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Para el avance de la paz y el progreso, no a las objeciones: Robledo

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Video: https://youtu.be/8WI1P68ObCg, 10:00 Min.

Este debate sobre la Justicia Especial de Paz y sobre las objeciones hay que enmarcarlo dentro del proceso de paz. No ha caído del cielo, sino que es parte de un proceso. El proceso de paz, colombianos, es un hecho nacional e internacional, hace parte de la Constitución Política de la República de Colombia y de no sé cuántas leyes, y está avalado por todos los poderes globales. Es un hecho incontrovertible.

Ahora, el proceso de paz ha sido valorado de manera positiva por algunos, negativa por otros, y hacerlo es un derecho democrático. Soy de los que creen que aun cuando el proceso no es perfecto, sí estoy convencido de que sus aspectos positivos son bastante mayores que los negativos. Si ponemos en un platillo de la balanza lo que ganó el país con el proceso y, en el otro, todas las críticas que se le quieran hacer, gana el aspecto positivo. Y lo gana por una primera razón, que es clave. Fue el triunfo, a mi juicio contundente, de la idea de que con esa violencia de medio siglo no se van a resolver los problemas nacionales. Alguien dijo: “Esa violencia no mejoró nada y lo empeoró todo”.

Esto solo ya es de una importancia estratégica. Que se reconozca por fuerzas que le desafiaron al Estado el monopolio sobre la fuerza, así ese monopolio no exista, ya es una ganancia inmensa. Cuántos menos muertos tenemos en los últimos años, cuánta menos sangre, menos viudas, menos huérfanos entre todos los sectores sociales. Todos sabemos que es exactamente así, aun cuando el proceso no sea perfecto. Tan cierto es, que acabamos de oír hoy, y en varias ocasiones, a la senadora Paloma Valencia, una opositora permanente al proceso, decir en todos los tonos que ellos no están por destruir el proceso de paz, reconociéndolo como una realidad. Bueno, yo lo tomo como una afirmación que está haciendo y en ese sentido se la respeto. 

Listo, estamos todos de acuerdo al parecer en que el proceso no debe ser destruido. No es posible además destruirlo. Pero entonces aquí aparece un debate sobre la coherencia. Qué hacer para que el proceso acabe de avanzar. Porque está apenas avanzando y falta dar otros pasos para completarlo. Y todos tienen que ver con el éxito o el fracaso de la Justicia Especial de Paz, como elemento insustituible del proceso. Así se diseñó, es la justicia transicional. Y si no funciona, el proceso termina fracasando, porque no nos va a sacar de donde necesitamos salir. 

La Justicia Especial de Paz, la JEP, es clave primero que todo para las víctimas y para la verdad. Yo pregunto: si las víctimas no alcanzan a resolver por lo menos una parte de sus problemas y si la paz no avanza en este proceso, en cuál otro lo va a hacer. Este tren pasó por Colombia y nos montamos en él o no nos montamos, pero no creo que se vaya a repetir su paso. Este proceso es positivo para los miembros de la Fuerza Pública que violaron la ley con ocasión del conflicto. Varios miles de ellos están resolviendo sus problemas así. Es positivo también para los terceros que, ajustándose a las normas de la Justicia Especial de Paz, decidan disfrutar de los elementos de ese proceso. Y por supuesto que es positivo para que quienes abandonaron la lucha armada, los miembros de las Farc, que han cumplido con los acuerdos y están reincorporándose a la vida civil. Y es por supuesto positivo para Colombia, porque es un elemento insustituible en los nuevos logros que aspiramos a conquistar. Cuando hablo de nuevos logros, estoy reconociendo que no hemos resuelto todos los problemas.

Aclarado entonces lo anterior, cómo encaja el debate de hoy en esa realidad. Aquí me toca recordarles a quienes están por las objeciones que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones. Pueden abrigar las mejores intenciones, tomémoslo así, pero resulta que lo que están haciendo es saboteando el proceso de paz, porque la Justicia Especial de Paz es, repito, un cimiento de él. Todo lo que desacredite a la Justicia Especial de Paz, todo los que le haga daño a la Justicia Especial de Paz, todo lo que ponga en duda su eficacia, su honradez, su manera correcta de actuar, la golpea. Y golpea a las víctimas, golpea a los militares y golpea a los exguerrilleros.

No basta con admitir, senadores, que no se está por destruir el proceso si no asumimos la coherencia suficiente para entender que lo que ha sucedido en todas estas semanas, a raíz de las objeciones que planteó equivocadamente el presidente Duque, ha sido una andanada brutal contra la Justicia Especial de Paz. No ha habido cosa atroz que no se haya dicho de la Justicia Especial de Paz, no ha habido bulla, ataque, desconocimiento, calumnia, que no se haya lanzado contra la Justicia Especial de Paz, unos más y otros menos, no voy a entrar en los detalles, pero es violento lo que se ha hecho contra ella.

