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URIBE SIENTE PASOS DE ANIMAL GRANDE

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Jorge Enrique Robledo

Bogotá, 4 de mayo de 2007.

Quien haya estado atento a los sucesos de la semana en la que el uribismo perdió el debate sobre las Convivir en el Senado y en la que Álvaro Uribe se tomó todos los canales de la televisión para, infructuosamente también, aclarar las acusaciones, tendrá que aceptar las enormes dificultades que lo cercan y la cada vez mayor desfachatez con la que manipula las cosas.

 

La historia de Uribe en su paso por el poder se partió en dos el día en que la Corte Suprema de Justicia les dictó medida de aseguramiento por parapolítica a nueve de sus congresistas, empeoró cuando corrió con la misma suerte el jefe de su policía secreta y sufrió un temblor de diez grados una vez que Al Gore, nada menos que el ex vicepresidente de Estados Unidos, le hizo el descomunal desplante de negarse a compartir con él la misma mesa. Hasta ese día, probablemente nadie en Colombia sabía del gran descrédito internacional del Presidente, y menos que lo acosara en el propio Estados Unidos, el imperio al que acoyundó hasta la desvergüenza al país y del cual tiene el descaro de decir que es su “socio”. ¡Es allá donde no quieren fotografiarse con él!

 

Y las respuestas con las que salió Uribe, lejos de mejorar su situación se la agravaron, porque confirmó que la faceta que más distingue su personalidad es la dedicación con la que falsea los hechos, utilizando generalmente dos trucos: evadir los cuestionamientos y agredir a las personas y las organizaciones que se atreven a enfrentarlo. Constituye una norma de su actuación que cuando se le pregunta, por ejemplo, sobre la letra A, se explaya por todas y cada una de las letras del abecedario, pero, eso sí, refiriéndose poco o nada a la única a la que debía referirse. Y en las agresiones a sus contradictores ha convertido en caballito de batalla relacionarnos con la guerrilla, afirmación que él sabe que no es cierta pero que le resulta rentable hacer porque aviva el sectarismo de sus fanáticos, irresponsabilidad que comete prevalido en que se convirtió en el único colombiano que no tiene que responder por sus calumnias, dado que sus “jueces” son parte de su clientela en la Cámara de Representantes.

 

Pero en donde llevó su manipulación hasta el ridículo es en la acusación que le viene haciendo al Polo Democrático Alternativo de ser el principal responsable del enredo del TLC en Washington y de haber puesto a Al Gore y al Partido Demócrata a pensar como piensan sobre Álvaro Uribe. ¡Ojalá tuviéramos tanto poder! Pero no lo tenemos, y constituye una monumental mentira decir que sí, falsedad que también se expresa con cierta impunidad, porque se origina en que muchos compatriotas no tienen la suficiente información y en que los confunden los que supuestamente deben informarlos.

 

Cualquier colombiano puede constatar que quienes mandan en Estados Unidos tienen como fuentes de información, además de lo que decimos los dirigentes del Polo, el Departamento de Estado, la CIA, la DEA, el FBI, el Pentágono, los corresponsales y los ejecutivos de los medios internacionales de comunicación y la trasnacionales gringas que operan en Colombia, así como los tanques de pensamiento, los sindicatos, la iglesias, las ONG y las universidades de ese país. Y es porque esto es así, y porque Uribe y su cúpula lo saben, por lo que están tan nerviosos con los pasos de animal grande que sienten a su alrededor, pisadas que, para empeorarles su situación, tienen origen en una realidad irrefutable. ¿O es que el término paragate, que emplean los periodistas en Estados Unidos y que implica al gobierno de Colombia en la parapolítica, lo acuñaron por lo que dice el Polo o porque estos saben del caso del director del DAS y de que cerca de cien altos jefes políticos del uribismo terminaron presos, prófugos, sindicados o mencionados por sus relaciones con el paramilitarismo? ¿O la declaración siniestra de Uribe de que le hace espionaje “militar y policivo” a la oposición política, y que tan mal cayó en los países civilizados, se supo en Washington por el Polo? Por favor. No traten a los colombianos como a idiotas.

 

Coletilla: el Polo insistirá en el derecho a dar su lucha política desde la última vereda de Colombia hasta el más encopetado de los centros de poder del mundo. Y no lo hará, por supuesto, repitiendo las fábulas del héroe de Invercolsa.