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POR QUÉ EL PASAJE DE TRANSMILENIO DEBE EVOLUCIONAR A UN COSTO DE CERO PESOS

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Jorge Enrique Robledo, 17 de agosto de 2023.
Rueda de Prensa

Empiezo por darles mis agradecimientos muy especiales a todos quienes están aquí con nosotros, tanto de medios de comunicación como de otras organizaciones. A quienes nos están viendo por las redes, también mis saludos, a quienes nos van a ver después por las redes, mis agradecimientos.

Empezar por desearles el mejor día a los arquitectos. A mis colegas. Me acaban de decir que hoy es el Día del Arquitecto. Entonces empecemos por un saludo muy merecido a todos ellos.

Como se sabe, esta rueda de prensa es para sustentar con todo rigor y seriedad por qué sí es correcta y viable la propuesta que estamos haciendo. No es una improvisación, no vayan a creerlo. Esta campaña lleva semanas estudiando minuciosamente el tema y nos hemos reunido con dirigentes políticos y gremiales que llevan también años estudiándolo con cuidado.

En un mundo en donde esta idea avanza, no vamos a inventarnos que el agua moja. Todavía no hay muchas ciudades del mundo donde ya está sucediendo, Washington una de ellas. La idea del pasaje cero o gratuito, como se quiera llamar, empezó a operar en Washington en estos días. Al final les voy a dar datos de otras ciudades.

Es más, hay un acuerdo del Distrito de Bogotá, de este Concejo municipal, el Acuerdo 270 del 2020, que establece como una política pública avanzar en la senda del pasaje cero o de la gratuidad del transporte masivo de Bogotá. No estamos entonces improvisando, repito. No. Nuestra propuesta está montada sobre un estudio muy cuidadoso.

Por qué es correcto avanzar en este asunto. Lo voy a explicar desde tres ángulos. Es correcto porque las razones sociales justifican lo que estamos proponiendo, porque la viabilidad económica también nos confirma que puede hacerse y porque hay también un interés ambiental que no es despreciable.

Vamos por partes. Primero, las razones sociales. Los estratos uno, dos y tres se gastan entre el 20 y el 30% de sus ingresos en pasajes. Estamos hablando de un montón de plata en una ciudad que está hundida en la pobreza. Los otros candidatos a la Alcaldía veo que no lo mencionan, pero yo sí. Tenemos 4,8 millones, casi 5 millones de bogotanos y bogotanas en pobreza o vulnerabilidad económica. Tenemos 600.000 jóvenes que son ni-ni, ni estudian, ni trabajan o están en la informalidad. Tenemos 2.5 millones de habitantes que hacen menos de tres comidas al día. Y todos ellos afectados por el pago de los pasajes.

Esta es entonces una ciudad llena de gente que aguanta hambre todos los días. Y hay mucha gente que hoy camina distancias larguísimas porque no puede pagar los pasajes de Tranmilenio. Entonces, por supuesto que es sano cualquier esfuerzo que hagamos por disminuir el sufrimiento de esos compatriotas.

Tengo un recuerdo de Manizales que no se me olvida. Hace muchos años, cuando las condiciones económicas eran menos malas que las de ahora, me tocó ver en una fotocopiadora a las 6:30 de la tarde a una madre discutiendo con sus dos hijos si sacaban las fotocopias para la tarea de los muchachos o pagaban la buseta para irse a la casa. Es el drama de todos los días de millones de bogotanos, no es un cuento de Jorge Enrique Robledo.

Señalemos además un aspecto que me agrada resaltar. La propuesta está dirigida especialmente a las bogotanas, a las mujeres. Lo voy a mencionar de distintas maneras. Miren, el 24% de los desplazamientos que se hacen en Bogotá se hacen a pie y caminando más de 15 minutos. Vemos a mucha gente caminar distancias larguísimas porque no tiene con qué pagar sus pasajes, un problema que afecta principalmente a las mujeres. La estadística indica que quienes están obligados a hacer viajes a pie de más de 15 minutos son, en un 65%, mujeres. Hay otro dato. El 65% de los viajes en Transmilenio lo hacen mujeres. La propuesta que estamos planteando, claro, es para todo el mundo, pero hace un énfasis particular en las mujeres de Bogotá.

Y las mujeres suelen ser más pobres que los hombres. El impacto de los pasajes sobre ellas es bastante más alto que sobre los hombres. Y padecen además por un problema relacionado con los costos del pasaje, porque son víctimas en los buses de toda forma de maltratos y de violencias y atropellos y humillaciones. Con la propuesta también queremos que no se sigan presentando ese tipo de conductas indeseables.

