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¡Ministro, se volaron con 585 mil millones!

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Intervención del senador Jorge Enrique Robledo, Comisión Quinta del Senado, 18 de noviembre de 2015.

En el sector eléctrico, se pasó del monopolio social al monopolio privado. El servicio no puede ser peor, basta con mirar a Electricaribe. Las térmicas, un oligopolio. Manejos fraudulentos, pero nadie responde por nada. Entregar a la Chevron-Texaco el gas de La Guajira fue un error costoso. El país pagó 14 billones por cargo de confiabilidad y ahora el gobierno obliga a pagar más. Lo del Niño no nos lo puede presentar Santos como algo imprevisto. Termocandelaria es de propiedad de SCL Energía Activa, un fondo chileno de inversiones, en el que tiene un fuerte poder accionario el expresidente Sebastián Piñera. Los de Energía Activa se volaron con 585 mil millones y no hay a quien caerle. ¿Cómo fue la maniobra? Urge una auditoría al sector. La regasificadora de Cartagena, con los mismos de TermoCandelaria.

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En primer término, dejar como constancia mi rechazo a los despidos masivos que se vienen haciendo en Ecopetrol. Planteé aquí que iba a pasar lo que efectivamente está pasando. Van 160 y se vienen imponiendo además una serie de fórmulas que empeoran la contratación. Lo segundo, lamentar que el Ministerio nos responda apenas hoy el cuestionario. Es un absurdo y parece un juego. Nosotros tenemos el derecho como congresistas a fiscalizar, a hacerles control político a las funciones públicas, pero si los ministros nos responden a última hora, cómo podemos hacerlo con seriedad. (El ministro ingresa al recinto). Ministro, buenos días, con mi saludo, estaba yo diciendo que usted nos respondió apenas hoy el cuestionario. Allí le hice una pregunta simple, en cuánto han subido las tarifas de la energía eléctrica en los últimos años. Y usted la evade diciéndome que hay que preguntárselo a la Superintendencia. Cómo no saben ustedes eso, tienen que saberlo, porque aquí hablan mucho de eficiencia y la primera norma de la eficiencia es saber qué pasa con el costo de las tarifas y por qué han subido tanto.

Voy a centrar mi intervención en dos asuntos. Uno, en mostrar cómo ha venido funcionando de mal todo el sistema eléctrico colombiano y cómo ha fracasado toda esta retórica neoliberal de la eficiencia y de los grandes avances prometidos. Y segundo, señor ministro, me voy a referir al tema de TermoCandelaria. Y le voy a caer con especial cuidado a controvertir una afirmación hecha por usted el otro día: que a usted no le importaba quiénes fueran los dueños de las empresas. Porque vamos a ver que los dueños de esas empresas son de lo peor. Y por supuesto, a uno como gobierno le tiene que preocupar quién es el dueño de una empresa para saber si le va a dar o no garantías. Y vamos a denunciar unas anomalías realmente escandalosas para terminar pidiéndole a la Contraloría General de la República, no sé si haya aquí funcionarios, que se le haga una auditoría en serio al sector eléctrico. Es muy grave lo que está pasando.

En la primera parte de mi intervención voy a mencionar una serie de hechos para que sirvan de cabeza de proceso en la investigación solicitada al ente de control. Y al final, le voy a dar unas cuantas puntadas al tema de TermoCandelaria, y, ojo, al tema de la regasificadora que están poniendo en Cartagena, porque se trata de los mismos personajes que tumbaron a Colombia en el negocio de TermoCandelaria. No faltaba más que el país vaya a premiar a unos individuos que, para decirlo suavemente, son unos irresponsables, dándoles el monopolio del gas en toda la Costa Caribe. Ellos mismos se ufanan: “Nos van a dar un Quintero”. Un Quintero es como llaman en Chile el negociazo que montó Endesa con el monopolio del gas localizado en una población llamada Quintero. Estos personajes exultan de felicidad, salivan de la dicha, pregonando a los cuatro vientos que van a lograr un Quintero en Cartagena. Espero que la Contraloría ponga ojos, porque ese cuentico de que no importan quiénes sean los dueños no se lo tragan ni el Polo ni este senador, señor ministro. Aquí sí nos tiene que importar quiénes son los dueños, porque no da lo mismo que el dueño cumpla o que no cumpla, que el dueño esté por el progreso del país o que sea un negociante a quien le importa un pepino destruir a Colombia para ganarse unos dólares.

