Por María Isabel Rueda para El Tiempo.
Diciembre 9 de 2021
Senador: usted acaba de ser víctima de la traición del micrófono. ¿Ya se recuperó de eso, luego de las excusas gallardamente ofrecidas por usted y aceptadas por los Galán?
Estaba en plena sesión del Congreso cuando me entró la llamada de un amigo. Fue una conversación espontánea, sin ningún cálculo, y solté esa frase que fue terrible. Pero era una conversación coloquial. Lo peor en el mundo es que el lenguaje privado se vuelva público. Si eso sucediera con todas las conversaciones privadas, creo que la humanidad se destruiría. Lo que se dice entre amigos, entre familiares, con los hijos, con la señora, con el profesor… Si eso se volviera público, sería el fin de todo.
Pero la forma como usted se expresó sí revela que siente un malestar. ¿Por qué?
Tenemos en la Coalición Centro Esperanza, y eso está más o menos sabido, dos puntos de vista en relación con si la lista de la coalición es cerrada o abierta. Estamos intercambiando opiniones hace rato. Ahí no hay un malestar, hay un desacuerdo, que espero podamos resolver.
Y el desacuerdo consiste en que, obviamente, si la Coalición Centro Esperanza lleva una lista única encabezada por Humberto de la Calle, como está programado, pues tiene más posibilidades que si se divide en dos listas, porque el Nuevo Liberalismo tiene un nombre muy pesado. No hay que negarlo…
No es raro que haya coaliciones con más de una lista. Pero se ve mejor y se facilita la política si es con una sola, porque manda un mensaje de unidad que la gente quiere escuchar. Pero además, si no es con lista única, Humberto de la Calle ha dicho que no la encabezaría. Y esa sí sería una pérdida bien notoria, porque es difícil encontrar un mejor candidato en este momento para encabezar la lista de Senado. ¿Entonces, el desacuerdo tiene su importancia, no? Y al respecto lo que hice fue expresar de manera coloquial mis sentimientos. Pero los colombianos deben saber que si ha habido algo grato en esta coalición, que ya llevamos todo este año construyendo, reuniéndonos por lo menos una vez a la semana, ha sido el trato cordial, amable, con buen sentido del humor. Por lo tanto, mi expresión no refleja ningún sentimiento de tensión extrema ni malos tratos, ni cosas de ese corte. Cuente este país con que seguiremos unidos y que vamos a ganar la Presidencia.
Quiero preguntarle por su situación personal dentro de esa coalición. Usted es un prestigioso senador de izquierda línea Moir y un reconocido líder de esa ideología. Se ha caracterizado por su coherencia ideológica, y ahora nos lo encontramos integrando la Coalición Centro Esperanza…
Sí, construimos desde cero la coalición.
¿Se siente bien que lo estén trasteando para aquí y para allá, en esa coalición, alrededor de una cosa que llaman ‘centro’? Con franqueza, a usted, senador, nunca lo hemos visto en el centro, o sea, ha representado una izquierda moderada, democrática, alejada de la violencia. Pero al fin y al cabo, izquierda. Y la izquierda no es centro. Es izquierda.
Yo cada vez descreo más de los rótulos. Son muy imprecisos. Son una sobresimplificación de la realidad. Ese es de izquierda, aquel es de derecha… Recordemos que eso tiene origen en los días de la Revolución francesa, y era más o menos preciso: a un lado estaban los monárquicos y al otro lado, los republicanos. Pero eso, con el paso de los años, se ha vuelto cada vez más impreciso. Le voy a poner un par de ejemplos. En Colombia ha habido la idea de que la izquierda es amiga de la lucha armada, y existimos quienes hemos militado toda la vida en la izquierda y jamás hemos estado en eso. En los años setenta, cuando hubo tantos movimientos de izquierda, y todavía ahora, yo diría que la mayoría no estuvo de acuerdo con la lucha armada. Pero lo cierto es que izquierda y lucha armada, en algún momento, se volvieron sinónimos. También se ha asociado izquierda con estatizar la economía. Yo nunca he defendido la estatización de la economía. Y en el caso de la derecha, ha sucedido que derecha sea sinónimo de paramilitares. Y eso tampoco es cierto.
