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El Gobierno Nacional debe darle un trato de excepción a San Andrés Islas

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Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en la sesión de la Comisión Quinta del Senado llevada a cabo en San Andrés, capital del departamento de San Andrés y Providencia, el 22 de mayo de 2008

Hacer votos por la unidad entre raizales y no raizales. El nivel de pobreza en las Islas casi duplica el promedio nacional. La apertura neoliberal, causa inmediata de la crisis. El problema de las basuras y el de la electricidad requiere estudios técnicos, sin politiquerías. ¿Habrá alza de tarifas? Unirse y exigirle al gobierno nacional

Empiezo celebrando estar hoy en San Andrés, un sitio en el cual, pienso que así nos pasa a todos los miembros de la Comisión, siente uno más a su patria y a su país por la propia distancia que nos separa de la zona continental y por las cosas tanto tan bellas que tenemos en este rincón de Colombia. Mis saludos cordiales a todos los sanandresanos, a los raizales y a los no raizales, un concepto que según entiendo se utiliza mucho aquí y sobre el cual simplemente me limito a hacer votos porque ojalá las diferencias existentes se resuelvan en beneficio del progreso de todos. Siempre he sido un convencido de que entre la gente del común, la gente del pueblo, como lo es casi todo el mundo aquí en San Andrés, son muchos más los motivos para estar unidos, para unificar esfuerzos, para apuntar en la misma dirección, que los que resaltan las diferencias, diferencias sobre las que soy supremamente respetuoso y sé que existen, pero que hay que ver cómo se resuelven sin que se vulnere, señor gobernador, la importancia que tiene para los sanandresanos encontrar propósitos comunes que les permitan resolver sus problemas. Puede ser un ejemplo este lío de las basuras y de la energía eléctrica de la Isla, que bien justifica unificar todos los esfuerzos.

En estos debates o trabajos de la Comisión Quinta acostumbro destacar hechos que generalmente los gobernantes no comentan, uno de ellos, en qué país vivimos. ¿Cómo son las cosas en San Andrés? Voy a dar un solo dato que me impresiona mucho. Los niveles de pobreza de las Islas pueden duplicar el promedio nacional. Estamos hablando de un problema social de proporciones mayúsculas que, estoy seguro, está en buena medida en la base de las contradicciones existentes entre los sanandresanos de uno u otro origen. Es casi increíble, pero conseguir cifras sobre San Andrés resulta muy difícil. Entiendo que en algunos casos ni siquiera existen. Pese a ello, en mi oficina encontraron algunos datos ilustrativos. El Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas, una manera de medir el índice de pobreza del país, pone en evidencia el contraste. Mientras que el urbano nacional es del 19%, el de San Andrés es del 51%, o sea, casi triplica el INBI, siendo el promedio nacional también malísimo. Pero que nadie piense aquí que allá en el interior todo está bien.

Y si resalto de entrada la situación social de este pedazo de la patria, no lo hago por gusto o por capricho, sino porque la voy a relacionar con un problema que está en la base de este lío de las basuras y la energía: el de las altas tarifas de los servicios públicos, un problema sobre el cual voy a hacerles un llamado para que estén en guardia y vigilantes, porque desde ya abrigo la preocupación de que, sea cual sea la salida de tipo técnico que se le acabe dando a este asunto, se lo termine resolviendo por la vía de acogotar todavía más a los sanandresanos.

