Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en el debate con el ministro Andrés Felipe Arias Leyva sobre agrocombustibles, Comisión Sexta del Senado, diciembre 5 de 2007
Empiezo llamando la atención, senadores y colombianos, en que este es una debate más importante y serio de lo que insinúa el Ministerio de Agricultura. Es un tema de debate mundial.
Pero antes de entrar en materia, debo comentar esto del tiempo de las intervenciones de los ministros y los congresistas en los debates de las comisiones. No es por molestar que reclame el derecho mío y el de los senadores a hablar. Es porque es un derecho. Y me parecen intolerables las astucias de los ministros, que llegan aquí a manejar los debates como se les antoja y a tomarse el tiempo que se les da la gana y a no respetar a los presidentes de las comisiones. El tiempo mío no es una limosna que me regala un ministro. Estoy aquí en representación de decenas de miles de electores, y lo mismo les sucede a los demás congresistas. Entonces no es que el tiempo que le sobra al ministro se lo regalan a los congresistas. Y obvio que esto tiene que ver con la democracia, porque tiene más facilidades para demostrar sus aseveraciones, así sean falsas, quién dispone de más tiempo que quien apenas cuenta con unos pocos minutos. Y siempre la misma astucia del ministro de Agricultura, siempre a abusar del tiempo, a aprovecharse, la avivatada de coger más tiempo. Y cuando yo le reclamo que respete el tiempo de la Comisión y de los demás, me monta un pleito y dice que es que yo soy intolerante. Muy vivo, me recuerda a esos que se cuelan en las fiestas y cuando el dueño de la casa los va a sacar, le montan un alegato de que por qué es tan grosero.
Segundo, ministro, siempre en todos los debates con usted en temas del agro, siempre, termina metiendo una infamia, una bellaquería contra el Polo Democrático Alternativo, así del tema de la violencia no se esté hablando. Podemos estar hablando del tema agrario mostrando los desastres agrarios de la política oficial, que es la peor de todas las políticas de Álvaro Uribe Vélez, y él siempre sale con una infamia, una bellaquería contra el Polo. Pero le repito lo que le he dicho varias veces, ministro, no es inteligente escupir hacia arriba, porque sabemos lo que pasa. No es inteligente que saque ese cuento quien hace parte de un gobierno absolutamente cuestionado a escala mundial, un gobierno a cuyo jefe, al que usted quiere tanto, desairó el ex vicepresidente Gore, de Estados Unidos, porque le dio vergüenza dejarse tomar una foto con él. No se sabe cuánta de la gente que usted ayudara a elegir está en la cárcel y otros están haciendo fila, para venir usted a sacar pecho contra el Polo Democrático Alternativo, contra el que no hay nada distinto a sus infamias.
Lo tercero es que Agro, Ingreso Seguro no era tema de este debate, porque uno no puede levantar la tesis insostenible, ministro, de que como todo tiene que ver con todo, entonces usted trae y mete aquí en los debates lo que se le ocurra para impresionar a la galería. Ahora solo falta que nos diga: como esto de los biocombustibles tiene que ver con la gasolina y los aviones vuelan con gasolina, entonces déjenme echarles media hora de discurso sobre la política oficial en la aeronáutica. En un nivel de estos no caben esas astucias. Pero sobre AIS usted ahí sí silenció, y por eso hice una cara que le molestó, la cantidad de crédito a los pobres. Les voy a dar las cifras que me envió esta semana Finagro, según el cual, el 46% de los créditos de AIS está concentrado en créditos de más de 500 millones de pesos. Dice también Finagro que en créditos de menos de un millón de pesos está apenas el 0,07%. Que el 33% de los créditos está en créditos de más de 1.500 millones de pesos. Y el ministro aquí, con la astucia que lo caracteriza, viene a manipular las cifras para ocultar la concentración del crédito, propia de un régimen plutocrático.
Colombia, metida en agrocombustibles porque la negociación del TLC fue un fracaso
Ahora sí a lo que vinimos. Este es un tema complejo. En principio a uno le dicen producir y a quién no le suena, y más en el caso mío, que me la he pasado toda la vida defendiendo la producción agraria de un país cuyos gobiernos, sin excepción, empezando por este, la han perseguido a muerte. Sobre este tema he hecho dos o tres debates que aparecen publicados en mi penúltimo libro. Producir suena muy bien y uno entonces se pregunta: ¿Por qué hay un debate mundial sobre esto de los agrocombustibles? Porque la cosa es más compleja de lo que parece. ¿Por qué el señor Rudolf Hommes, que no es del Polo, escribió en estos días un artículo en El Tiempo diciendo, y esto cómo es, por qué no lo miramos más despacio? ¿Por qué el señor José Leibovich, de la junta directiva del Banco de la República, jefes suyos, ministro, están planteando que este es un tema que se debe mirar con detenimiento y no con discursitos baratos para la galería?
