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RIQUEZAS A CAMBIO DE ESPEJITOS

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Jorge Enrique Robledo

Bogotá, 28 de mayo de 2010.

Sobre el TLC con la Unión Europea, el ministro de Agricultura dijo que “el sector lácteo sí queda expuesto (…) se afectará gravemente” (Caracol, May.13.10), el gobierno español ofreció unos dólares –incapaces de salvar a los ganaderos colombianos, pero capaces de aceitar la entrada en vigencia del Tratado– y el presidente Uribe anunció un Conpes para la “reconversión” de la ganadería, hechos que confirman la gran amenaza que se cierne sobre 400 mil pequeños y medianos ganaderos. Al mismo tiempo, alegan que el ataque contra los lácteos no es tan grave y exageran las supuestas “ganancias” para otros sectores, todo tendiente a anestesiar a los ganaderos y a aislarlos de los demás colombianos.

 

Cuando dicen que se eliminarán los subsidios europeos “a las exportaciones” que respaldan a los lácteos, ocultan que estos son pequeños y que la parte principal de los subsidios, que se mantendrá, son las llamadas “ayudas internas”. El mismo engaño intentaron cuando el TLC con Estados Unidos. También confunden al hablar solo de las importaciones de Europa, para decir que son pocas. Porque Fedegan ha explicado que además llegarán lácteos por los TLC con Estados Unidos, Mercosur y Chile, todos los cuales, al inicio de lo pactado, sumarán el 10 por ciento del total de la leche que se pasteuriza en Colombia, cantidad que hundirá los precios internos de compra a los lecheros e irá en aumento, y a la que hay que agregarle el libre ingreso de lactosueros norteamericanos desde el primer día del TLC y de europeos, a partir del tercer año.

 

El Conpes lechero que dicen salvará a los ganaderos de las importaciones se analizará una vez se expida. Pero desde ya puede afirmarse que constituye una burla decir que la escuálida tesorería colombiana podrá compensar los subsidios agropecuarios europeos, que alcanzan los ¡146 mil millones de dólares al año! Los inevitablemente insuficientes dineros que aprueben en ese Conpes, si es que no se quedan en el papel, podrán tener como objetivo pagar respaldo político y gremial para el TLC, pero no proteger, realmente, a la ganadería colombiana. Y es posible que ese Conpes facilite las importaciones y fortalezca las trasnacionales, por la vía de perseguir a los comerciantes de leche cruda, que son los únicos compradores de muchos ganaderos.

 

En cuanto al resto del agro, lo principal que “consiguió” Colombia ya se tenía por el Sistema General del Preferencias (SGP). Lo que se logró en azúcar y banano –bien escaso, por cierto–, aun si no se lo apropian los intermediarios europeos, cosa que puede suceder, no compensa las pérdidas; y también prueba que en lo que les hace daño a gringos y europeos no habrá libre comercio.

 

Como hay gente capaz de decir cualquier cosa, no falta quien afirme que a la industria nacional le irá bien, cuando la Unión Europea es una superpotencia industrial que les otorga subsidios abiertos a sus industriales por 48 mil millones de dólares al año y tiene una productividad del trabajo que supera en 6.5 veces la de Colombia. Además, el mercado interno colombiano, que constituye la principal riqueza del país, se les entregó gratis a los inversionistas europeos, quienes, junto con los norteamericanos, se quedarán con lo fundamental de la economía nacional. ¡Vaya manera de conmemorar los 200 años del Grito de Independencia!

 

Los TLC con Europa y Estados Unidos mantendrán las barreras sanitarias a los productos colombianos. Y entre el capítulo de propiedad intelectual y el de libertad de importaciones se dejará a Colombia en el atraso científico y tecnológico. La ONU –no el Polo– acaba además de denunciar que estos tratados, y en esto también son iguales, encarecen los precios de los medicamentos y provocan enfermedad y muerte.

 

Luego los cuentos sobre las “ganancias” que los TLC le dejan a Colombia se parecen a los espejitos con los que los españoles despojaron de sus riquezas a los aborígenes americanos.

 

Coletilla: tan molesto anda el decano Alejandro Gaviria, porque, según él, el senador Robledo “es considerado un político virtuoso, casi un parangón”, que hasta propone se me “condene” políticamente (El Espectador, may.23.10). ¿Hasta dónde llegarán los pontífices nativos del dogma neoliberal y el pensamiento único del FMI? ¿Con esta mentalidad promueve el libre pensamiento entre sus estudiantes? Antes Colombia no está peor.