Vamos por partes. No voy a repetir la triste historia de las privatizaciones, todas a menos precio y defraudando el patrimonio nacional. Pasamos de los monopolios públicos a los privados, con todo el libertinaje y toda la alcahuetería por parte del Estado colombiano. No es solo negligencia, sino un mar de corrupción. Ojalá se lean el artículo de ayer de Juan Gossaín, que cuenta el grado de corrupción al que ha llegado este país.

Las tarifas han subido en todo este periodo de una manera escandalosa, lo que se puede demostrar aun cuando el Ministerio no nos dé las cifras. Y de paso espero que entre los dos, ministro y superintendente, me contesten ahora quién le va a informar a la Comisión Quinta cómo han subido las tarifas en relación con la inflación, por lo menos desde 1990. Es un derecho que tenemos los colombianos para comprobar si ustedes son en realidad tan eficientes como dicen.

Maltratos laborales por todas partes. Destrucción de los sindicatos, persecución a los trabajadores, tercerización. Tengo aquí una carta que le acaban de dirigir los trabajadores de Codensa y Engesa al Grupo Enel protestando porque allá están metiendo otro plan de pensiones anticipadas, leonino, como todos ellos, y calculado para tumbar a las gentes sencillas de estas empresas.

Pésima calidad del servicio. Basta con mirar lo que pasa con Electricaribe. Basta mirar lo que está sucediendo con la energía de prácticamente medio país. Las utilidades se las llevan todas y caímos en una crisis bárbara. Hoy alguien en Portafolio anuncia que el dólar puede irse hasta los 3.500 y 4.000 pesos, porque el país no produce los dólares que necesita. Y en parte es porque se permite que aquí todo el mundo saque los dólares conseguidos de cualquier manera. Además, los monopolios no pagan los impuestos que deberían. Me llama la atención que quien compre a Isagen podrá residenciarla en el exterior luego del séptimo año. ¿Para qué? Alguien me informa que es para pasarla a un paraíso fiscal y no pagar el impuesto de renta en Colombia. Y entonces ahora van a exprimir a los colombianos con más aumentos del IVA, ya anunciados, mientras que estas empresas no pagan los impuestos que deberían pagar.

Los servicios públicos están privatizados. Y concluyen Eafit, el Banco de la República, Fedesarrollo y en un estudio contratado por el gobierno del presidente Santos, que las térmicas son un oligopolio. Todo sabemos lo grave de esta afirmación. Un oligopolio funciona de forma tal que unos pocos consorcios despluman a los ciudadanos cobrándoles tarifas escandalosas y caen en todo tipo de prácticas indeseables, en el caso de la generación, con la ficción de la competencia, y en el caso de las distribuidoras y las comercializadoras, con fórmulas tarifarias abusivas, que al final son las utilidades. El oligopolio es tan obvio que ya no puede nadie sostener que hay competencia o que las tarifas se fijan mediante fórmulas científicas.

Entonces miren ustedes, nadie entiende las fórmula, son incomprensibles, lo he dicho aquí en varias ocasiones. Los economistas de mi oficina no las entienden y los de la CREG no fueron capaces de explicárselas. Como serán de enredadas, que hasta a los economistas que hacen estudios para la ANDI les cuesta trabajo medio entenderlas. Son tan absurdas, que una fórmula con un paréntesis que no cerraba duró vigente no sé cuántos lustros. Ni les importó. Los funcionarios vinieron a cerrarla después de que yo dije aquí alguna cosa. Este es el grado de desgreño que tenemos.

