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SE DESTAPA EL JUEGO CONTRA EL POLO

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Jorge Enrique Robledo

Bogotá, 7 de febrero de 2008.

Quienes llegamos a las universidades en los años 60 y 70 del siglo XX, encontramos una gran influencia de las ideas de izquierda. Aquí y en el mundo era fuerte la tesis, que aún validan los hechos, de que sin soberanía nacional y democracia auténtica eran insolubles los problemas sociales. Y dominaba la idea equivocada de que no se podía ser de izquierda sin respaldar la lucha armada, concepción que en parte explicaba y era explicada por la existencia de varias organizaciones guerrilleras, así como de Estados que respaldaban esa concepción. Hasta secuestrar se defendió con la inaceptable teoría de que el fin justificaba los medios. Cuántos ataques sufrimos por rechazar, desde la izquierda, la lucha armada y el secuestro, actos que no fue que la Constitución de 1991 volviera inaceptables.

 

Nadie que analice los hechos con honradez puede, entonces, quitarle trascendencia a que el Polo Democrático Alternativo, la mayor unidad de la izquierda en la historia del país, afirme en su programa que “nos oponemos a la guerra y al ejercicio de la violencia como instrumento de acción política”. O que propósito de la marcha del 4 de febrero de 2008, en aviso pago, dijera: “condenamos sin vacilación el secuestro y los demás crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por las Farc”.

 

¿Por qué –y no me refiero a los desinformados– se empeñan en la falacia de sindicar al Polo de no tener la posición que señala su programa? ¿Por qué en los monopolios de la comunicación se tergiversan sus planteamientos? ¿Por qué, en especial, convirtieron el balance de la marcha del 4 de febrero en un juicio al Polo con cargos falsos? ¿Por qué tanto odio? ¿Qué es lo que detestan? Es obvio que esa rabia no puede tener origen en que así repudian lo que no somos, es decir, partidarios de la guerrilla. Pero es más obvio que de ese modo expresen su rechazo a lo que sí somos, o sea, un partido que pugna por cambios profundos en el sistema económico, social y político del país. Y no tienen el valor civil para poner el debate donde es, porque tendrían que defender un régimen inicuo, que avergüenza a los demócratas. Es un truco viejo y barato falsificarle el pensamiento al adversario para desacreditarlo, pero es grotesco que a ello apele un gobierno que en torno a la violencia está en entredicho en el mismo Congreso de Estados Unidos.

 

En la última Cambio (Feb.07.08), el ex ministro Rodrigo Pardo, luego de utilizar la marcha como pretexto, llega a donde quería llegar y azuza las contradicciones internas del Polo con la aspiración de sacarlo de la izquierda y volverlo “de centro”, posición que se cuida de no explicar como igual a la de la derecha neoliberal que fracasó en resolver los problemas de Colombia y el mundo. Y considera “valiente” que haya actos de dirigentes del Polo a quienes él alaba como “modernos”, que obligan “a pensar que el rompimiento está marchando”. Polo cooptado por el establecimiento o dividido es la propuesta; ¡y en nombre de la democracia! Por su parte, Francisco Santos salió a decir que el Polo no debe ser de izquierda y a indicar quiénes deben dirigirlo. Lo que faltaba en el proceso de imponer un pensamiento único en Colombia: ¡ay de la izquierda si se atreve a pensar diferente a la caverna uribista!

 

Mas se equivoca quien piense que lo que buscan es que el Polo y sus dirigentes cambien de color y que, en consecuencia, salgan a gritar: “¡Viva el FMI, viva la plutocracia, viva Álvaro Uribe!”. No. Por supuesto que no. Porque idiotas no son. El acuerdo que nos ofrecen consiste en que abandonemos la lucha por los cambios que requiere Colombia para salir adelante, pero, eso sí, sin dejar de hacer críticas menores para que sigamos pareciendo de izquierda. Y el establecimiento nos mantendrá el rótulo de izquierdistas y hasta nos encimará algunos puestos y contratos y cierta nombradía. El crimen perfecto.

 

Estrategia de Promoción de la Democracia llaman en Washington a estas farsas tendientes a mantener el statu quo y a convertir en fichas del régimen a los izquierdistas arrepentidos, pero sin tener que pasar por la vergüenza de cantar la voltereta y perder la capacidad de engaño. En Lecturas Dominicales de El Tiempo del 9 de noviembre de 2003, en un artículo tomado de la revista Newsweek sobre cómo vencer la resistencia al neoliberalismo, se dice: “Teniendo en cuenta el espíritu desafiante de los latinoamericanos de estos días, los mejores agentes para llevar a cabo más reformas son los líderes izquierdistas que contribuyeron a encender la chispa de la revuelta contra el libre mercado (…) Solo los izquierdistas tienen la credibilidad popular necesaria para aplacar a las masas desencantadas”.