Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en la instalación de la legislatura 2007-2008, Comisión Quinta del Senado, 24 de julio de 2007
Voy a referirme a una afirmación que hizo el señor Presidente de la República el 20 de julio y con la que el Polo se siente aludido como organización y yo personalmente. Voy a hacer una especie de derecho de réplica, y prometo que va a ser bastante más corta que el discurso del Presidente.
Antes de entrar en materia, quiero aprovechar que estamos ante el país para saludar la marcha indígena de los indígenas paeces que se viene realizando desde anteayer. Salieron del Cauca, estuvieron en Cali y Armenia, donde adelantaron algunas actividades gremiales, sociales, políticas y culturales, después pasarán por Ibagué y el jueves van a estar llegando a la Plaza de Toros de Bogotá sobre las 10 de la mañana, desde donde marcharán por la carrera Séptima hacia la Plaza de Bolívar. Invito entonces a los bogotanos a que acompañemos la marcha. Les expreso al mismo tiempo a los indígenas caucanos mi solidaridad y la del Polo Democrático Alternativo, cuyos objetivos me parecen justísimos. Mencionemos algunos para destacarlos. El primero, el rechazo al TLC, que tanto daño le hace al sector agropecuario. Están pidiendo también la verdad sobre el escándalo del paramilitarismo y la parapolítica. Se oponen a la Ley Agraria que se aprobó el semestre pasado, tan contraria al progreso del país y al de las propias comunidades indígenas. Les exijo al gobierno nacional y a los gobiernos locales que les colaboren en todos los asuntos. Esta es una marcha multitudinaria, con miles de personas que requieren la ayuda del Estado para que se pueda desarrollar sin ningún contratiempo, ni de salud ni de alimentación ni de alojamiento.
Los “antiimperialistas de la víspera”
El 20 de julio, aprovechando el pantallazo de la televisión, y haciendo referencia al TLC, tema al que le he dedicado buena parte de mis esfuerzos, como todos ustedes saben, el señor Presidente de la República, doctor Álvaro Uribe Vélez, pronunció las siguientes palabras: “Primero se atacó al Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos porque era lesivo para nuestro pueblo y benéfico para el imperialismo”. Cuando el señor Presidente se refiere al imperialismo, intenta ponerle un tono despectivo al “benéfico” para Estados Unidos. Continúo citando: “Cuando los colombianos rechazaron el ataque –él supone que los colombianos están a favor del TLC, suposición apriorística pero falsa– los antiimperialistas de la víspera se trasladaron a los Estados Unidos a pedir que no aprobaran el tratado con Colombia por su Gobierno paramilitar”. Los “antiimperilistas de la víspera” éramos, se supone, los que estábamos contra el TLC por razones económicas y sociales.
A lo que quiero referirme principalmente es entonces a varios puntos. El primero, que resulta muy mortificante que el jefe del Estado lleve meses dedicado a poner en la picota pública a quienes nos atrevemos a salir de Colombia a opinar sobre asuntos que conciernen a este país. Quiere volver un crimen que otros congresistas y yo hayamos ido a Washington a hablar contra el TLC, de la misma manera que otros han ido allí a hablar a favor. Entiendo que el doctor Name, hoy presidente de la Comisión Quinta del Senado, fue a hablar a favor del TLC, y está en todo su derecho. Pero lo que quiero es repudiar de manera enfática la actitud despótica del señor Presidente de la República, que supone que los de la oposición solo podemos hablar de lo que a él se le dé la gana, y no tenemos el derecho a salir por fuera de Colombia a dar nuestras opiniones sobre un tema que es del interés de los colombianos. De cuándo acá el Presidente de la República es el que da bendiciones sobre si puedo yo salir o no del país a hablar de un tema o de otro. Quiero llamar la atención sobre la actitud despótica, contraria a la democracia, que significa descalificar a un contradictor, no por el contenido de sus afirmaciones, sino por el simple hecho de salir de Colombia. Por supuesto que, aun estando en Colombia, también nos descalifica y nos llama “terroristas vestidos de civil” y otros apelativos semejantes. No está ni tibio, se equivoca en materia grave el Presidente de la República si con esa actitud intolerante, de tono amenazante, va a intimidarnos para que nosotros no salgamos de Colombia. Vamos a seguir yendo a Washington y a donde se nos antoje. Estamos en todo el derecho de defender nuestros puntos de vista desde la vereda más humilde de Colombia hasta el escenario más encopetado de la política internacional. Además le pedimos respeto, que no nos trate como idiotas. Cómo así que con el cuento de que el mundo se globalizó andan todo el tiempo en función de la globalización y nos prohíben salir al globo a llevar nuestras verdades. Es un disparate absoluto lo que pretende el presidente, claro, con el propósito de manipular a la opinión pública y de alborotar falsos nacionalismos y falsos patriotismos para ocultar que está gobernando en contra del interés nacional.