El tema de los colados, expresión de la pobreza y de las urgencias, no es un asunto menor. Se habla de que en las troncales se cuelan 300.000 personas, el 20% de los pasajeros. Con un rebote muy grave, por los muertos que terminan siendo atropellados al momento de colarse. Es otro tema que apuntamos a resolver.

Miren ustedes que aquí estamos tirando a resolver muchos problemas que tiene la ciudad.

El segundo aspecto, las razones ambientales. Obvio, si mejoramos las condiciones de accesibilidad a los buses, es probable que haya gente que se baje de sus carros y otra que se baje de sus motos. No se trata que los vamos a obligar a que se bajen, no es eso, pero sí es presentar otra posibilidad, que la gente pueda optar por utilizar también este medio de transporte, lo que tenderá a mejorar el ambiente, en la medida en que hay menos contaminación.

El tercer aspecto son las razones económicas, en las que más me voy a detener, porque, claro, nunca faltan los de “no se puede, es imposible”, sobre todo si son los puntos de vista y las opiniones de los demás. Y al establecimiento hay cosas que no le gustan. Lo anticipo desde ya. Hay gente a la que le molesta que aparezcan nuevos derechos. Sí, cuando la ley estableció hace muchos años que ya los varones no tenían el derecho de asesinar a las mujeres por infidelidad conyugal, no faltó el caballero que dijera, pero, cómo así, nos van a acabar un derecho. Y otros muchos se opusieron a la educación gratuita, a la salud pagada por el Estado, a tantos avances que hoy son derechos que la sociedad ha construido. 

Veamos este argumento a favor de mi propuesta de pasaje cero. Lo que se ahorren las bogotanas y los bogotanos en pasajes no es plata que se va a quedar debajo del colchón, es plata que se vuelve gasto ciudadano, en más alimentos, más vestuario, más cultura, más diversión. El mayor gasto dinamiza la economía, promueve el desarrollo económico de la ciudad. Sería un logro muy importante, más en una ciudad que está en un declive económico, como todos lo sabemos. Y tampoco es asunto menor.

Miren esta cifra escalofriante. Una familia de tres personas en que las tres hagan dos viajes al día en Transmilenio, seis días a la semana, se gasta al año en pasajes cerca de 5 millones de pesos. Háganme el favor. Y si perciben salarios mínimos, miren ustedes entonces el impacto. Si esa plata la logramos introducir al mercado de Bogotá, estoy seguro de que se va a dinamizar la economía. No es un cuento. Nos tiene que interesar que el desarrollo empresarial y el de todas las pequeñas actividades económica florezca en la ciudad.

Estamos haciendo la propuesta con todo el rigor. No venimos aquí de magos ni de hechiceros, porque desde el debate de candidatos a la Alcaldía en Semana, la planteamos como un proceso. No es que yo me posesione el 1° de enero del 2024 y al otro día todo el mundo tiene pasaje cero. No somos charlatanes. Es un proceso diseñado para que pueda ser viable.

Vamos a examinarlo más en detalle. Primero, se aplica a todos los servicios del sistema de transporte de la ciudad: troncales, SITP, alimentadores y cables. Cómo será el proceso. Año 2024, viene todo un trámite de asuntos legales, todo un trabajo de planeación y de gestión. Por ahí empieza el proceso de ir hacia el pasaje cero o gratuito. Lo segundo, el año entrante no habrá aumento en el pasaje del sistema, lo que empieza a mejorar el bienestar del usuario. No es asunto menor ahorrarles a las personas 295 pesos por cada pasaje, es una plata importante.

Qué pasa en el año 2025. El tiquete se reduce en 33%, queda a 2.000 pesos. Miren que ahí también le va mejorando la vida a la gente. No son disminuciones menores, son disminuciones importantes. En el 2026, otro 33% en la reducción y el tiquete queda a 1.000 pesos. Por último, en el 2027, pasaje cero.

Lo que planteo es con seriedad, con rigor. No somos unos charlatanes y les voy a pedir a quiénes quieren salir a debatir la propuesta que lo hagan con seriedad. Aquí no puede ser que haya tecnócratas que hace unos años alegaban que era una idea muy buena y ahora, porque la proponemos nosotros o los concejales que aprobaron el proyecto de acuerdo, se volvió entonces muy mala. Seriedad, seriedad en el debate como en la administración pública.

