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EL PROTOCOLO ADICIONAL DEL TLC NO CAMBIA LA NATURALEZA LESIVA DEL TRATADO, AFIRMA ROBLEDO

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Senador Jorge Enrique Robledo

Oficina de Prensa del Senador Jorge Enrique Robledo, Bogotá, octubre 16 de 2007

El llamado “protocolo adicional”, de 21 páginas, que toca nueve de los 24 capítulos del texto original, no cambia la naturaleza lesiva del TLC con Estados Unidos, afirmó hoy en la plenaria el senador Jorge Enrique Robledo, por lo que el Polo Democrático lo votará negativamente.

Como lo denunció el Polo en su momento, el Congreso de Colombia aprobó el TLC en forma espuria e indigna. No había texto, pues se sabía ya que el firmado el 22 de noviembre de 2006 iba a ser modificado por el Congreso de Estados Unidos, como en efecto sucedió. “Fue otra desvergüenza de Uribe”, dijo Robledo, pues demócratas y republicanos definieron lo que se les dio la gana, sin contar para nada con el gobierno de Colombia. Y lo más grave, ya le anunciaron al presidente Uribe que tendrá que volver a someterse a nuevas exigencias.

El texto no fue tocado en aspectos tan sustanciales como el de los capítulos financiero, agrario, industrial y de telecomunicaciones. Se hacen retoques mínimos en el de inversiones, todos a favor de Estados Unidos, y otros cuantos en medicamentos, pese a los cuales el TLC les sigue concediendo a las trasnacionales estadounidenses de la industria farmacéutica mayores privilegios que los reconocidos por la propia Organización Mundial del Comercio, OMC. En el capítulo de propiedad intelectual se dan incluso casos aberrantes, denunció el senador, como el de la mañosa traducción hecha por el gobierno colombiano del texto original en inglés buscando dar trato de privados a los conocimientos públicos, lo que hace casi imposible registrar nuevos genéricos.

El capítulo laboral no apunta de verdad a subir los estándares, pues, entre otros puntos, permite reducir el salario mínimo. Se trata en últimas de una maniobra propagandística para tranquilizar a los sindicatos de Estados Unidos con sonoras declaraciones para la galería, como aquella de que “las partes reafirman sus obligaciones como miembros de la OIT”, cuando Estados Unidos, como lo sabe todo el mundo, solo ha ratificado dos convenciones de dicha organización. Las mismas frases demagógicas se aprecian en el capítulo de medio ambiente, en el que las dos partes “reconocen la importancia de los acuerdos cubiertos”, pero Washington no ha adherido ni al Protocolo de Kioto, ni a la Convención de Río, ni a la de Basilea, ni a la de Cartagena, sobre bioseguridad, biodiversidad y residuos peligrosos.

En el capítulo de compras públicas, el “protocolo” abre las puertas a las autoridades estadounidenses para imponer nuevas condiciones a las empresas exportadoras colombianas.

Robledo concluyó llamando a continuar la resistencia, pues el TLC no solo daña al pueblo de Colombia sino también al de Estados Unidos.