Cómo así que los “antiimperialistas de la víspera”. Lo considero una acusación supremamente grave. ¿Dejé yo de ser lo que era porque salí de Colombia? ¿Dejé de estar opuesto al TLC porque viajé a Washington? ¿Cambié mi pensamiento porque traspasé una frontera? No, esa insinuación no se la acepto al Presidente de la República. A mí tiene que respetarme. O que me demuestre que yo, por fuera de Colombia, digo cosas contrarias a las que afirmo aquí. Eso sí sería muy grave. Si yo aquí digo blanco y me voy a Estados Unidos o a cualquier parte del mundo y digo negro o verde o cualquier otro color, critíquenme ustedes lo que quieran, porque sería una inconsistencia, una inconsecuencia que vea aquí las cosas de una manera y en el exterior de otra. Pero si voy allá a afirmar exactamente lo que he afirmado aquí, y en esta Comisión saben bien lo que he dicho y escrito sobre el TLC, porque hay montañas de información al respecto, pues compárenlo con la que he dicho allá. Ahora, el jefe del Estado tiene que saber lo que yo he dicho allá, porque es bien conocido que su gobierno nos hace labores de inteligencia. Él mismo se ufanó de manera descarada de que nos hacían inteligencia cuando viajábamos al exterior. Después se supo que los organismos de seguridad le tenían chuzados los teléfonos a media Colombia y acabamos de enterarnos, por el propio general Chávez (de la Dipol), de que ese acto ilegal de chuzarles teléfonos a los colombianos, prohibido por la Constitución y las leyes, lo hacían con la aquiescencia del propio Presidente de la República.
Fuimos a Estados Unidos representando la dignidad de esta nación
Fui a Estados Unidos a decir lo mismo que he dicho aquí. ¡Cómo así que los “antiimperialistas de la víspera”! Será que el doctor Uribe supone que todo aquel que va a Estados Unidos llega con rodilleras como él o reptando por los pasillos y salones del gobierno de Estados Unidos. ¿Eso es lo que él supone? No. Probablemente esa suposición sea cierta para él, pero no es nuestro caso. Nosotros fuimos allá representando la dignidad de esta nación, a hablar con quien se nos antojó hablar, con sectores democráticos de Estados Unidos, que los hay muchos –profesores universitarios, congresistas que se oponen al TLC con Colombia porque saben que es una política imperialista contraria al interés nacional de Colombia y son solidarios con nosotros–, pero también con el propio Tomas Shannon, subsecretario de Estado, segundo a bordo del ministerio de colonias de Estados Unidos, como bien se llama al Departamento de Estado. ¿Y qué le dijimos? Debe de estar grabado. Lo mismo que hemos dicho aquí: que no estamos de acuerdo con el TLC, porque el TLC le hace daño a Colombia, porque no es una buena manera de relacionar a los dos pueblos y porque el “libre comercio” ni siquiera es bueno para el pueblo de Estados Unidos. Les insistimos en que no se confundan los intereses de los propios Estados Unidos, los del mundo y los de Colombia con los intereses de sus monopolios y sus trasnacionales.
