló una deuda que se calcula en más de xxxxxxx billones de pesos. Luego, ya después de la Ley 100, parte de lo adeudado se le pagó convirtiéndolo en propietario del BCH, institución de crédito que fue condenada a la ruina por las reformas al Upac del gobierno de César Gaviria, las políticas que originaron la crisis financiera del final de la década de 1990 y la decisión oficial de no “rescatarlo”, como si lo hicieron con otras instituciones financieras. También cuentan en la crisis del ISS la sanción oficial que le prohibió hacer nuevas afiliaciones por xxx años y el bajonazo que le produjo a la economía nacional política de apertura, la cual, al quebrar tanto del aparato productivo y aumentar el desempleo, disminuyó el número de quienes podían aportar para pensiones y el nivel de sus aportes.
Pero, por sobre todo, la crisis del Seguro se explica por la decisión tomada con la Ley 100 de crearle al capital financiero el negocio de los fondos privados de pensiones, lo que, fuera de convertir en ganancias grandes sumas que deberían ir a los pensionados, generaron no pocas decisiones en contra del ISS y le arrebataron millones de aportantes. Como el sistema del Seguro estaba concebido para que los aportes de los nuevos trabajadores ayudaran a pagar las pensiones de los antiguos –lo que se conoce como la “solidaridad intergeneracional”–, el paso de los aportantes a los fondos privados significó que el Estado se quedó con los pensionados y los fondos con los cotizantes, copiando el modelo desarrollado por Pinochet en Chile. Con razón, el ex ministro de Hacienda Abdón Espinosa Valderrama a dicho que……..
Que los fondos privados de pensiones posean 26,6 billones de pesos dedicados al parasitismo financiero, mientras el Seguro no tiene con qué pagarles a sus pensionados, le da una explicación concreta a buena parte del faltante. El resto se explica por las maniobras contra el ISS atrás anotadas y, en especial, al cada vez menos aporte del trabajo formal y a sus bajos salarios a la economía del país, tendencia que deberá agravarse si Colombia suscribe el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.