La apertura neoliberal, causa de la crisis

La crisis social y económica que vive San Andrés tiene un origen muy conocido y es el momento en que se le impusieron a Colombia una serie de políticas neoliberales que convirtieron el territorio continental en una especie de zona franca para el ingreso libre de todo tipo mercancías, que entraron haciendo mucho daño al agro y a la industria nacional y que dejaron a San Andrés por fuera del proyecto que desde los años 50 le dio viabilidad económica. El gobierno puso a San Andrés como puerto libre, le dio unas posibilidades de introducir mercancías al territorio continental y eso generó un cierto crecimiento. Y un buen día el gobierno les quita esas posibilidades y no las sustituye por nada, nada que valga la pena, digo yo, apenas dos o cuatro pesos, pero lo cierto es que el gobierno nacional nunca se interesó por proponerle a San Andrés una alternativa económica viable que sustituyera la condición de territorio especial que antes tenía. Entonces, mientras antes a San Andrés se venía a disfrutar de la belleza del mar y la cordialidad de sus gentes, se venía también a comprar artículos, un factor de interés hoy prácticamente desaparecido. Y esto por supuesto ha afectado negativamente al departamento. Y repito, ningún gobierno se ha interesado por darles a los sanandresanos una alternativa que impidiera que tengamos un Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas que casi triplica el promedio nacional.

Con respecto al tema de la electricidad, cuya importancia es manifiesta, como urgente es también resolver el lío de las basuras, llama de entrada la atención que se hayan pegado las dos soluciones en una sola, electricidad y basuras que generen a su vez electricidad. Diría que se trata fundamentalmente de un problema técnico. ¿Se puede o no se puede? ¿Es bueno o no es bueno? Es de esos asuntos a los que ojalá no se les introduzcan concepciones políticas o politiqueras, sino que simplemente se mire qué es lo más conveniente, si unir el tratamiento a los dos problemas o separarlo. Creo que técnicamente está resuelto. Sé que se puede producir energía a partir de las basuras, pero aquí aparece una pregunta, y es a qué costos. Aquí, señores del gobierno, no se puede ser dogmáticos. Pienso que el asunto debe ser examinado con análisis de costo-beneficio supremamente elementales, sin aventuras y sin cuentos. Porque suena muy bonito coger las basuras y volverlas energía. Me encanta el proyecto, bueno, ¿pero y cuánto vale? ¿Quién lo paga? ¿Cuál es la eficiencia de la conversión? Hay que analizarlo y contrastarlo con otros mecanismos mediante los cuales se puedan hacer ambas cosas, pero no amarrar las opciones de manera dogmática a que hay que resolver juntas las necesidades de electricidad y recolección de basuras. Me preocuparía que se asumiera una actitud de dogmatismo, que se ideologizara el problema. Y entonces, como suena muy bonito para el medio ambiente que la basura se convierta en energía eléctrica, entonces nos metemos por ahí de cabeza. Pero vuelvo a preguntar, ¿y a qué costos? ¿Cuál es la viabilidad técnica y económica? Que no resulte que como se puede hacer en otras partes, se instale aquí y el día de mañana se descubra que por el grado de humedad de San Andrés –digo cualquier cosa a manera de ejemplo– resulte que el proyecto no es viable y que sean los sanandresanos los que terminen pagando el pato. Por ello le pido al gobierno nacional un grado de seriedad extrema, de no correr riesgos, de actuar sin ideologías ni dogmatismos, tomando en consideración que aquí que hay que resolver un par de problemas bien resueltos y sin derecho a equivocarse.

Y en este sentido les haría un llamado a los sanandresanos para que vigilen con toda independencia la marcha del proyecto. Si algo se necesita en las regiones es no creer a pie juntillas cualquier cosa que diga la alta burocracia del Estado, que de entrada, como le ocurre a cualquier ser humano, es susceptible de equivocarse o de estar atendiendo intereses que no son los correctos, pero que como tienen la jeringa, suele ser ellos los que ponen la inyección. Les pediría entonces a los sanandresanos que se interesen minuciosamente por el asunto y exijan alternativas viables.

Aquí alguien mencionó sacar las basuras en barco. No sé si sea posible o no, pero, bueno, es otra posibilidad. Que haya estudios comparativos y que nos digan cuánto vale sacarlas en barco, cuánto vale convertirlas en energía, lo que sea, repito, análisis técnicos en los que los sanandresanos debieran interesarse minuciosamente. Técnicamente hablando, gobernador, ustedes tienen el deber incluso de gastarse unos pesos para mirar si lo que les van a proponer es bueno o no. El país está lleno de proyectos en los que el gobierno nacional embarcó a las regiones y que se convirtieron en monumentos al cemento, al despilfarro o a una simple equivocación, porque se hicieron mal los cálculos y las cuentas.