Ahora, el punto crucial es quién va a pagar los costos del pasaje cero. Vamos a demostrar cómo sí se puede pagar con un esfuerzo, claro, y cambiando cosas. Se puede pagar. ¿Cómo están las cosas? Analizando las cifras del 2023, sobre estudios oficiales, se puede saber con bastante aproximación cómo van a estar las cosas en el 2024. Los costos de operación del sistema ascienden a 5.48 billones de pesos, de los cuales los pasajes están poniendo 2,5 billones. Es el problema que hay que resolver, porque a veces se olvida en el debate que este año el Distrito apenas va a poner 2.9 billones. La situación es tan dramática, que el Distrito ni siquiera puede subir el pasaje al nivel de los costos de la operación del sistema, porque no le da, ya no puede estrangular más a la gente. Entonces fíjense que aquí si hay una necesidad social y una necesidad económica.

¿Cómo se resuelve el problema? Con aportes de Bogotá, que ya tiene hechos unos aportes grandes y va a tener que aumentarlos un poco, cierto. Pero voy a enfatizar en los nuevos aportes del gobierno nacional, del Presupuesto Nacional, aportes a los que tenemos derecho los ciudadanos de Bogotá y su alcalde, pidiéndole al Gobierno nacional que nos colabore.

Bogotá es la locomotora de la economía nacional, y a Bogotá, como al resto del país, hay que atenderles sus reclamos. Claro, en todas partes hay problemas, pero nosotros estamos haciendo énfasis en las necesidades de Bogotá.

Entonces en 2024, los actuales 2.9 billones de aportes de Bogotá, más 340.000, se van a 3.24 billones. Es un esfuerzo que ya se está haciendo y que Bogotá es capaz de hacer, y lo que le vamos a aumentar no es una suma desproporcionada, aunque sí importante, pero que el Distrito puede asumir. En 2025 lo mismo, en 2026 lo mismo, lo estoy señalando en términos reales, y en 2027 debo agregar otros 1.2 billones de pesos. En lo que quiero enfatizar, más que en los detalles, es insistir en que la propuesta está pensada para que sea viable, para que Bogotá no tenga que estrangular todos sus demás deberes y compromisos, sino para que el gasto se pueda acompasar con las demás necesidades que hay que atender en Bogotá.

¿Cómo es lo de la Nación? Lo de la Nación se incluye en la Ley de Presupuesto. ¿Cómo es en el 2024? Cero, porque estamos apenas empezando a armar las cosas y Bogotá no tiene que subir. 2025, 2.5 billones. 2026, 3 billones. 2027, 3 billones. Va a ser un aporte importante de la Nación. No es una exageración ni una desproporción, o si no, no lo hubiéramos planteado. Es un proyecto al que consideramos viable y sensato.

Al mismo tiempo, el sistema va a hacer esfuerzos para aumentar los ingresos por otros conceptos. El punto, todavía en análisis, se puede trabajar con seriedad. Estoy seguro de que vamos a encontrar respaldo, que muchos bogotanos van a poder hacer contribuciones voluntarias en la forma que sea, con tarjetas de crédito, con donaciones, llamémoslas así, no obligaciones, para respaldar el proyecto. Se puede incluir también en el propio predial. Aquí hubo un alcalde, ustedes se acuerdan, que estableció una norma según la cual, quien pagaba su predial obligatorio podía hacer además un aporte voluntario a las necesidades del Distrito. La idea se puede usar aquí. Estoy seguro de que este es un proyecto tan bonito que le va a gustar mucho a la gente. En la medida en que lo entienda, seguramente va a quererlo.

Cuando lleguemos al momento en que haya plena aplicación del pasaje cero, va a sobrar el costo que hoy implica recaudar los pasajes, como de 300 mil millones de pesos. Es un costo que desaparece, una plata con la que podemos reducir de los costos los subsidios que estamos planteando.

También se puede hacer con mucho rigor, y hoy se está haciendo muy mal, comercializar el sistema de transporte, los buses, las estaciones. Ahí hay muchísimo que se puede hacer para conseguir otra plata importante y para reducir también los aportes distritales y nacionales.

Aquí vamos a tener una ventaja y es que ya está operando La Rolita, una empresa del sector. Se creó como solo del Distrito y lamentablemente la volvieron mixta, pero bueno, de todos modos, el Distrito, en mi Alcaldía, va a tener acceso a toda la información del sistema y a conocerlo mejor para plantear las reformas que haya que hacer. También necesitará otras reformas, pero a partir del conocimiento que tengamos para lo que hay que proponer.

