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“EL POLO NO PUEDE SER UN PARTIDO PARA SATISFACER VANIDADES PERSONALES”, JORGE ROBLEDO

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Revista Cambio, Bogotá, Febrero 6 de 2008

CAMBIO: ¿Qué balance hace de la marcha del lunes?

JORGE ENRIQUE ROBLEDO: La marcha fue bien grande y eso se explica por dos cosas: una, el repudio a la violencia, el secuestro y las Farc, aunque en la marcha la gente también se expresó por otras cosas, como el acuerdo humanitario. Y dos, los medios nunca habían puesto todo su poder en beneficio de una manifestación.

La gente no acaba de entender las ambigüedades del Polo frente a la marcha que fue convocada contra las Farc y el secuestro, nada más.

El Polo hizo lo que debía hacer y señaló otros problemas de la vida nacional, como los horrores del paramilitarismo y resolver el problema de los secuestrados. Hicimos un esfuerzo muy grande para no caer en el falso dilema de que quien no está con el Gobierno está con las Farc. Estoy satisfecho por como se desenvolvieron las cosas.

La marcha nunca fue planteada como un plebiscito a favor de Uribe… ¿No siente que en cierta forma perdió el Polo?

Quienes así piensan son los contradictores del Polo, pero entendemos que son gajes de ser de la oposición. Nuestra posición frente a las Farc está en el programa del Partido: el Polo condena de forma taxativa, lo hemos dicho una y otra vez, la lucha armada, y el secuestro ni se diga. No tenemos por qué estar repitiendo eso a cada rato. Si hay algo evidente, es que la cúpula del establecimiento está presionando al Polo para cooptarlo o para dividirlo.

Muchos piensan que el peor enemigo de la izquierda democrática son las Farc.

Las Farc son un dolor de cabeza para el Polo y la izquierda democrática, como lo fue el M-19 en su momento. Hoy es muy fácil decirle no a la lucha armada pero no lo era hace 40 años, cuando Carlos Gaviria y yo y otros muchos comenzamos a decirlo. Pero eso no significa que tengamos que rechazar la lucha armada desde los puntos de vista “joseobdulezcos”.

¿Por qué los dirigentes del Polo se dividieron entre los que marcharon, como Gustavo Petro y Lucho Garzón, y los que se concentraron, como usted?

En la discusión interna, Petro propuso enviarle una carta al presidente Uribe para que marcháramos juntos. A la hora de decidir si ir a la marcha, se votó en contra. Luego, y por unanimidad, decidimos la concentración en la Plaza de Bolívar. Pero ¿por qué tanto alboroto por lo que hizo el Polo, por qué esa especie de linchamiento contra nosotros? Es muy grave esa unanimidad impuesta que, de paso, provoca infamias contra el Polo porque se atreve a pensar distinto al Gobierno.

Petro cree que Carlos Gaviria está atrapado por la “secta del Moir”, que usted encabeza…

Es una infamia decir que un hombre de la altura de Carlos Gaviria depende de mí. Lo que el senador Petro intenta es defender una aspiración presidencial, que puede ser la suya o la de otro, en detrimento de Carlos Gaviria. Petro se equivocó la mitad de su vida política de manera grave y temo que está iniciando el camino de una nueva equivocación, empujando al Polo hacia el establecimiento.

¿Petro y Garzón representan la derecha dentro del Polo?

De las entrevistas que han concedido me preocupa mucho que hayan sido tan intemperantes con el Polo y tan generosos con Uribe. Petro ha sido elogioso de la Seguridad Democrática y el doctor Garzón ha expresado su admiración por la economía del Presidente, y eso no es lo que representa el Polo.

¿Todo lo del Gobierno es malo, no se salva nada?

Uno analiza los gobiernos en general y en ese contexto creemos que este ha sido el Gobierno más retardatario que ha habido. Le regaló la soberanía nacional a Estados Unidos, plutocrático, cicatero y ruin con los pobres, y que no ha podido explicar las telarañas que lo unen con el paramilitarismo. Esas son diferencias de fondo.

Parece que el camino de la división del Polo está trazado… ¿El problema no será la pugna de tantos egos?

Hay que hacer todos los esfuerzos por la unidad del Polo, pero también por mantener su orientación. No me preocupa que haya distintas aspiraciones mientras no atenten contra los estatutos y el programa del Partido, que si pierde sus prácticas democráticas y su rumbo no tiene sentido. El Polo no puede ser un partido para satisfacer vanidades personales. Cometen un error gravísimo quienes, para darle vuelo a sus aspiraciones personales, terminan sucumbiendo ante el establecimiento.

¿Cómo se siente nadando contra la corriente y con un presidente con el 80% de popularidad?

En un país tan descompuesto como éste, sería un horror no nadar contra la corriente. En cuanto a esa popularidad, no es la primera vez que sucede: los alemanes y los italianos adoraron a Hitler y a Mussolini. Y no tenían la razón.