No le acepto entonces al señor Presidente que sugiera siquiera que cambiamos nuestra naturaleza porque fuimos a Estados Unidos. No. Aquí hay unos que tenemos la suficiente claridad, las suficientes convicciones, los suficientes principios para ser de una sola pieza. Aquí hay unos que no asumimos la forma del recipiente que nos contiene, como hacen los líquidos y los lagartos. En resumen, qué fuimos a decir. Lo que me han oído ustedes decir aquí. Que el TLC va a acabar con el agro nacional, con los cereales, etc. ¿Eso es cierto o es mentira? ¿Y es mentira que el TLC define el territorio nacional de una manera distinta a como lo define la Constitución Política, y que el Tratado nos embolata cosas tan caras como la soberanía de Colombia sobre una importantísima porción del mar allende nuestras costas, casi un millón de kilómetros cuadrados. También dijimos que los medicamentos se iban a encarecer en varios centenares de millones de dólares, afirmación en la que después algunos jefes gringos nos dieron la razón, daños que no fueron modificados con los pequeños cambios que se le hicieron al TLC. La agresión sigue allí y las pérdidas siguen siendo inmensas, así se hayan disminuido en una porción pequeña. Fuimos a decir que por qué se les iba a regalar el mercado interno a las trasnacionales de Estados Unidos, siendo el mercado interno la principal riqueza de Colombia. El derecho a explotar nuestro carbón, nuestros hidrocarburos, nuestro níquel, las ventas en los hipermercados, todo, en suma, se lo entregamos gratis.
Fuimos a Estados Unidos a decir lo que Uribe y su gente no dijo cuando se estaba tramitando el TLC, porque asumieron una actitud contraria al interés nacional. Y entonces ahora nos viene el doctor Uribe a esponjar las narices porque cumplimos con el deber que él no cumplió, el de defender esta patria y defender este país. Exhorto al Presidente a que si no defiende al país, por lo menos modere la lengua cuando se refiera a nosotros, porque estos debates los hemos hecho con toda la seriedad y con todo el rigor. Ustedes, senadores de la Comisión Quinta del Senado lo saben, con cifras en la mano, cifra tras cifra, ahí están publicados mis artículos y mis libros.
¿Qué es lo que tiene crispado al presidente Uribe?
¿Qué es lo que tanto crispa al doctor Uribe? Yo si sé qué es lo que lo crispa. Siempre que vamos a Estados Unidos, queda en evidencia, porque se cumple la máxima de que no se debe mencionar la soga en la casa del ahorcado y porque queda claro, nada menos que en la sede del Imperio, que no todos los colombianos somos Álvaro Uribe Vélez, que hay muchos que no tenemos la columna vertebral gelatinosa y que nos atrevemos a defender con toda dignidad nuestros intereses y nuestros derechos. Eso es lo que lo molesta, eso es lo que lo tiene crispado. Y como cada vez se crispa más, abusa entonces de la omnipresencia en los medios de comunicación para agredirnos, porque él sabe que esos mismos medios de comunicación no nos permiten a nosotros defendernos en condiciones de igualdad. Él lo sabe. El truco es perfecto. Se lanzan mentiras con el ciento por ciento de la presencia en los medios de comunicación, y nuestras verdades se tienen que oír por ahí con el uno por ciento de presencia en los medios, e incluso diría que con menos tiempo. Aquí las mentiras se vuelven verdades, no porque sean ciertas, sino porque se cuenta con el poder de los medios. Y nuestras verdades se convierten en mentiras, porque no nos dan la posibilidad de explicarlas.
Digamos con franqueza que a la entrega del interés nacional en el TLC, el presidente de la República le ha sumado esa actitud de humillación de como lo ha tramitado. No es ni siquiera una opinión mía. Ayer salieron los cacaos de la economía nacional a decirle al doctor Uribe, saben qué, quédese quietecito, que es una vergüenza lo que usted viene haciendo con el TLC. ¡No más humillaciones! Palabra más palabra menos, eso es lo que dice el periódico El Tiempo. Entiendo que el doctor Uribe no sufra problemas de autoestima para hacer cosas que ningún otro colombiano haría, ese es su asunto personal, y cada uno pone su nivel de dignidad e indignación donde se le da la gana, también es un derecho democrático. Pero alguien sí le debiera decir al doctor Uribe que cuando él va a Estados Unidos a someterse a los intereses del imperialismo y a todo tipo de maltratos y humillaciones, viaja representando a la nación, a todos nosotros, y debiera tener algún grado de consideración, porque ese tipo de conductas nos avergüenzan ante el mundo, nos producen eso que se llama vergüenza ajena. Ese es el lío que estamos teniendo aquí, es parte del problema que estamos teniendo. Un Presidente de la República que no expresa como debiera la dignidad nacional, con el cuento de que así es como le conviene a Colombia. No, no así como le conviene a Colombia, ni el fondo ni la forma, y hago especial referencia a la forma, porque las cosas también tienen asuntos de forma.