Ni la izquierda es sinónimo de lucha armada ni la derecha, de paramilitarismo. Eso es absolutamente cierto.
Como el país se polarizó tanto, unos quedaron en la derecha y otros en la izquierda, por llamarlo así, o en la extrema izquierda, entre el uribismo y el petrismo, y a la coalición la ubicaron en el centro, como una manera práctica de los periodistas de distinguirnos de los otros dos lados.
Pero senador, admítame que usted de centro no es. Usted es un hombre de izquierda…
Si soy un hombre de izquierda, entonces soy de izquierda democrática.
Para distinguirla de una izquierda extrema…
Ahí vuelvo a lo mismo. ¿Qué es ser de izquierda extrema?
Pues izquierda extrema es, por ejemplo, el señor Petro. Eso es extrema izquierda, y usted no es como el señor Petro.
Yo tengo con él unos desacuerdos muy grandes, sobre muchos temas. Pero sobre la forma de rotularlos, prefiero no hacerlo. En algún tiempo, por ejemplo, se asoció izquierda con Unión Soviética. Yo nunca he estado ahí, cierto. En un tiempo se asoció izquierda con que no podía llegarse a acuerdos democráticos con los empresarios. Tampoco he estado en eso. Pero no solo yo, otros sectores de la izquierda tampoco. Entonces, fíjese que es bien difícil catalogar así. Pero bueno, si usted se siente cómoda diciendo que yo soy de izquierda, en este sentido que le estoy explicando, pues bueno, listo.
No, yo no me quiero sentir cómoda, quiero que usted se sienta cómodo en que yo le diga que usted es de izquierda y no de centro.
Me siento cómodo en el sentido de que yo soy ese que ven. Le pongo un ejemplo. Creamos el partido Dignidad cuando nos salimos del Polo. La gracia de ese partido es que hoy tiene mucha gente que no viene del Polo ni de las organizaciones que hicieron parte de él, hasta el punto de que el presidente nacional es Juan Manuel Ospina, que usted sabe que fue senador del Partido Conservador, bueno, de su partido, María Isabel, ¿cierto? Y es de los Ospina…
Bueno, pero ya que no vamos a rotular, entonces no me rotule. ¿De dónde sacó que yo milito en el Partido Conservador?
Pues si me equivoco rectifico… (Risas de los dos). Entonces, en el caso de Juan Manuel Ospina, ¿dónde lo ponemos? Y él está en Dignidad, y somos amiguísimos y compartimos todo este proyecto. Y como él, le podría dar otros nombres, como el de Michel Maya, jefe de Dignidad en el Valle del Cauca, para poner otro ejemplo. ¿Cuál es el problema con los rótulos? En nuestro caso, nos describen mal y nos crean más problemas de los que nos resuelven.
Ya en la Coalición Centro Esperanza usted ha tenido que encontrarse con quien seguramente nunca tuvo pensado aliarse: el exministro Alejandro Gaviria. Y no por unas diferencias personales, que se arreglan con un estrechón de manos, sino con unas profundas diferencias ideológicas. ¿Cómo ha hecho para estar en la misma coalición con Gaviria?
No es el caso solo de Alejandro Gaviria, sino de los otros compañeros de la coalición. Le doy este dato que es muy desconocido. Mis amigos en Antioquia no respaldaron a Sergio Fajardo ni en la alcaldía ni en la gobernación; le hicimos oposición, y yo coincidí con ellos. Juan Fernando Cristo, Juan Manuel Galán y Humberto de la Calle estuvieron con el Partido Liberal hasta hace poco, y trabajaron en el gobierno de Santos. Acuérdese de que yo nunca respaldé el gobierno Santos. Lo que sucede con Alejandro Gaviria es como la norma en la coalición: y es que somos diversos. Sergio Fajardo nunca tuvo tampoco relaciones con el Partido Liberal, ¿no es verdad? Acuérdese de que en las elecciones de 2018 no hubo acuerdo entre Humberto de la Calle y Sergio Fajardo por la presencia de César Gaviria y del Partido Liberal. De manera que lo que viene sucediendo con Alejandro Gaviria no es tan extraño, en el sentido de que estábamos en puntos distintos y ahora estamos coincidiendo sobre unos acuerdos mínimos muy importantes para el progreso del país.