Miren ustedes el documento sobre agrocombustibles publicado el 3 de diciembre, ayer o anteayer, nada menos que por el Fondo Monetario Internacional, allá donde usted trabajó, ministro, y este probablemente fuera su jefe, el señor Simon Johnson, consejero económico y director del Departamento de Estudios del Fondo Monetario Internacional El precio (de los alimentos) del éxito. Y miren lo que dice Johnson, que les prometo que no es del Polo y menos tiene cosas indebidas que ocultar para confundir el asunto. Dice que los agrocombustibles a escala mundial –no exceptúa a Colombia, ministro, no diga esas parroquialidades de que Colombia está exceptuada de las tendencias mundiales, porque queda mal entre su propia gente– pueden disparar los precios de los alimentos, porque además los precios de los alimentos en plena globalización y “libre comercio” están determinados por los precios mundiales y más con las medidas que están tomando. Yo he bregado a que no sea así, pero usted, ministro, está bregando a que sí sea así. Y por eso ha subido el precio del trigo lo que ha subido en los últimos años. Destruyen el agro con el cuento de que vamos a importar comida barata y cuando la comida no es barata, entonces siguen teniendo la razón.
Segundo punto del Fondo Monetario Internacional. Dice: comida cara, aumento de los costos de producción, es decir, inflación. Esto usted lo sabe bien, ministro. Y además dice el FMI que el mayor impacto del alza de los precios y en las tasas de interés va a ser en los países pobres de la Tierra. Los precios altos y todo este lío de subir tasas de interés, de hacer menos competitiva a Colombia, va a golpear principalmente a los países pobres de la Tierra, donde está Colombia, aumentando también el hambre en las zonas urbanas del mundo. Sobre las zonas rurales, dependiendo de la situación en la que usted esté, o le aumenta el hambre, o de pronto vende un poco más caro. Y aquí es donde empieza la discusión clave: cuál es la composición del agro nacional, cuántos de los colombianos que viven en el agro van a ganar con un incremento de los precios de los alimentos y cuántos van a perder. Y cuánto vamos a perder en competitividad. Resulta que uno va y mira el agro colombiano y un porcentaje inmenso de las gentes que viven en el campo no son autosuficientes ni están metidos en productos de mercadeo internacional, sino en cultivos de pancoger. Y es a ellos a quienes va a golpear el precio de los alimentos. Esto se podrá discutir, pero es el primer problema que tenemos. En resumen, esta es una política bien discutible a escala mundial, ministro. Y no puede sacar a Colombia de las tendencias mundiales. Otro día hacemos un debate más largo. Por hoy me voy a limitar al tiempo que nos dieron.
¿Por qué terminamos metidos en Colombia en los agrocombustibles? Porque la negociación del TLC fue un fracaso. Colombia ha debido aumentar sus exportaciones de azúcar a Estados Unidos, para empezar, en medio millón de toneladas, porque los gringos no son competitivos en azúcar. Y por la mala negociación de este gobierno y del ministro Arias, vemos que el único de los productos rurales que nunca se desgravarán con el TLC, ¿saben cómo se llama? Azúcar. El único producto en el que Colombia podía ganar con certeza en el TLC no se desgrava con el TLC. Pero los gringos sí nos metieron que en el año nueve nos van a entrar importaciones de jarabe de maíz, un tipo de endulzante que golpea la producción colombiana de azúcar. Y lo otro que no dice el ministro es que la negociación del TLC fue también malísima para la palma africana, porque van a entrar importaciones de soya y sus derivados. Como lo han explicado ya los analistas, la palma africana quedó tan mal negociada, que si las cosas se dejan como están, los palmeros van a perder plata.
Los costos de los agrocombustibles
¿Cómo son los costos de los agrocombustibles en Colombia? Esto me lo certificó usted mismo, ministro. ¡Raro, porque aquí acaba de decir otra cosa! Pero esto me lo certificó usted el 17 de septiembre pasado, aquí tengo el documento. ¿Qué me dijo usted el 17 de septiembre con respecto a los precios de los agrocombustibles? Porque aquí lo que vamos a discutir es si son para exportar o son para el mercado interno. El ministro siempre insinúa que son para exportar. Vamos a mirar si es cierto. Me certificó el Ministerio: precios de alcohol carburante Colombia-Brasil, 1,78-2,09 dólares en Colombia y en Brasil 1,26. Y usted también sabe, ministro, que Brasil exporta haciendo una escala en Las Antillas para evadir el arancel que le cobran en Estados Unidos. Pero en todo caso ni con este precio Colombia puede exportar alcohol a Estados Unidos. Y en aceite de palma, lo que usted me certificó, ministro, fue 1,27-2,03 de Colombia contra 1,36 de Brasil, o sea, Colombia tampoco puede exportar aceite.
