Jorge Enrique Robledo Castillo
Contra la Corriente
Manizales, 24 de febrero de 2001.
En La Patria del 23 de febrero de 2001, la Corporación Cívica de Caldas publicó un artículo titulado “El verdadero problema de la Chec”, el cual no puede dejarse pasar por alto dados sus notables desenfoques. Lo primero es que menosprecia dos hechos que golpean en materia muy grave las finanzas de la empresa: los más de 100 mil millones de pesos que por subsidios le adeuda el gobierno nacional (!) y el famoso PPA de Termodorada, que le significa a la Chec tener que pagar más de 30 mil millones de pesos anuales por una energía que no consume (!). Con respecto a la deuda de la nación, incluso, la Corporación señala que cobrar esa suma es carecer de “real politik” y ladrarle a la luna. Ver para creer. ¿Cuántas empresas pueden soportar que les impongan malgastar lo que se malgasta en el PPA y que les birlen deudas como esas?
También descalifica a la Chec por haber perdido varios de los grandes consumidores de la región, pero silencia que esa pérdida ha sido con las llamadas “distribuidoras de maletín”, que son empresas de papel que pueden vender energía más barata porque no tienen que atender las ventas domésticas por las que sí tiene que responder la Chec y mucho menos llevar el fluido a las zonas rurales del departamento. Los caldenses debemos oponernos a que haya normas nacionales diseñadas para lesionar empresas como la Central Hidroeléctrica de Caldas y que presionan, como se sabe, su crisis y privatización.
Luego señala que Empresas Públicas de Medellín, “para poder ser competitiva tiene que buscar un socio estratégico” y que si eso le pasa a “una empresa grande y competitiva, qué diremos entonces, de las pequeñas e inviables”, como en párrafo anterior había definido a la Chec. Blanco es, gallina lo pone… Aunque desde hace rato no lo decía, y ahora tampoco lo afirma abiertamente, es claro que la Corporación sigue estando por la privatización de la Chec.
Y el sustento principal de su propuesta lo reitera en por lo menos cuatro veces en el artículo y se resume en que la Chec “es una empresa inviable. Lamentablemente ha estado sitiada por un grupo político, cuyo interés en Chec no pasa del monopolio de las clientelas y los contratos”. Para cerrar con broche de oro, también se declara ofendida porque, “ahora sí, la ciudadanía, es llamada a un consenso y alianza a favor de la energética”(!).
El presidente de Barclays Capital, una de las principales firmas financieras del mundo dice: “la globalización fracasó, si es que se concibió para nuestro beneficio, pero también para el de los países en desarrollo” (Portafolio, 23 de febrero de 2001, p. 21). Y en Colombia, ¿cuánta más pobreza habrá que padecer para que se acepte que la apertura fracasó como política para desarrollar al país? ¿Hasta dónde tendrá que llegar la destrucción del aparato productivo y la pérdida de la capacidad de acumulación de riqueza interna para repudiar al neoliberalismo? ¿A qué nivel deberán llegar las tarifas de los servicios públicos para entender que ese es uno de los principales propósitos de la venta a menosprecio de los haberes del Estado? ¿Para qué insistir en la tesis fácil, y falsa, de que el clientelismo constituye casi que la única causa y la fundamental de los problemas económicos de la nación? Es obvio que tener opinión política es un derecho democrático que en sí mismo no genera problema alguno. Pero reemplazar con sectarismo político los análisis sobre los hechos puede lesionar en materia grave el interés público. Y que coste que esto lo dice quien tiene con los que dirigen a la Chec contradicciones bastante más profundas que las que ha expresado la Corporación Cívica.
Entonces, en Caldas sí hay que propiciar la más amplia unidad en defensa de la Chec, porque ese es el principal patrimonio del departamento, porque constituye una de las más importantes fuentes de acumulación de riqueza de la región y porque lleva la energía a más del 95 por ciento de sus habitantes, incluidos los de las zonas rurales más remotas, ventajas que se encuentran amenazadas por la exigencia del Fondo Monetario Internacional de que la empresa se venda a precio de ganga. Y esa unidad debe empezar por lograr que la Chec se administre bien, obvio, pero también por oponernos a su privatización, por la capitalización de todos los aportes regionales y porque el gobierno nacional le pague lo que le debe y asuma de sus recursos el desmonte del PPA de Termodorada, sin modificar la composición accionaria de la empresa.