Que quede claro un hecho de gran importancia: ningún contratista de este sistema de transporte verá afectado su ingreso de ninguna manera. Tiene que quedar claro porque andan mintiendo sobre esto. Yo soy una persona que funciona con la Constitución y la ley. Hay una serie de contratos de distinto tipo, un montón con particulares, y todos se van a cumplir, como es obvio, hasta sus vencimientos. Si hay necesidad hacer ajustes, todo será conversado y acordado. Los contratos son ley para las partes, no se pueden modificar si no hay un acuerdo entre las partes. Entonces no habrá afectación negativa para ellos, no puede haberla.

Todo está pensado para que en ese sentido el sistema siga siendo el mismo. Ya llegará la hora cuando se venzan los contratos, que a quien le toque, que mire qué puede hacer, y en lo que a mí respecta, pues también miraremos cómo hacerlo.

Bueno, veamos entonces ahora el tema de los subsidios de la Nación, que es realmente lo nuevo. Lo otro hasta aquí en buena medida es lo que ya ha venido sucediendo, solo que con unos pesos de más. ¿Cómo es lo de los subsidios de la Nación? Bogotá sí tiene derecho, llamémoslo así, a proponerle al Gobierno nacional y al Congreso que atiendan esta solicitud. ¿Por qué? Porque miren ustedes cómo es el asunto en 2025, y voy a mirar solo ese año para no hacerme más largo. Veamos, dos y medio billones de plata del presupuesto nacional para esta operación.

Eso es menos del 0,1% del Producto Interno Bruto Nacional, en términos porcentuales, una suma importante, pero en términos relativos muy, pero muy baja. Y resulta que Bogotá le aporta el 25% al Producto Interno Bruto Nacional y nosotros estamos hablando de un costo del 0,1% del PIB.

No me digan que es una exageración. Esa plata es el 0,5% del Presupuesto Nacional del 2024. No me digan que Colombia se va a paralizar y la economía se va a desbordar y a hundir porque nosotros estemos planteando unas propuestas tan claras de entender.

La Nación recauda unos 228 billones de pesos al año y Bogotá aporta 65 billones. Ya estamos hablando de un aporte inmenso que nos autoriza, en términos cordiales y persuasivos, decir hombre, ayudémosle a Bogotá, porque además es para un proyecto muy importante. Bogotá es en buena parte la locomotora de la economía nacional. Si a la economía de Bogotá le va mal, la economía nacional se resiente. Esto también hay que tenerlo en cuenta y lo que estamos pidiendo es el 3.8% de los 65 billones que aporta Bogotá al presupuesto nacional. Es evidente que en el análisis económico sí es viable. Ahora, seguramente se puede mejorar. Seguramente hay más ideas, tenemos un tiempo largo porque es un proceso en construcción. Oímos opiniones, cómo se mejora, qué otra cosa se puede hacer. Porque en esta clase de proyectos hay que ser creativo.

Hay quien aduce que a los pobres no se les puede regalar nada porque se malcrían. Bueno, hay quienes lo afirman. Vieron ustedes que en el debate uno de los candidatos se molestó mucho con la propuesta. Por mi parte voy a afirmar entonces lo contrario: afirmo que a los pobres en Colombia nadie les regala nada. Es al revés. El aporte de los pobres al progreso del país es inmenso, por su trabajo y sus esfuerzos y por lo que pagan en impuestos, pues, aunque sean muy pobres, los impuestos los acogotan, y lo mismo a las clases medias, y el Transmilenio es también un asunto de clases medias. Con el pasaje cero también estamos defendiendo a las clases medias.

El 23% de lo que paga cualquier colombiano por gasolina, ahora que el doctor Petro está empeñado en subirla, son impuestos. ¿Contra quién? Contra los pobres y contra las clases medias ¿o contra quién más? O me van a seguir metiendo la mentira de que solo “los de las toyotas” consumen gasolina en Colombia, como dijo el presidente, con la idea de que eran unos tipos horribles. Todo el IVA, y el IVA vale una montaña de plata, fundamentalmente ¿quiénes lo pagan? Los pobres y las capas medias. Y con el IVA, en la reforma tributaria pasada, les pegaron la clavada del siglo. La última carnada que se inventaron para esquilmar a la gente sencilla fue el cuento de que eran impuestos saludables. Como diciéndoles: yo le cobro más porque lo quiero mucho y le quiero hacer un favor.