El que pierde la dignidad lo pierde todo
Voy a insistir en un asunto en el que he venido insistiendo, dirigiéndome a quienes piensan que estos asuntos de la dignidad son boberías. No, señores, no son boberías. La dignidad se la inventó el género humano, como la soberanía, el heroísmo, el valor civil y otros tantos principios que parecen abstractos, como formas de defender los valores y los derechos fundamentales. El que pierde la dignidad lo pierde todo. Y el que pierde la dignidad pierde la plata. Porque con los imperios pasa un hecho históricamente establecido. Las humillaciones, los desplantes, los maltratos se los dan a uno como de ñapa.
Me recuerdan esos casos en los que unos bandidos se suben a robar a los buses, y de paso golpean al chofer, violan las mujeres, se orinan en los asientos y hacen otra cantidad de desmanes absolutamente inicuos, pero antes de irse se llevan la plata, ya que por lo que van es por la plata, lo otro lo dan por añadidura. Algo parecido sucede en los negocios con las trasnacionales y los imperialismos. Presidente que se somete a la indignidad pierde también el negocio y pierden la economía y el interés nacional, que es de lo que estamos hablando. Los colombianos vamos a perder el agro, la industria, la biodiversidad, el mar de explotación económica exclusiva, no es solo la dignidad. Aquí vamos a pagar con desempleo, con pobreza, con miseria, con enfermos y con muertos por el alza en los medicamentos. Ya se está hablando de una nueva reforma laboral, porque hay que volverles a bajar los ingresos a los trabajadores colombianos para supuestamente poder competir con el TLC. No puede haber libre comercio si no hay hambre entre los trabajadores colombianos. En síntesis, el presidente no solo actúa con indignidad, sino que pone en jaque los más elementales intereses de los colombianos.
Rechazo a afirmaciones tendenciosas contra el sindicalismo
También apelando al derecho a la defensa, termino rechazando de manera enfática las afirmaciones tendenciosas del Presidente de la República contra el sindicalismo. La ultima pirueta que anda haciendo es que los que estamos en contra del TLC dizque somos entonces amigos del secuestro. ¡Falta de seriedad, falta de respeto a la inteligencia de los colombianos! ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? O voy yo a decir que cada colombiano partidario del TLC, como los hay muchos en este Congreso, son amigos de otros tipos de violencia, secuestro, extorsiones y asesinatos. No. Eso no lo voy a decir. Pero tampoco le tolero al Presidente que lo diga. Vamos haciendo los debates con seriedad. Cómo así que se insinúe que porque los sindicalistas se oponen al TLC entonces son amigos del secuestro y la extorsión. Es el tipo de cosas que explica por qué el TLC está varado en Estados Unidos. O ustedes creen que con despropósitos como estos no va a aumentar la oposición en Estados Unidos por razones de violencia, porque eso es parte del problema, no solo físicas sino verbales del propio jefe del Estado. Esto es parte crucial del problema. Y esas aseveraciones irresponsables, agresivas, que generalizan de manera indebida, por supuesto que no pueden ser toleradas ni en Colombia ni en el mundo por los sectores democráticos.
Poco importa para el señor Presidente la explicación que hayan hecho los agredidos, en la que señalan que no tienen nada que ver, sino que va haciendo caso omiso de la explicación de los agredidos y generaliza de paso a todos los sindicalistas, y de paso hasta el senador Robledo termina metido en el asunto. Por qué el doctor Uribe, como el Agente 007, se siente con el derecho a hacer lo que se le dé la gana. Pues no. Nosotros vamos a utilizar todos los medios a nuestro alcance para defender nuestras concepciones y nuestros puntos de vista.