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No más gravámenes a la producción avícola: rechazo a la injerencia de la embajada de Estados Unidos

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Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en el debate al proyecto de ley que crea un programa para prevenir la influenza aviar y la enfermedad del newcastle y aprueba un aumento en los gravámenes a los avicultores. Comisión Quinta del Senado, 12 de junio de 2008.

Empiezo dejando constancia, y la voy a seguir dejando hasta que lo considere conveniente, de mi rechazo enfático a la actitud del ministro de Agricultura, doctor Andrés Felipe Arias, de amenazar con siete años de cárcel al director del Cega, un centro de investigaciones adscrito a la Universidad de los Andes. Me parece de una gravedad inaudita. En otro país, ese ministro dura 30 segundos. Repito, es una monstruosidad amenazar al director de un centro de investigación con siete años de cárcel y presionar a Finagro y a otras instituciones oficiales del sector para que no le den más plata al Cega, porque no le gustaron al doctor Arias las cifras del Cega. Es una salida fascistoide, y empleo una palabra que no suelo usar, pero ese es el tipo de conducta que me aterra. ¿Hasta dónde va a llegar este asunto? Ya vimos anoche al presidente presionando también de una manera indebida a los jueces de la República. El presidente la República no solo es el primer mandatario, sino que también va a terminar de ministro de Justicia ordenándoles a fiscales y a jueces cómo tienen que actuar. Va muy mal el país y todavía falta el tercer período. Que no resulte que la famosa Comisión de Notables nombrada por el gobierno proponga que se constituya la monarquía de los Uribes y cierren el Congreso. No me extrañaría, ojo, senadores, que lo que venga sea el cierre del Congreso, no me sorprendería, y en nombre de la democracia y del respaldo popular.

Para el sector avícola siguen los riesgos con el TLC

Entremos en materia. El alza de los precios internacionales de los productos agropecuarios, un hecho nuevo en cierto sentido, no cambia de fondo los análisis que se hicieron durante el trámite del TLC con respecto a los riesgos para el sector, según me informa la gente de Fenavi. Quiero llamar la atención sobre el punto, bien importante en la discusión. Advertimos que con el TLC se cernía sobre el sector avícola una amenaza muy grave, pero todos los análisis los hicimos sobre los precios de esos días. Con el cambio tan grande de los precios aparece una duda, bueno: ¿los análisis siguen siendo básicamente los mismos o no, empeoró la situación o no? Lo que me dice la gente de Fenavi, y pienso que abrigan la razón, es que básicamente los riesgos siguen estando allí en condiciones muy parecidas.

El anterior diagnóstico va a ser muy importante para el estudio de este proyecto, porque todos los cambios de los precios, de los precios relativos, traen un agravante: que cada vez se necesita más plata para operar y eso dificulta la economía. Ese es uno de los líos en los continuos incrementos del precio de la gasolina, y lo atestiguan a diario taxistas y camioneros. No es lo mismo operar un camión o un taxi con gasolina, por decir algo, a 3.000 pesos el galón que a ocho mil, porque la operación cambia por completo. No es tan fácil trasladarle al consumidor todos los costos. Esa es una de las razones de los paros que hay en Europa.

Segundo, a mí me parece muy bueno en el proyecto la idea de trabajar con toda seriedad en prevención en salud animal. Es la clave de esto. Es mucho más complicado curar que impedir la enfermedad y mucho más en este negocio de las aves, donde no resulta fácil curar una enfermedad después que aparece, por las características del sector. Me parece entonces muy bien el propósito del proyecto en tal sentido. Quiero dejar también sentado que nunca he tenido un pedazo de tierra, pero sí he estado toda la vida muy vinculado a las luchas y a los temas del agro y me gusta que haya agremiaciones fuertes. Pienso que en cualquier sector de la vida de un país, sea político o gremial, se dificultan mucho más las cosas si no está organizado y por ello saludo la existencia de agremiaciones como Fenavi.

Me parece también bastante acertada la idea de prohibir las importaciones de productos avícolas de países donde haya males como la influencia aviar o como la newcastle. Me parece que está bien enfocado, bien planteado. Una de las amenazas de la globalización es que se globalizan los problemas, y en esto de asuntos sanitarios, a costos astronómicos. Que exista o no una determinada enfermedad en un sector económico trae como consecuencia que la diferencia en costos llegue a ser astronómica. Me parece entonces muy bien que se extremen las medidas, que haya una forma muy rigurosa de no correr riesgos. Aquí sí que cabe ese principio que los ambientalistas llaman el principio de precaución: seamos cautos y cuidadosos.

