Jorge Enrique Robledo Castillo
Manizales, 10 de julio de 2002.
En un hecho que ya conté y que no tiene antecedentes en Manizales, el 24 de junio pasado llegamos a un acuerdo, entre otros, Omar Yepes, Luis Emilio Sierra, Jorge Enrique Robledo, Adriana Gutiérrez, Tony Jozame, Dixon Ferney Tapasco, Juan Martín Hoyos, Adriana Franco, Olga Rivas de Echeverri, Felipe Montes, Ana María González, Gildardo Armel, Manuel Alberto Soto, Juan C. Gutiérrez, Alberto Jaramillo Botero, Herman Estrada, Oscar Arturo Orozco, Sandra Patricia Toro, Luis Alfonso Arias Aristizábal y Germán Cardona. En ese acuerdo, que se plasmó en una carta dirigida al Presidente de la República que se le entregó a la Ministra de Minas, se le proponen al gobierno seis fórmulas para capitalizar la Chec distintas a mal vendérsela al llamado “socio estratégico”, porque –y ese fue el tema de las conversaciones previas– así se defiende, además de la empresa, el interés regional.
En represalia, al otro día, el gobierno nacional destituyó al Gerente de la Chec porque había cometido el “crimen” de propiciar esa unidad. Y en La Patria del 3 de julio pasado, Guillermo Trujillo Estrada descalificó la defensa del interés regional en la Chec porque, según él, éste no existe y porque esa defensa es producto de “la más diabólica de la alianzas” –son sus palabras– entre Jorge Enrique Robledo y Omar Yepes.
Al respecto, lo primero es que la carta la respaldamos todos los atrás reseñados y no solo Robledo y Yepes, así eso le duela tanto a Trujillo Estrada que lo lleve a desconocer los hechos y, por tanto, a empezar mal su alegato. Y lo segundo es que a Trujillo le luce poco echar a rodar la amenaza de que quien se le oponga en este debate será “acusado” de ser amigo de Omar Yepes, luego de que éste fuera su socio en la elección de Álvaro Uribe Vélez. En lo que a mí respecta, “taca burro” si cree que me espanta porque coincidí con los que firmé la carta, y particularmente con Omar Yepes. Primero, porque la petición es correcta en defensa del interés regional y nacional, sin importar quién la haya hecho; y segundo, porque es de elemental sentido común unirse o no en torno a las posiciones concretas, así se mantengan diferencias o acuerdos en otros aspectos. Tan debe ser así, que si el día de mañana Trujillo Estrada acierta en algo, no vacilaría en coincidir con él.
Lo otro que no se le puede dejar pasar a Guillermo Trujillo es su simpleza de decir que no existe interés regional en la Chec porque el gobierno nacional tiene la mayoría accionaria “desde hace más de 25 años”, fábula que él mismo se desbarata cuando, dos renglones después, también afirma: “los administradores, y la junta directiva en su mayoría siempre han sido del departamento”. Claro que la tesis descabellada de la no existencia de intereses regionales en la Chec no es sorprendente viniendo de quien por doce años ha defendido la apertura y la privatización neoliberales, malabarismo ideológico que solo pueden ejecutar con seriedad los que esgriman que Colombia no tienen intereses nacionales que contraponerle a los de Estados Unidos, salvo que…
Y vuelve a silenciar Guillermo Trujillo verdades sobre la Chec que no debieran callarse, como son que esa empresa tiene uno de los mejores cubrimientos del país y que funcionó sin problemas mayores hasta que empezaron las políticas de neoliberales; que el gobierno le debe 237 mil millones de pesos por subsidios, plata que se le cobra en la carta del consenso; y que el PPA de Termodorada le ha costado 110 mil millones de pesos, perdida que tiene que ver con las cifras amañadas que dio Planeación Nacional para justificar dicho contrato. Como si fuera poco, no hay persona informada que ignore que el gobierno ya aprobó una nueva alza en las tarifas de la electricidad de más del 30 por ciento, incremento que, así se repudie, cambia por completo las finanzas de la Chec.
Coletilla: cualquier análisis que se haga sobre la historia de la Corporación Financiera de Caldas debe tener en cuenta que siempre se manejó más con criterio de empresa estatal que de negocio financiero privado, dado que tuvo como paganinis a los cafeteros; y que si no terminó en una ruina de escándalo fue por los otros veinte mil millones de pesos que les impusieron botar en ella, ya en su final, a los arruinados caficultores de Caldas, Risaralda y Quindío.