Pero además aquí hay un hecho grueso: ojalá pueda exportar Colombia, pero hoy Colombia no está exportando un galón de agrocombustibles. Todos los agrocombustibles se están produciendo para el mercado interno y con inmensos subsidios. Los solos subsidios por la vía del precio y de los gravámenes a la gasolina, en el caso del alcohol carburante, valen 153 millones de dólares al año. Para no mencionar los otros que sabemos de rebaja en impuesto de renta y zonas francas especiales, etc., que también son subsidios, ministro, como usted lo sabe. Y la palma africana, el Acpm a partir del aceite de palma probablemente va a tener subsidios superiores. Luego podemos estar hablando de un negocio que va a operar con 300 ó 400 ó 500 millones de dólares al año en subsidios. No tengo una posición de principios contra los subsidios, eso lo saben los agricultores, pero sí hago una pregunta: ¿Por qué estos subsidios sí son buenos, ministro, y por qué subsidiar a los paperos, a los maiceros, a los arroceros, a los propios ganaderos, sí resulta malo? Es probable que haya alguna explicación, ministro, ojalá usted me diera alguna. Pero además, para pagar un combustible más caro que lo que vale en el mercado mundial, porque esta es la otra historia. Yo sostengo, producir es muy bueno, pero cuando alguien me dice: qué opina usted de producir un bien más caro del que se puede conseguir en otra parte o en Colombia y además tenerlo que subsidiar, ya pienso que la discusión se empieza a complicar.
¿Por qué estos subsidios? Lo dejo simplemente planteado y lo discutiremos otro día en mi Comisión. Llamo la atención a los colombianos sobre la importancia de este debate y de cómo es un asunto más complejo de lo que insinúan las frases del ministro aquí, para confundir a unos cuántos campesinos por ahí en algún rincón de Colombia.
¿Y cómo se distribuyen los subsidios, ministro? En el caso único que tenemos, el del alcohol carburante, porque no hay todavía producción de diesel de palma, resulta que los cinco ingenios azucareros se quedaron con todos los subsidios, porque no subieron el precio de compra de caña al cultivador, o si no, pregúntele a la gente de Procaña, que los agremia. Aquí hay dos sectores, Asocaña son los ingenios, el capital monopolista, y Procaña son los cultivadores de caña, empresarios de cien, doscientas o hasta más hectáreas. Bueno, a eso colombianos no les subieron el precio de la caña. En otras palabras, toda la plata de los subsidios del alcohol se fue para los intermediarios, en este caso los ingenios.
También aquí me echaron el cuento de que había que hacer esto de los agrocombustibles por los empleos. Bueno, ¿qué hay en este momento funcionando en el Valle del Cauca? Están sustituyendo el corte manual por corte mecánico con unas máquinas que desplazan a los trabajadores. ¿Cómo se va a distribuir la plata del subsidio? Porque este negocio no es solamente entre privados, aquí está la plata del Estado jugando.
Menciono un último hecho al que tampoco usted hizo ninguna referencia. Hay un una destilería grande en Codazzi produciendo alcohol carburante, ¿saben con qué? ¡Con maíz importado! Repito, ¡con maíz importado! ¿Y entonces en qué queda, ministro, la teoría de que todo esto es para ayudarle al agro? La ley que obliga a sustituir en parte la gasolina y el Acpm con los agrocombustibles puede ser con productos importados. Aquí podríamos terminar en el absurdo de terminar nosotros subsidiando el alcohol brasileño o gringo o de cualquier parte. Y ya hoy, al estarse produciendo alcohol con maíz importado, se está subsidiando a los agricultores gringos.
Dejo simplemente el punto planteado, porque este es un tema que da para muy largo, por lo extremadamente complejo. Y con toda cordialidad, les hago un llamado a los uribistas a que miren con seriedad las cosas. Son temas de Estado, temas graves en la vida del país, decisiones fundamentales que tienen que ser discutidas con toda seriedad y con las cartas encima de la mesa, no con frasecillas huecas, debatidas sin agredir a los contradictores y sin bregar a dejarlos sin tiempo para que expongan sus razones.