Indebida injerencia de la embajada de EU

Me preocupa y me molesta, y lo rechazo enfáticamente, que la Embajada norteamericana nos mande a esta comisión una carta diciéndonos cómo debemos votar y cómo debemos actuar. Hay que decirle a Mr. Tood Shennan, el encargado de asuntos económicos, que esta es la República de Colombia y que este tipo de injerencia es absolutamente indebida. Si esa Embajada tiene alguna cosa que decirle a esta célula legislativa, que la tramite por conducto de la Cancillería y del gobierno nacional, y el gobierno nacional verá si nos la hace llegar. Me parece inaceptable que un funcionario de la Embajada norteamericana en Colombia llame aquí a decir: entrégueles a los senadores este documento y dígales que no me aprueben tal artículo, porque el texto no les gusta a los monopolios y a las trasnacionales gringas. ¿Hasta dónde va a llegar la intromisión? Y el Congreso de Colombia ni se inmuta ni se preocupa. Aquí todo se puede, todo está bien. ¿Dónde está la dignidad del país? ¿Cómo es que se defienden bien los intereses? Espero que nadie en esta célula se vaya a plegar a la presión de la Embajada norteamericana, que es absolutamente indebida. Tenemos todo el derecho de proteger la industria avícola y de negarle el ingreso a plagas de esa gravedad, que nos complicarían bastante.

Hasta aquí, senadores, mi coincidencia con el proyecto. Ahora voy hablar, como decían los abuelos, de la parte valseada del asunto, que tiene que ver, entiéndanme, con que yo me muevo en posiciones de principios. Aquí se afirma a cada rato, es que el senador Robledo se opone a todo. Ustedes mirarán, yo nunca me opongo caprichosamente, sino por razones de principios absolutamente sustentadas, y no es que se las aplique a unos sí y a otros no porque les tenga bronca o simpatía. No, no me muevo en pleitos personales, eso me parece detestable. Cuál es mi lío entonces frente a la segunda parte del proyecto, porque en él hay dos partes clarísimamente diferenciadas, la una sanitaria, en la que el consenso se genera con facilidad, y la otra de asuntos económicos. En esta última hay a su vez una parte de índole económica y otra relacionada con la organización gremial, que tiene que ver con esto de la cuota del fomento al sector avícola. Es la lógica de los fondos parafiscales, tema que más o menos conozco, porque he mantenido una controversia como de veinte años con la Federación de Cafeteros, la que se inventó esta cosa en Colombia.

Empiezo diciendo que me uno a la preocupación de si legalmente le corresponde el trámite a esta Comisión. Me temo que no es por esta Comisión por la que se tramita el aumento de un recurso parafiscal, porque son recursos públicos. Doy simplemente una prueba, no sé si sea buena, y es que cada vez que se modifican los fondos parafiscales y las contribuciones en la Federación de Cafeteros, los proyectos se tramitan por las Comisiones Terceras o Cuartas, pero nunca pasan por aquí. Desde que estoy en el Congreso, creo que dos veces se han modificado los recursos parafiscales de la Federación de Cafeteros y no han pasado por aquí. Entonces, lo están tramitando mal allá o lo estamos tramitando mal acá, porque el caso es básicamente el mismo. Bueno, quienes tengan el poder aquí para aprobar tomarán alguna decisión. Este es el artículo 20, el de la cuota de fomento avícola, que grava con más recursos. Digamos que no es un problema menor, pero no es donde me quiero detener.

La contribución aumenta en 75 por ciento

El artículo eleva en 75% la contribución de los avicultores. Aquí el impuesto se paga sobre el pollito. En el caso de pollitos para carne, del 1 al 1,75% y en el caso de pollitas para huevos, del 5 al 8,75%. Estamos hablando de un incremento del 75% en la contribución, porcentualmente bien significativo. ¿Cuál es mi pleito ahí, de entrada? La tasa. Por mis concepciones, basadas en la democracia impositiva, considero que las tasas no deben gravar igual a los fuertes que a los débiles. Es lo mismo que sucede en la Federación de Cafeteros. Recuerdo que el doctor Fernando Londoño Londoño, el padre de Londoño Hoyos, decía que las contribuciones cafeteras eran inicuas y detestables porque gravaban con la misma fuerza al que tenía mucho que al que tenía poco. Estoy hablando de la tasa. La Constitución en Colombia dice que los gravámenes y los impuestos deben ser progresivos y la progresividad es un problema de la tasa. Entonces, frente a un sector como este donde hay productores bien grandes y productores muy pequeños y todos pagan la misma tasa, y el que compra un pollito también la paga, me parece que no es democrático el artículo. Una concepción democrática de las contribuciones debería imponer, pongo un ejemplo, una tasa del 10% para el mayor productor y una del 0.1% para el que compra un pollito. Esto es todo un debate, porque en Colombia el régimen tributario cada vez funciona más al revés, gravando más a los pequeños y a menos a los grandes y poderosos. Ese es el IVA y toda la estructura tributaria nacional.