Éste es un debate de tipo académico, pero me parece curioso que la solución para San Andrés sea concentrar todo en una sola empresa, todo en basuras, todo en medio ambiente, o en producción de energía, o en distribución, o en compra de combustibles. etc., cuando las privatizaciones nos las montaron con el cuento de que no era eficiente tener una sola empresa y que era mejor una empresa partida en pedacitos, como un salchichón. Y aquí resulta que la eficiencia es montarlas juntas. Pienso que es más eficiente montarlas unidas pero con áreas especializadas. Lo que me llama la atención es que, dependiendo de los intereses de los privatizadores, el gobierno aplica una u otra categoría, porque además las montan para privatizar las empresas o para profundizar la privatización.

¿Habrá alza de tarifas?

Hay un aspecto que complica el proyecto y sobre el que quiero llamar la atención. Este es un proyecto de zona no interconectada al sistema eléctrico nacional. Es un lío adicional, porque zona no interconectada significa que no se tiene acceso a energía hidroeléctrica y se está obligado a funcionar con térmicas. Y las termoeléctricas suelen producir energía bastante más costosa, porque el agua nos cae del cielo, bueno, con algunos costos de almacenamiento, pero digamos que en las hidroeléctricas no tenemos que producir la materia prima. Entonces aquí todo el problema relacionado con el riesgo, cualquiera sea el combustible que utilicen las térmicas, incluso basuras, lo que puede ser todavía peor, presenta un alto costo que hay que pagar. Y esto lo relaciono con el Conpes 3473, de diciembre de 2006, frente al cual expreso mi absoluto desacuerdo, sobre zonas no interconectadas, un Conpes que, hasta donde entiendo, no exceptúa a San Andrés, por lo menos no expresamente. El documento señala, mis queridos sanandresanos, que el nuevo esquema, diseñado para bajar los subsidios y subir las tarifas, debe permitir que “las tarifas pagadas por los usuarios de las zonas no interconectadas converjan gradualmente”, o sea, se dirijan en la misma dirección, se acerquen, coincidan gradualmente con “las tarifas pagadas por los usuarios del sistema interconectado nacional y permita cubrir los costos de la prestación del servicio”. Lo anterior, traducido al buen romance, significa mayores tarifas, una política vigente no sólo en este sector sino en todos. Ahora, cómo se va aplicar específicamente en San Andrés, quisiera verlo, pero que no vaya a ser una aplicación a rajatabla. Me preocupa que con todo este cambio tecnológico del que se está hablando venga un incremento importante en las tarifas que afecte más a los sanandresanos, sobre todo a los más pobres de este rincón de Colombia, más pobres no porque le falte riqueza a su territorio y a su gente, sino en el sentido intrínseco, por el modelo económico que no les permite actuar de manera más positiva. También ese mismo Conpes 3473 ordena disminuir los subsidios de Ecopetrol a los combustibles. En síntesis, la política general apunta a encarecer las tarifas de los servicios públicos en todo el territorio nacional, incluidas las zonas no interconectadas. Llamo la atención de los sanandresanos sobre este punto, que me parece grave.