En Bogotá los impuestos prediales son también contra los sectores populares, porque se reflejan en los arriendos, y en Bogotá la mitad de la gente carece de vivienda propia.

Este es un debate en el fondo sobre cómo es el cuento de los derechos y por qué hay quienes se oponen a la creación de los derechos. ¿Cuál es la historia de la humanidad? Los derechos no son derechos naturales. La humanidad apareció en este planeta sin derechos. Un país podía invadir al de al lado y convertir en esclavos a sus habitantes. Podían torturar a los presos, cortarles la cabeza a los súbditos. A las mujeres, ni se diga. Y la humanidad, en su proceso civilizatorio, ha ido creando derechos. Y cada vez que se plantea un derecho nuevo, no faltan quienes se oponen. Cuando apareció la idea abolicionista, aquí hubo gente, todavía a mediados del siglo 19, que escribió tratados explicando cómo se destruía la economía nacional si se acababa la esclavitud. Todavía sucede con los nuevos derechos que se están planteando.

Hoy la policía no le cobra a nadie por atenderlo. Los bomberos, la justicia, son gratuitas, como un derecho. ¿Quién los paga? La sociedad en su conjunto. Los mismo el derecho a la educación pública y gratuita y a la salud, que no existían, no hace ni siquiera siglos, sino décadas. Son derechos que la sociedad ha ido incrementando. El salario mínimo, otro derecho que también creó la sociedad. En los albores del capitalismo se castigaba a quien hablara de salarios mínimos. Y promovían, en cambio, salarios máximos.

Entonces, ¿qué es lo nuevo que hay aquí? Que también al transporte le está llegando la hora de los derechos. Lo nuevo es que en el mundo se está abriendo camino la idea de que el transporte público debe ser un derecho y los derechos para que sean tales de verdad deben ser gratuitos y financiados por el Estado mediante cierto tipo de mecanismos.

La Constitución colombiana establece que es un derecho público esencial y ni se diga en una ciudad del tamaño de Bogotá. Es que en poblaciones más pequeñas de pronto se puede ir caminando, pero aquí hay gente que no puede cumplir todas las citas médicas porque no tiene con qué pagar el pasaje del sur al norte, donde está casi toda la instalación hospitalaria de la ciudad. Lo que sucede entonces es que vivimos en una época de cambios en el mundo.

Miremos otros países, por otra razón que voy a explicarles, y es que los sistemas de transporte masivo no funcionan sin subsidios estatales. Les voy a dar un dato para que se sorprendan. En Estados Unidos, el país más capitalista del mundo, cerca del 80% del transporte masivo es público, los metros, los buses, los trenes, los barcos. Y el Estado lo subsidia del orden del 80%.

Allá empezaron a aparecer ya un poco de ciudades con transporte gratuito. Washington, ya lo dije al principio, Kansas City, Denver, en Colorado. En otros países, Tallin, capital de Estonia, gratis, Dunquerque en Francia, Chengdu en China, una ciudad de cinco millones de habitantes, Luxemburgo desde hace rato. En Brasil están avanzando. En otras partes, por ejemplo, en Boston y en Nueva York, están avanzando por líneas. Pero lo que quiero señalar es que nosotros estamos montados en la ola correcta, acertada, democrática, de que es hacia allá hacia donde debemos dirigirnos. En vez de andarle poniendo palos a la rueda, les propongo que le echemos cabeza entre todos a ver cómo lo hacemos, porque es una ganancia inmensa para Bogotá.

Lo exigen las necesidades sociales y las necesidades ambientales y, además, económicamente es viable. Es un derecho que se puede pagar en esta ciudad. Entonces, es la batalla política en la que estamos. Tengo un programa de excelencia sobre todos los aspectos de la vida de Bogotá, empezando por cero tolerancia a la corrupción, cero politiquería, cero clientelismo, cero componendas para conseguir votos asociándose con el que sea. Nosotros no nos asociamos con el que sea. Tenemos propuestas serias para hacer.

Entonces, por último, invitarlos a quienes nos escuchan a que se vinculen a esta campaña, vamos a esta lucha, vamos a ganar esta elección, vamos a empezar transformaciones democráticas en la ciudad. Es el tiempo del pasaje cero, es el tiempo de Bogotá, es el tiempo de Robledo Alcalde.

Muchas gracias