Hay otro hecho que me impide estar de acuerdo con este punto, y algo le oí mencionar al respecto a la doctora Leonor Serrano, y es que se termina convirtiendo en un mecanismo mediante el cual, no solo en el caso de Fenavi, sino en el de Federación de Cafeteros, Fedearroz, Fedegan, todas, el gobierno evade las responsabilidades para con el sector. No puede haber agro que funcione bien si no tiene un respaldo importante del Estado colombiano y estos recursos parafiscales se han convertido en el instrumento mediante el cual el Estado, que en cierto sentido aparece como el dueño de ellos, porque son recursos públicos, evade sus responsabilidades ante la sociedad, mientras utiliza estos fondos, y el caso de la Federación de Cafeteros es absolutamente clásico, para hacer demagogia política con la plata de los productores. Y hay otra cosa que me molesta más y es que en esta lógica parafiscal –y miren ustedes que en la ANDI no hay parafiscales, allí cada afiliado paga una cuota y sostiene a unos funcionarios–, como la administración de los recursos la otorga a dedo el Estado, las agremiaciones terminan perdiendo una parte fundamental de su independencia, bajo pena de que si no se comportan adecuadamente frente al Estado, pierden la posibilidad de que se les renueve la cuota. Así de simple. Es un hecho bien conocido desde hace rato. Don Jorge Cárdenas Gutiérrez no salió de la Federación el día en que entró en contradicción con ella o cuando se agravó el conflicto con los que siempre estuvo en contradicción, sino el día en que tuvo algún tipo de diferencia con el presidente Pastrana. Ese día perdió la cabeza de la Federación de Cafeteros. Entonces me parece que por las anteriores consideraciones, este tipo de gravámenes no son buenos.

Debe haber democracia gremial: por cada productor, un voto

Con respecto a Fenavi y a todas las agremiaciones, digo que deben ser democráticas. Creo que, de base, Fenavi no es democrática, o digamos mejor, funciona sobre la base de una democracia que no es a la que yo aspiro: la democracia del dinero. Actúa un poco con la lógica de las sociedades anónimas, donde los votos dependen del capital que se tenga. Lo mismo le pasa a Fenavi. Los votos dependen de las cuotas que se paguen a Fenavi, esa es la información que tengo. Los delegados que van a las asambleas donde se toman las decisiones principales dependen de las cuotas que paguen, un tipo de democracia del dinero que no creo que sea la debida. Hago otra anotación. Más de la mitad, el 58% de los pollitos que se venden en Colombia, los compran afiliados a Fenavi, o sea, el 42% de los productores de huevos o pollos no están afiliados a la federación, pero a los unos y a los otros se les cobran la cuota cuando compran el pollito. Es lo mismo que pasa en la Federación de Cafeteros, que le cobra al caficultor las contribuciones parafiscales así no esté afiliado. Todo esto me parece que funciona con una lógica antidemocrática.

Con estas consideraciones y otras que podría agregar, respaldo la primera parte del proyecto, pero no la segunda, por las razones que he expresado. Pienso que es definitivamente inconveniente. Y quiero llamarle la atención a la Comisión. Se va a aprobar un incremento impositivo del 75% gravando a un sinnúmero de pobres, a quienes sin duda los afectará de manera notable.

Segunda intervención en la discusión del proyecto

Usted está confundido, senador Reyes. Una cosa es el Fondo Nacional Avícola, para el cual se quiere aprobar aquí un aumento de la cuota, un fondo manejado por Fenavi mediante contrato con el gobierno nacional, y otra cosa muy distinta es la Comisión Nacional Avícola, que se acaba de constituir, donde hay unos productores que pueden no ser de Fenavi. O sea, no es en esencia la plata del Fondo Nacional Avícola la que va a respaldar las tareas de prevención ordenadas por esta ley. Aquí dice claro en el artículo noveno que será el ICA: “El ICA asignará la partida correspondiente para garantizar el desarrollo del programa de control y erradicación del newcastle”.