Altas tasas de retorno. Las fórmulas les garantizan altas ganancias y, para colmo, a cada instante se las suben. En 1998 eran, en transmisión, del 9 por ciento, y se las pasaron al 11,5 por ciento en 2008. ¿A quién le explicaron por qué les metieron al bolsillo nuevas y astronómicas sumas a estos personajes? A nadie. La pasaron en diez años del 9 al 11,5 por ciento en transmisión de energía. Y en distribución, en ese mismo lapso, se las subieron del 9 al 13, 4 por ciento. ¿Cuál explicación dieron? Ninguna. Hacen lo que se les da la gana, porque a la CREG no hay quién la vigile. A sus funcionarios no se les entiende lo que dicen y nadie allí responde políticamente por nada. A ratos parece que la CREG se hubiera vuelto la trinchera donde algunos se esconden para tomar estas decisiones abusivas sin que ni el ministro ni la súper ejerzan el más mínimo control. Porque si algo ha ido quedando claro en este debate es que nadie responde. Todos se tiran la pelota los unos a los otros.

Manejos fraudulentos

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Voy a poner al descubierto una práctica de las más bochornosas y que ojalá la Contraloría mire. ¿Cómo elevan las ganancias, ya de por sí altísimas? Reduciendo costos. Pero no reduciéndolos de verdad, sino mediante manejos fraudulentos. Por ejemplo, nos cobran las reposiciones de los equipos y no los reponen. Les voy a dar este dato. En distribución, las fórmulas presuponen que la vida útil de un transformador es de 30 años y es a partir de ahí de donde se empiezan a pagar las reposiciones de los equipos. En Bogotá, la tercera parte de los transformadores supera los 30 años, no los reponen y, aun así, les estamos pagando las reposiciones. En el alumbrado público hay 94 mil luminarias que ya cumplieron la vida útil, pero ahí siguen, y se las estamos pagando a ellos como si estuvieran haciendo las cosas bien. Por eso en parte la luz de Bogotá es completamente mortecina.

Buena parte de lo que nos cobran son costos llamados por ellos “presuntos” y calculados con base en fórmulas que más parecen escritas en sánscrito. Si nadie entiende la fórmula con la cual se define la tasa de ganancia, menos las fórmulas con las cuales se calculan los costos. Si estos oligopolios meten como costos lo que no son, por supuesto es una manera de inflar sus utilidades de manera desproporcionada.

Nos cobran pérdidas que no se están produciendo. Tengo datos sobre Codensa: en el 2013, reconocidas 12,75 por ciento, reales 7 por ciento. Todo esto nos vale sumas astronómicas.

Y hay una, de las más obvias y más fáciles de entender para el ciudadano y no menos bochornosa. Las fórmulas se diseñaron con impuesto de renta del 33 por ciento. Y pregunto: quién paga impuesto de renta del 33 por ciento en Colombia. Nadie, ministro, usted lo sabe. Me interesé un poco por investigar este asunto. Le preguntamos a la DIAN cuál era el impuesto que pagaban los del oligopolio y nos contestó: 20 por ciento. Las propias fórmulas de impuestos nominales bajaron del 33 al 25, pero nos siguen cobrando aún como si fuera el 33. Pero asómbrense ustedes: el doctor Juan Ricardo Ortega nos reveló que lo que pagaron en realidad en 2009 fue el 7,5 por ciento. Y nos liquidan sobre el 33 por ciento. Es un delito lo que se está cometiendo aquí. Lo vengo denunciando y los medios de comunicación cierran el pico al unísono. (Ironía): El recinto está lleno de medios de comunicación escuchando el debate. No caben las cámaras. Hay que tener la paciencia del santo Job para no irritarse por estas cosas.

Lo de las fórmulas se llama prevaricato aquí y en Cafarnaum y lo están cometiendo todos los funcionarios que están en el sector. Pregunto: cuál funcionario del sector ha dicho que hay que disminuir los precios de las tarifas por el asunto fraudulento de los impuestos. Usted no puede esgrimir una fórmula que presuponga un impuesto de 33, cuando en realidad vale 25 ó 20 ó 7. ¡Cómo así! Es un delito contra la gente que deja de comer y también contra las industrias que se quiebran porque no pueden competir internacionalmente.