Todos conocemos los problemas de la justicia penal. ¿Alguien le ha descargado a la Corte Suprema de Justicia, a pesar de sus problemas, la andanada que le han montado a la Justicia Especial de Paz y a sus magistrados? Por supuesto que no. Mantengo en público un pleito durísimo con el Fiscal General de la Nación, pero no he hecho una campaña de descrédito contra la Fiscalía. Porque aquí hay que reconocer que la Justicia Especial de Paz ya es parte de la institucionalidad de este país. Entonces yo llamo a que seamos coherentes, porque o si no, las cosas no se van a arreglar. Hacerle daño a la Justicia Especial de Paz es una victoria pírrica. Le podrá generar satisfacciones políticas a quienes la destruyan, pero les hace daño a todos los colombianos, a nuestros hijos, a nuestros nietos, a las futuras generaciones.

Y en este sentido, las objeciones están equivocadas de dos maneras. Primero, es inaceptable que gente avezada en estas lides coja una frase, la saque del contexto y no haga un análisis sistémico sobre lo que dice el texto. No soy abogado, pero hasta un primíparo en derecho sabe que uno no puede hacer análisis de las normas que no sean sistémicos. La JEP forma un conjunto de normas con centenares de artículos. Cómo va alguien atreverse siquiera a sugerir que si un primer narcotraficante entra a la Justicia Especial de Paz, de una vez los magistrados lo van despachando como si nada, resolviéndole todos sus problemas. Eso no es posible, si se cumplen las normas de la Justicia Especial de Paz.

Cómo van a sugerir que si se aprueban las objeciones, el narcotráfico en Colombia se va a acabar. Es echarle la culpa de un fenómeno de medio siglo al proceso de paz y a la Justicia Especial de Paz. No. Aquí ningún gobierno ha sido capaz de golpear de muerte el narcotráfico, basta mirar la historia. De la misma manera que nadie pudo golpear de muerte a estos sectores alzados en armas, justamente los que hoy se están desmovilizando. Pero más grave aún, no solo es falaz la teoría jurídica en la que se sustenta el ataque a la Justicia Especial de Paz, sino, se lo voy a repetir, queridos colegas, le hacen un daño inmenso a la Justicia Especial de Paz. Me replican que su actitud no está calculada para hacerle daño, les acepto la frase, pero se lo están produciendo. Repito, el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones, les tomo la palabra, pero tenemos que ser consecuentes y coherentes o se van a generar daños irreparables.

Aquí han afirmado algunos colegas que no se logró la paz. Claro que no. Se logró la paz con las Farc, hasta donde dieron los hechos, pero aquí faltan todavía muchas cosas por hacer. Escudarse en este tipo de análisis, que uno oye por todas partes, insisto, es absolutamente inaceptable.

Llamo a los congresistas de todos los sectores, a quienes no hacemos parte de la coalición estricta de gobierno, a que nos mantengamos firmes en las decisiones. Mejor, llamo al Partido Liberal, al Partido de la U, a Cambio Radical, a que honren el compromiso asumido por sus bancadas y a que votemos negativamente las objeciones. Es lo que le sirve a Colombia, es lo que les sirve a esos partidos. No se dejen dividir por el Jefe del Estado, no le coman cuento al Fiscal General de la Nación. Esto está tan está tan mal planteado, que uno de los grandes teóricos de las objeciones es el doctor Martínez Neira, un desastre, como todos lo sabemos, cuando se trata de actuar dentro de la juridicidad. 

Termino proponiéndoles que hundamos las objeciones. No es el fin del mundo. Hundidas las objeciones, miremos qué hacer hacia adelante. Y voy a repetir una frase que he dicho aquí en varias ocasiones: hay que trabajar por el desarme de los espíritus y salirnos de la pelea de perros y gatos. No es cierto que la mitad de los colombianos sean guerrilleros y la otra mitad narcotraficantes y paramilitares. La realidad es muy distinta.

Todos los procesos de paz del mundo han incluido en los acuerdos de la posguerra el desarme de los espíritus. Por eso hoy Francia y Alemania mantienen relaciones cordiales, y Estados Unidos con Japón, y así se le dio fin a la violencia liberal-conservadora, y se pudieron hacer los acuerdos con el M-19. Pero si aquí seguimos caldeando el ambiente en el que estamos, no va a ser posible resolver los problemas y alcanzar otros logros. Los problemas son muchos. Examinemos entre todos cuáles son. El Polo Democrático Alternativo no se opone a que miremos qué se puede hacer para avanzar en la dirección correcta. Pero ese paso en la dirección correcta, queridos colegas, empieza hoy, porque todos quienes nos hemos comprometido en nuestros partidos votemos negativamente las objeciones. Doblemos esta página lamentable en la historia de Colombia y aprestémonos a enfrentar nuevas realidades.