Hagamos votos porque todo lo que estamos hablando del sector avícola no lo destruya el TLC. Afortunadamente, aún no ha entrado en vigencia, pero todos sabemos que las amenazas son descomunales para el sector. Que no termine que todo este proyecto se quede en letra muerta, porque las importaciones de huevos y de carne puedan terminar acabando con la producción nacional. Y, a propósito de soberanía, que no nos embolaten el artículo que no le gusta a la embajada gringa. Habrá que estar vigilante para que ese artículo no sea el cebo para aumentar la cuota parafiscal y que en el trámite se nos desaparezca. Que no nos lo desaparezcan por el camino. Se hace necesario estar vigilante.

Lo otro es esto, senador Reyes: el consumo de pollo y de huevo no ha aumentado en Colombia porque haya un fondo parafiscal. Ha aumentado por una razón muy simple y es que los colombianos, cada día más pobres, comen más huevo y más pollo para reemplazar las carnes de res y de cerdo. Y abonémosle al sector, desde luego, que ha habido una tecnificación importante y ha logrado bajar los costos.

Enfatizo en que el gravamen es regresivo, senador Reyes. Es que la regresividad está dada por la tasa igual para productores pobres o ricos. Lo ilustro con un ejemplo para que los colombianos lo entiendan, el de la retención en la fuente a los salarios. Si usted la mira, la tasa es inferior en los salarios más bajos y el porcentaje va subiendo hacia los salarios más altos. Esto es la progresividad. Pero si usted le pone una tasa de 2% a un salario de dos millones de pesos y el mismo 2% a uno de cien millones, pues eso no es progresivo. De eso es de lo que estoy hablando y no se modifica con este proyecto.

No estoy discutiendo cómo se gastan los administradores la plata del Fondo. Supongamos que se la gasten de la mejor manera. Lo que estoy discutiendo es cómo le entra la plata al Fondo. Es la misma discusión en el terreno de los impuestos. Uno critica la forma como recaudan los impuestos y en respuesta le hablan de cómo se los gastan. No. Se pueden gastar las platas de la mejor manera y eso no cambia si el gravamen es o no regresivo. Esto es importante dejarlo en claro en estas discusiones. Y pagan todos el gravamen, sean afiliados o no, pero lo administran solo Fenavi y los afiliados.

Lamento que este tipo de proyectos de recursos parafiscales les quiten la independencia a las agremiaciones. Para mí el principal valor de una agremiación es su independencia frente al Estado, para que lo pueda o no respaldar. Que pueda definir por sí mismo si está o no en la oposición, sin que el ministro de Agricultura ejerza sobre ellas presiones amenazándolos con quitarles los recursos.

Y por último, lástima que se me fue el doctor Jorge Enrique Bedoya, que me estaba cabeceando que no. Lo que prima en Fenavi sí es la democracia del dinero, es más, el artículo 37 de sus estatutos, doctor Bedoya, habla de participación calificada. ¿Qué es lo que la califica? Que depende de los aportes y las platas, esto es lo que dice la norma. Si ustedes quieren, yo la leo: “El total de las cuotas de sostenimiento transferidas por cada subsector se dividirá por 15 y se obtendrá el cuociente electoral”. Por supuesto que este cálculo se ve afectado por la plata que se tenga. Ahora, no me sorprende, porque esa es la lógica de la gran producción empresarial. Ellos quieren mandar en función de la plata. Utilizan la lógica de las sociedades anónimas o limitadas. ¿Cuál es el punto? Que como son recursos públicos, debe aplicarse a nuestro juicio la democracia de la Constitución, por cada ciudadano, un voto, o para este caso, por cada productor, un voto. En Colombia, hace décadas, se votaba para elegir presidente o congresistas dependiendo de la plata. Hoy no, por cada colombiano, un voto, así sea muy pobre. Y pensamos que en este tipo de agremiaciones debería haber por cada productor de pollo o huevo, un voto, sea que produzca poco o mucho. Entiendo que a los mayores productores no les gusta ampliar la democracia, pero nosotros, que somos congresistas, que estamos hablando de recursos públicos, debiéramos pedirles a estas agremiaciones, exigirles, diría yo, que si quieren administrar recursos parafiscales, apliquen la democracia de la Constitución, no la plutocracia, sino la democracia, a secas, por el número de gente. Ahora, la exigencia no tiene nada que ver con la forma como se gasten la plata. En teoría, una institución muy democrática puede manejar la plata bien o mal y lo mismo una plutocrática, pero yo estoy haciendo es una discusión de principios, y aquí el principio que estamos defendiendo es el de la democracia.