El ministro seguramente me va a replicar: otra vez el senador Robledo planteando lo mismo. Claro, porque como el gobierno insiste en lo mismo, yo también. Ellos dicen que es mejor privatizar y yo que no. Y la explicación es muy simple, nunca me la han podido refutar, y es que los privados sólo actúan allí donde hay ganancias, derivadas de lo que inviertan o de la simple operación o de ambos aspectos. Lo cierto es que si invierten mucho, las tasas de ganancias suben. Si invierten menos, de todas maneras hay una ganancia. Pero siempre la habrá, es inevitable. Cuando el Estado es el que ofrece el servicio, lo puede hacer en excelentes condiciones de calidad por menos de sus costos o pagando sus costos, pero como no necesita hacer ganancia, entonces el servicio puede ser igual de bueno y más barato. En un debate la semana pasada decía el doctor Juan Lozano: senador Robledo, el plan oficial es muy bueno, porque les vamos a dar agua a los pobres de Colombia. Le respondí: con esa lógica de la privatización es probable que a un pobre de Colombia le den agua, pero yo le pido a usted, ministro, que el día de la inauguración le cuente a ese pobre que va a tener que pagar el agua pura comiendo menos panela y menos carne, comprando menos aspirina y una camisa menos, porque a la tarifa le cargan los costos de la prestación del servicio. En un país bien manejado no debería ser así. Que haya propiedad privada en una panadería, en un taxi, yo no me opongo, pero ¿en los servicios públicos? Entonces me dicen: senador Robledo, lo que sucede es que el Estado es corrupto, en el Estado se roban la plata. Pues entonces no elijamos a los que se roban la plata, sería lo menos que uno tiene que exigir. Y también les respondo que por cada ladrón en el Estado hay por lo menos un socio en la empresa privada, esto hay que decirlo con toda franqueza. Los robos en el Estado no son de yo con yo, no hay onanismo. Es bueno que persigamos la corrupción, pero no levantemos la teoría de que las cosas no se hacen como se deben hacer porque de pronto apareció un ladrón. A la cárcel con los ladrones y gobernemos bien, es la única exigencia posible.

Pienso que el gobierno nacional debe darle un trato de absoluta excepción a San Andrés frente al resto del territorio nacional. San Andrés debe ser considerada por el gobierno nacional como un sitio especial frente a todo el resto del país, inclusive, frente a las regiones más pobres. Si el gobierno de Colombia actuara así, estoy seguro de que algunos de los más graves problemas de San Andrés se resolverían. No veo difícil, senadores de la Comisión Quinta, que 42 millones de habitantes que vivimos en el área continental podamos ser generosos con los 70 u 80.000 compatriotas que viven en esta esquina de Colombia. Cualquier nivel de subsidio que se establezca pagado entre 42 millones resulta ser una suma pequeña. El trato preferencial debe hacerse política de Estado por consideraciones elementales, y yo le diría a la gente del gobierno que incluso por consideraciones estrictamente prácticas. San Andrés Islas es un departamento que está bien lejos de la parte continental y los continentales debemos hacer esfuerzos para que la gente de San Andrés sepa que los queremos, que estamos con ellos y que los vemos como nuestros connacionales y los vamos a respaldar. De otra forma se corre el riesgo de que crezcan los sentimientos, digamos, de contradicción de los sanandresanos empobrecidos frente al resto de Colombia. San Andrés es de Colombia, pero esto no está escriturado por los siglos de los siglos, ni necesariamente. Miren lo que está pasando en Bolivia, para poner un ejemplo. Entonces por razones de índole simplemente práctica, el gobierno debería trabajar con esta esquina del territorio nacional en condiciones excepcionales. No se trata de hacer absurdos ni despropósitos, sino de entender la importancia estratégica de estas islas y de entender que son compatriotas y que como tales deben ser considerados.

Por último, quiero decirles a los sanandresanos una cosa, en esta idea simple de que el gobierno nacional los respalde con generosidad: unirse es relativamente fácil, porque los distintos grupos sanandresanos, tengan uno u otro origen, tengan unos u otros ancestros, no veo por qué no se puedan unir en torno a este aspecto específico. Que se calcule con precisión cuál es el respaldo del gobierno nacional a San Andrés por transferencias, subsidios, etc., y que se levanten peticiones precisas exigiendo: nosotros no nos conformamos con menos. El gobierno nacional de Colombia debe darle al departamento de San Andrés un trato especial. Estoy seguro de que los colombianos todos respaldaríamos esa idea sin ninguna complicación, porque es fácil entender su importancia.