Por: Jorge Enrique Robledo (@JERobledo)
Concluyó la primera legislatura del segundo gobierno de Juan Manuel Santos. Y terminó mal por la forma como se tramitaron proyectos importantes y mal por el contenido de las leyes, contrarias a las necesidades nacionales.
El gobierno insistió en presentar los proyectos al final de la legislatura y en abusar del mensaje de urgencia, para reducir el tiempo del trámite e impedir que la ciudadanía se enterara de los proyectos y pudiera opinar sobre ellos, así como imponer que el propio debate parlamentario se hiciera a las volandas. Hubo incluso tres leyes importantes, las de presupuesto, impuestos y educación superior, en las que el pupitrazo llegó al absurdo: el último debate se dio bajo la advertencia de que a los textos no se les podía cambiar ni una coma, porque no había tiempo para conciliar lo aprobado en Cámara y Senado.
La reforma tributaria mantuvo un régimen inicuo, que castiga principalmente al pueblo raso y a la clase media, mientras protege con las exenciones más insólitas a los súper ricos. Y aunque el presidente Santos y el ministro Cárdenas lo nieguen, sí golpea a los sectores medios: en 400 mil millones de pesos les subió el IVA, reajustó el Imán y el Imás para aumentarles los pagos, les mantuvo el cuatro por mil y los cubrió con el impuesto a la riqueza, preciso en el peor momento, cuando empieza un período de vacas flacas que luce bien complicado.
Usando como carnada eliminar la reelección, la reforma de poderes mantiene un régimen político y electoral caracterizado por las corruptelas y vuelve obligatorias las listas cerradas, reforma calculada para sacar al Polo del Congreso y esconder, mas no eliminar, los candidatos que las camarillas que se tomen los partidos consideren impresentables.
Uno de los más peligrosos TLC, la Alianza del Pacífico, dice la SAC, amenaza la producción agropecuaria por 13 billones de pesos y 1.2 millones de empleos. Y el TLC con Corea le dará un golpe mortal a lo que sobrevive de la industria y no ampliará en proporciones significativas las exportaciones agropecuarias colombianas, porque las importaciones coreanas son controladas por las potencias agrarias del mundo. Tan perniciosas son estas decisiones, que la bancada del Polo denunciará por traición a la patria al presidente Juan Manuel Santos (Artículos 455 y 457 del Código Penal). Y aunque parezca una pesadilla, se aprobó una ley para poner tropas nacionales al servicio de la Otán y deberá tramitarse otra con el mismo fin pero con la Unión Europea. Lo que faltaba. ¡Colombia exportará carne de cañón para de las aventuras colonialistas de norteamericanos y europeos!
A pesar de que el contrabando técnico representa el 90 por ciento del total que azota a Colombia –6.400 millones de dólares–, la ley aprobada no lo define como delito autónomo y ni siquiera lo menciona en la exposición de motivos, a pesar de que en el primer proyecto se mencionaba 27 veces y en uno de sus artículos se tipificaba de manera precisa. El cambio de la posición del gobierno, de 180 grados, puede obedecer a que este sea un crimen, explica la Dian, de trasnacionales y grandes negociantes. Y muy al gusto de los afanes presidenciales de Germán Vargas Lleras crearon las expropiaciones exprés de los predios, que dificultan en extremo el derecho de defensa de los más débiles.
También con presentación tardía y mensaje de urgencia se tramitó –contra la opinión de la Mane y aprovechándose de que el estudiantado estaba en exámenes finales o en vacaciones– una reforma universitaria que realmente no ataca el lucro, hoy ilegal y corriente en las universidades privadas, pero sí sirve de cortina de humo sobre lo que ocurre y les recorta la autonomía a las públicas. La insuficiencia de una Superintendencia de Educación la retrata la Supersalud y su alcahuetería a las EPS.
Estas normas contaron con el respaldo de la Unidad Nacional, como es obvio. Pero también, exceptuando la reforma tributaria, del Centro Democrático, que así apoyó casi toda la agenda legislativa de Santos. Que esta coincidencia no sea noticia, a pesar de que así se consideraría en todas las escuelas de periodismo, obedece al tapen-tapen santista, interesado en ocultar que entre Santos y Uribe, de lejos, predominan las coincidencias.
Bogotá, 19 de diciembre de 2014.