Hay otro espectáculo bochornoso. El presidente Santos aceptó contratar una firma de consultoría que hiciera otro estudio, y digo otro, porque la ANDI ya ha caído sobre el tema. Las empresas en Colombia están preocupadas por lo que está pasando, porque los costos nacionales son bastantes más altos que los internacionales. El informe se entregó hace días. ¿Qué concluye? Lo mismo que yo acabo de denunciar. El informe cuestiona las tarifas, los costos reales, la transparencia de los contratos, el costo del cargo por confiabilidad, la actuación de la Superintendencia, el incumplimiento de las obligaciones de los operadores, el cálculo de la tasa de ganancia, la valoración de los activos, las pérdidas, la información sobre cargos a remunerar, los cambios de tensión. ¡Ojo! ¿Y qué ha hecho el gobierno nacional, ha cumplido siquiera una sola de las recomendaciones del informe? No. Se siguen haciendo los locos.

La doctora María Luisa Chiape, presidenta de Asoenergía, una asociación que reúne a las 21 más grandes empresas industriales consumidoras de energía en Colombia, dice que si esas recomendaciones se pusieran en práctica, las tarifas podrían reducirse entre un 20 y un 35 por ciento. Esto qué es, qué está pasando en Colombia. Y el ministro se limita a responder con la mayor tranquilidad que no importa quiénes sean los dueños de las empresas. No. Miren cuánto poder tienen estos personajes en el Estado colombiano para que se conozcan los fraudes y no pase nada, y el senador Robledo queda casi como un loco hablando aquí de estas cosas. El tapen-tapen de la Casa de Nariño funciona a la perfección, como una campana neumática.

El lío del gas

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Miremos un poco el caso de Termocandelaria para que ustedes se sorprendan de lo que vamos a encontrar. Lo de Termocandelaria y el alza de las tarifas de energía eléctrica y el incumplimiento de las empresas son hechos más o menos conocidos y que no voy a repetir. Pero hay dos fenómenos que hay que mirar. El uno, que como escaseó el gas, se dispararon los precios o se tuvieron que utilizar otros combustibles, según ellos, más costosos. Hay que poner entonces los ojos sobre lo ocurrido con el gas.

Aquí con el senador Hugo Serrano nos resteamos defendiendo que el gas de Chuchupa de La Guajira tenía que revertir en el 2004 a la Nación, tal como obligaban la ley y los contratos. Pero el gobierno de Álvaro Uribe decidió extenderle el contrato a la Chevron-Texaco hasta el agotamiento de los yacimientos. Es el primer problema grave que hay aquí. El gas ha debido pasar a Ecopetrol. Entregar a foráneos un bien tan estratégico del Estado, y más sabiendo que iba a escasear, fue un error espantoso.

Según se nos dijo, se hizo un acuerdo con Venezuela para que Colombia le enviara gas a Venezuela y después Venezuela nos lo reenviaba. Bueno, lo cierto es que eso no sucedió. Desde hace varios años se sabía, ministro, que Venezuela no iba a cumplir el compromiso. Y sin embargo, esta es la hora en que el problema no solo no se ha resuelto, sino que se ha agravado. Miren entonces lo que termina pasando: Chevron-Texaco, feliz, exporta gas a Venezuela, con buenos precios. Y como eso genera escasez en Colombia, se disparan los precios en Colombia. O sea, los de Chevron-Texaco ganan exportando y ganan también con la escasez que ellos mismos producen. Y el Estado colombiano ve lo que ocurre y no hace nada. Se limita a decirnos que así es la vida y así son los negocios. Y entonces ahora nos quedamos sin gas en La Guajira. Pero el hecho se sabía desde hace rato. ¿Por qué no lo pudimos encontrar por ningún lado? ¿Qué esfuerzos se están haciendo para conectar los campos de gas del interior con la Costa Atlántica? Ninguno. La conexión ha debido estar lista desde hace años, porque la escasez se preveía.

Y entonces ahora la solución, ojo, va a ser una planta regasificadora en Cartagena, que por supuesto genera costos mayores que si se lleva el producto desde el interior por gasoducto. Y ¡oh sorpresa! ¿Saben quiénes son los del negocito de la regasificadora? Los mismos de Termocandelaria. Y vamos a ponerle los ojos encima a esto y en detalle, pues si no lo hacen los que deben, nos toca hacerlo a nosotros.