Se lo pregunto de esta manera. Si Alejandro Gaviria es el candidato de esa coalición, usted lo va a apoyar…
Sí señora, así es. Tenemos un acuerdo ético, básico. Si yo no pudiera cumplir la palabra empeñada, no estaría en la Coalición Centro Esperanza.
Suponiendo que a segunda vuelta pase Gustavo Petro, y su rival no venga de Centro Esperanza, es decir, de su coalición, ¿usted por quién se va?
En la práctica hay un acuerdo en la coalición para no hacer suposiciones sobre una segunda vuelta que no incluya que ahí estaremos nosotros, es decir, uno de los nuestros. Porque eso, además, es impolítico.
Más que impolítico, es un ardid inteligente para evitar tener que responder una pregunta difícil. Toca sostener por estrategia política que ustedes son los que van a pasar. Pero a mí me corresponde como periodista insistirle en la pregunta difícil. ¿Qué pasa si Petro es el candidato y del otro lado no hay ninguno de ustedes?
No vemos esa opción. Pero además, recuerde que aquí no hay solo dos posiciones, hay más de dos. Hace cuatro años, cuando las alternativas eran Duque-Petro, yo voté en blanco. Esa es historia patria. Y lo mismo hicieron Sergio Fajardo y otros. Repito, eso lo miraremos en su respectivo momento, pero a partir de que nosotros vamos a pasar a segunda vuelta. Y échele ojo a esto, que es interesante. Aquí andan con el mito de que Petro ya está en la segunda vuelta, y como las encuestas no las hacen por coaliciones sino por individuos, entonces parecieran demostrar eso.
¿Y, según usted, eso no necesariamente es cierto?
Eso no es cierto, María Isabel. Mire: Petro le ganó a Fajardo hace cuatro años en la primera vuelta por apenas el 1,3 por ciento de los votos, por solo 260.000 votos. Y ahora nadie puede demostrar que nos va a ganar por ese mismo uno por ciento. Esta semana, precisamente, tuvimos una reunión entre nosotros y coincidimos todos en que la posibilidad de que le ganemos a Petro es toda. Porque un uno por ciento no es nada y hoy somos mucho más fuertes de lo que éramos hace cuatro años. Entonces, somos optimistas de que va a ser así.
¿Y si los Galán y el Nuevo Liberalismo insisten en tener lista propia, ustedes se van a aguantar que se les imponga esa modalidad?
Pues los demás de la coalición lo lamentaríamos, pero por eso no se rompe una coalición. Como le decía atrás, una coalición puede tener varias listas, aunque lo mejor, a mi juicio, sería tener una sola. Y ese es un desacuerdo más que hay que tramitar de la manera más cordial posible. Ahora, no pierdo la esperanza (ríe) de que terminemos haciendo una lista única con Humberto de la Calle encabezando. Eso sería una maravilla.
Los ‘verdes’ están divididos. Están por dentro de la coalición, pero hay unos con Petro, otros con el Partido Liberal y otros con ustedes…
La Dirección Nacional Verde, o sea la jefatura Verde…
¿Que es quién?
Ahí están Antanas Mockus, Navarro y Carlos Ramón González. No sé cuántos son exactamente, pero es colegiada, y tomaron dos decisiones formales. La primera, libertad para votar por presidente, y con nosotros está, en la consulta de la Esperanza, Carlos Amaya. No a nombre del partido Verde, sino a título personal. Y la otra decisión fue que sus candidatos al Senado estarán en la lista de la Coalición Centro Esperanza. Luego para presidente cada ‘verde’ puede votar por quien quiera, pero le cuento que, entre sus congresistas y otros electos, Carlos Amaya tiene una mayoría muy notable.
Para terminar: ¿qué va a hacer con el micrófono? Una de dos: o lo apaga, o modifica el léxico… (risas). Estuvo a punto de causar un delicado incidente político.
Espero que esa pesadilla no se repita (risas). Como dije, el lenguaje privado no se debe volver público. Porque son como dos idiomas diferentes. Lamentablemente, hay quienes se dan su momento de gloria publicando una conversación privada. Sería bueno eliminar esa costumbre.
Espero que lo que piense de mí en privado no lo deje dicho con el micrófono abierto… (Risas)
Lo mismo digo yo, María Isabel. (Risas).
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO