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PRECISIONES SOBRE EL PLEITO ENTRE SANTOS Y URIBE

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Jorge Enrique Robledo

Bogotá, 12 de abril de 2013

Es verdad que Juan Manuel Santos traicionó a Álvaro Uribe. Se cumplió la advertencia de Daniel Coronell cuando en la campaña electoral dijo que Santos era el único uribista capaz de traicionar a Uribe, hecho que explica su estrellón. Pero está por aclararse que ese pleito es por razones de forma y no de fondo, lo que no elimina la traición, porque el acuerdo que llevó a Uribe a elegir a Santos fue sobre qué promover desde el gobierno, pero también sobre cómo hacerlo. ¿Si el candidato Santos le hubiera advertido al presidente Uribe que iba cambiar la manera de promover los “tres huevitos”, habría sido el jefe del Estado? ¿O si le hubiera anunciado que cambiaría el estilo de enfrentar al gobierno venezolano y a las Farc?

Por ruido que haga esa disputa, ello no significa que sea, realmente, de fondo. Porque puede demostrarse que Santos y Uribe son bastante más parecidos y coincidentes que diferentes y contradictorios, si se miran a profundidad las cosas. Para comprender mejor esta riña, de cómo lo agudo de una controversia no debe confundirse con su profundidad, los colombianos tienen a la mano peleas incluso violentas entre compadres por un partido de fútbol o las de Lleras y Turbay, Ospina y Gómez o Pastrana y López, al igual que un caso dramático en extremo: la violencia liberal-conservadora provocó cuatrocientos mil muertos, pero los jefes de ambos partidos la terminaron con el simple acuerdo de aplicarle el tapen-tapen a ese horror, repartirse poder político, burocracia y contratos al cincuenta por ciento y continuar con las mismas orientaciones económicas y sociales en las que coincidían desde antes de la matanza.

En lo que tiene que ver con la estructura económica, social y política imperante, Santos y Uribe, al igual que Gaviria, Samper y Pastrana, siguen las fórmulas del Consenso de Washington, que determinan, para mal, toda la vida del país. Por ejemplo, es innegable que los une el respaldo a los tratados de libre comercio, aun cuando el ministro de Agricultura tenga el descaro de lavarse las manos presentando a su gobierno como una víctima de la administración anterior en este aspecto. Y Santos y Restrepo continúan con la política agraria de Uribe y Arias, exceptuando la restitución de tierras, que no tiene poder suficiente para modificar el modelo Carimagua en aplicación, y menos si no se cumplen, como no se cumplirán, las promesas de restitución de Santos (http://db.tt/Em9mKTgW).

En cuanto a las relaciones con Venezuela, tan no son estratégicos los cambios, que cuentan con el respaldo de Washington, que tiene a Santos como su mejor espolique contra los gobiernos rebeldes del continente. Y cómo no respaldarlo si, ya como Presidente, confesó: “Yo soy pro estadounidense” (Semana, Feb.12.11). De otra parte, Santos ha insistido en que no adelanta el proceso de paz con las Farc para entregarles el poder o acordar transformaciones de fondo en el país, sino para que cese la confrontación armada.

Que se hagan votos para que concluya con éxito el proceso de paz no debe llevar a respaldar a Santos ahora ni en su reelección. Porque es el jefe máximo de las concepciones que históricamente le han impedido a Colombia liberarse del anquilosamiento productivo y la pobreza, con una particularidad también repudiable: son tantas sus destrezas en el arte de engañar, que engatusó a Uribe y confunde a quienes no entienden el verdadero alcance de sus políticas, al tiempo que les brinda coartadas tramposamente progresistas a unos que sí saben cuál es el fondo de sus astucias.

Colombia solo podrá superar sus gravísimos problemas una vez las mayorías ciudadanas decidan respaldar una opción de transformación democrática profunda y dejen de escoger entre quienes defienden las políticas que mantienen un statu quo inicuo, así sea con matices diferentes. Como su propuesta de convergencia y salvación nacional es la única capaz de empezar a sacar a Colombia de la gravísima crisis en la que se debate, el Polo no caerá en la trampa de respaldar a Santos tras el señuelo de contener a Uribe.

Coletilla: Contundente la demostración de Manuel Sarmiento sobre la conspiración del santismo contra la tutela en salud (http://db.tt/15Qj3Xe6). El consejo de ministros debe declarar impedido a Alejandro Gaviria para la reforma a la salud (http://db.tt/qj1lKPpT). Escandaliza el roscograma del santismo con las EPS (http://db.tt/IrLKl2D8).

Bogotá, 12 de abril de 2013.