Jorge Enrique Robledo Castillo
Manizales, 27 de junio de 2002.
El lunes 24 de junio pasado, luego de sendas reuniones en el Fondo Cultural Cafetero y en la Cámara de Comercio de Manizales, hubo otra cuyos resultados parecen no tener antecedentes en las historia de Caldas. En ella, todas las fuerzas sociales, gremiales y políticas de la región acordamos una carta al Presidente de la República en la que se le proponen seis fórmulas para superar los problemas financieros de la Central Hidroeléctrica de Caldas (Chec), todas las cuales tienen en común el pedido de la no capitalización de la empresa por parte de un nuevo inversionista, ni la entrega a ese tercero de su dirección. En efecto, el documento alcanzó a ser suscrito, entre otros, por los congresistas Omar Yepes, Luis Emilio Sierra, Jorge Enrique Robledo, Adriana Gutiérrez, Tony Jozame y Juan Martín Hoyos; y por Adriana Franco, presidente de la asamblea de Caldas y vocera para estos efectos del barquismo, al igual que por Olga Rivas de Echeverri, presidente del Concejo de Manizales. Además lo respaldaron Felipe Montes y Ana María González, por el Comité Intergremial, Gildardo Armel por la Cámara de Comercio, Manuel Alberto Soto por Fenalco, Juan C. Gutiérrez por la Acopi y Herman Estrada Mejía por la Sociedad de Mejoras Públicas. Y el mismo punto de vista expresó Alberto Jaramillo, del Comité Departamental de Cafeteros. Asimismo, lo apoyaron Oscar Arturo Orozco, por el sindicato de trabajadores de la Chec, y Sandra Patricia Toro, de la Liga de Usuarios de Servicios Públicos. A su vez, el gobernador de Caldas, Luis Alfonso Arias, firmó el documento, y él y el alcalde de Manizales, Germán Cardona, alcanzaron a preparar maletas para desplazarse a Bogotá con la comisión que le entregaría a Andrés Pastrana las peticiones de un Caldas unido en defensa de la Chec.
Y las razones de esta convergencia no son difíciles de entender, si se recuerda que su propósito es la defensa de los intereses de Manizales y Caldas en la Chec, la principal empresa de la región, los cuales se verían gravemente comprometidos si a ésta la capitaliza, y controla, Empresas Públicas de Medellín (EPM) o cualquier otro inversionista, dado que éstos pondrían sus ganancias por encima de las necesidades regionales. Como muestra de lo que pasaría, un botón: EPM, haciendo gala de las prácticas rapaces de los monopolios privados, no solo les arrebató a varias asociaciones de vecinos manizaleñas su antenas parabólicas comunitarias sino que, al instante, multiplicó por cinco las tarifas de unos clientes puestos contra la pared.
Pero al otro día de este acuerdo histórico, los representantes del gobierno nacional en la Junta de la Chec decidieron, en un acto de despotismo incalificable, destituir a su Gerente, Víctor Eduardo Pérez, porque éste había cometido el “crimen” de explicar que la empresa podía salvarse sin apelar a la forma de privatización que quiere imponer el pastranismo, la cual exige que las tarifas de la energía eléctrica suban en, por lo menos, el 30 por ciento, medida ya aprobada que está por aplicarse. Y es obvio que los funcionarios antioqueños que actuaron en representación del gobierno también le cobraron al Gerente que facilitara la unidad de la región en pro de unas salidas financieras que incluyen que la Nación le pague a la Empresa los 237 mil millones de pesos que le debe, al igual que rechazan que un puñado de voraces banqueros amangualados con el ministerio de Hacienda empleen las deudas contraídas para presionar en favor de la estrategia del Fondo Monetario Internacional.
Es obvio que si este proceso de entregar a la Chec —por una suma ínfima, además— no se ha hundido, es porque no había aparecido la unidad que se concretó el lunes pasado. Lo que está por verse, entonces, es si el brutal zarpazo del gobierno conseguirá su principal propósito: desbaratar ese consenso. En lo que a mí respecta, no retiro ninguna de las críticas que he expresado en el desarrollo de este proceso, pero también ratifico algo que he sostenido como una posición principios desde su inicio: hay que unirse en defensa de la Chec, concepción que incluye no revolcar el cuchillo en la herida de nadie ni convertir las contradicciones que se han presentado en obstáculos para facilitar la unidad.
Coletilla: ¿Cuál es el colmo de un neoliberal manizaleño? Decir que lo único que salva a la Chec es entregársela a un representante de los Valencia Cossio.