El otro asunto es cuándo. En Colombia existe el llamado cargo por confiabilidad, una plata que se les paga a unas plantas en cierto sentido por mantenerlas apagadas, esperando que haya escasez para en ese momento entrar a producir. Es como una especie de seguro, digámoslo así, como el que compra un carro y paga de antemano una póliza para que la aseguradora le reponga los costos por si de pronto se estrella. Bueno, qué fue lo que nos pasó aquí: que cuando llegó la hora de la escasez y llegó la hora de que entraran a operar las plantas, ellas dijeron que no, porque el combustible está muy caro. Incumplieron, en una palabra, sacándole a relucir al país la letra menuda, de la que parece no haberse dado cuenta el Ministerio de Minas. Y todavía peor, los de Termocandelaria cerraron el chuzo, como se dice coloquialmente, y se volaron. Nadie sabe dónde están ni que pasó, a pesar de que el gobierno nos subió a los colombianos en proporciones importantes los costos de la energía para compensarles y volver a pagarles lo que ya se les había pagado. Lo que pasó fue que nos cobraron dos veces, nos cobraron el seguro y ahora nos cobran el siniestro, para seguir usando la figura del carro.

Es otro hecho muy grave, con dos posibilidades: o el gobierno del presidente Santos permitió que el concesionario violara impunemente el contrato, o el contrato no cubría el interés nacional en caso de estos avatares y entonces la pregunta es: ¿quién lo redactó? No voy a afirmar que los funcionarios de este gobierno sean genios, pero tampoco voy a negarles que son personas de un cierto nivel y que no puedan entender el contenido de un contrato para garantizar que el interés nacional quede cubierto, y más porque en esos días ya deberían saber el tipo de personajes con el que estaban suscribiendo el negocio, de esos con los que uno debe andar con los ojos puestos porque son capaces de cualquier irresponsabilidad.

Surge aquí un debate de gran alcance. Fenómenos como el del Niño tampoco resultan novedosos, porque desde el 2012 se le dijo al Presidente de la República que venía un Niño durísimo. No nos lo pueden entonces presentar ahora como algo sorpresivo. Y permítanme hacer una reflexión profunda. Primero, ¿puede una nación tolerar que las desgracias del clima se vuelvan el súper negocio de unos pocos y la desgracia de todos los demás? ¿Es filosóficamente aceptable?, les pregunto. Si el día de mañana sobreviene un terremoto que destruye una o dos de las hidroeléctricas, ¿las otras pueden darse el lujo de subir las tarifas hasta dónde se les dé la gana alegando escasez? ¿Ese es el tipo de país que estamos construyendo?

Es la misma discusión sobre el tema del gas. Escasea el gas, y entonces algunos pueden llevar el precio hasta donde se les dé la gana. No. El Estado colombiano, actuando en representación de la sociedad, debe plantarse y decir que no, que así no se puede. Que haya ganancias está bien, pero no sin control y menos todavía aprovechándose de las necesidades ciudadanas. Lo primero que sucede en los terremotos es que llega la autoridad pública a impedir que el caos se vuelva un fenómeno de especulación con los alimentos, pues no falta quien intente aprovecharse de la desgracia de la gente. Que el Estado intervenga ahí con mano dura es civilizado y sensato. Y pregunto, el modelo del actual gobierno, ministro, ¿está diseñado para frenar a los avivatos? Vuelvo y le hago la pregunta: si hay un terremoto y se revientan dos o tres hidroeléctricas, ¿qué pasa con las tarifas? Porque aquí estamos viendo que el fenómeno del Niño se nos volvió una desgracia a la mayoría de los colombianos, pero un gran negocio para unos cuantos.

Entiendo como algo obvio que uno debe precaverse de los cambios del clima y de fenómenos de escasez, más si se dispone de tanta energía hidráulica como la existente entre nosotros. Que haya plantas pendientes de salir a producir en una escasez no está en discusión. Mi discusión es quién las hace, cómo y cuánto ganan. Porque miren las cifras. La Contraloría informa que el cargo por confiabilidad nos ha costado en los últimos años 14 billones de pesos para que unos privados mantengan apagadas unas plantas ganándose toda la plata del mundo, 14 billones, repito, y cuando las prenden también. La Asociación de Ingenieros de la Empresa de Energía de Bogotá calcula que desde 1997, atribuibles al cargo por confiabilidad y al cargo por por capacidad, uno que había antes pero que era básicamente lo mismo, nos hemos gastado 25 billones de pesos, equivalentes a siete Quimbos y cuatro Guavios. Aquí aparece una pregunta: ¿no será mejor negocio que esas plantas las monte y las mantenga listas el Estado?

Alguien replicará que no, que es mejor la empresa privada. No me opongo a que haya negocios, pero es que aquí prima el interés nacional. Sé que hay familias adineradas y de miembros numerosos, las conozco en algunas zonas, en las que ellos mismos se hacen sus propios seguros poniéndole una cuota mensual a cada uno, primos, hermanos, tíos, sobrinos, para asegurar sus carros saltándose a la compañía comercial. Aquí eso no se le ocurre a nadie. Lo dejo simplemente como una inquietud y lo planteo a los industriales y a la gente de la ANDI. Porque al final aquí no están quedando sino dos tipos de colombianos en lo relacionado con los negocios. Los unos, amarrados a una serie de negocios con posibilidad de perder todo el tiempo, y los otros, en negocios de un capitalismo que se han inventado, para ganar, pase lo que pase, aun a costa de la desgracia y de los sufirmientos de los colombianos.

Los verdaderos dueños de Termocandelaria

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Termocandelaria, empresa de servicios públicos, montó en Cartagena a Termocandelaria ESP. ¿Quiénes son los dueños? Sí importa quiénes sean, señor ministro. Aparecen como dueños, y es ultra confuso y ultra difícil, porque hay una política, en Colombia y en el mundo, de ocultar la realidad con empresas de fachada y empresas de papel, muchas localizadas en paraísos fiscales, para que nadie sepa nunca quiénes son los dueños. Aquí también resulta bien difícil seguir la pista, pero está más o menos claro lo siguiente: que Termocandelaria ESP está controlada, llamémoslo así, por Termocandelaria Power Limited, que además controla a TermoBarranquilla, Tebsa. Y Termocandelaria Power Limited, TPL, es controlada en un 60 por ciento por Tribeca, un fondo de inversión que ha operado en Colombia desde hace años.

Anticipemos desde ya el enredo. Tribeca era una fachada, porque estaba controlada de verdad por Interbolsa, y mire que sí importan los nombres, señor ministro. Los personajes de Interbolsa, hoy conocidos de autos por el país, eran los que tenían el verdadero control de Tribeca. O sea que era Interbolsa la que en últimas controlaba a TPL. Tribeca le vendió TPL a un consorcio, un fondo de inversión chileno llamado SCL Energía Activa. También muy importante no perderlo de vista. No se sabe muy bien quiénes son los propietarios, pero todo parece indicar que están vinculados con Larraín Vial, un grupo importante de los negocios chilenos. Y entran otros en el enredo, que no voy a mencionar para no embrollarlos demasiado. Ahí es fuerte accionista o maneja platas muy grandes por intermedio de terceros el ex presidente chileno, señor Sebastián Piñera.

Concentrémonos en SCL Energía Activa, el fondo que parecer estar controlándolo todo. Se jactan los mismos gerentes de SCL de ser en Colombia los mayores generadores de energía térmica, con Termocanelaria, Termobarranquilla —es decir, Tebsa—, Termoyopal y Termovalle. Detentan algo así como el 30 por ciento de la energía. Entiendo, señora superintendente, que algún abogado le preguntó a usted qué implicaba el control del 30 por ciento del total por parte de unos pocos personajes, porque lo que hay aquí es un oligopolio. No es lo mismo que uno de los actores del oligopolio acapare el 30 por ciento o un porcentaje menor. SCL Energía Activa, lo reconocen ellos mismos, es hoy el operador térmico más grande de Colombia.

Detallemos un poco cómo es esto de los fondos privados de capital, a los que les acaban de cambiar la ley de controles para que puedan entrar a manejar las platas de las pensiones en los negocios de las vías 4G. Y no digo que no puedan existir, y ya verán que hacen en los negocios privados entre ellos. Pero de entrada son negocios que no cotizan en bolsa, o sea que no se puede seguirles muy bien la pista. Me decía un amigo que sabe de estas cosas: son como vendedores de una longaniza cuyos ingredientes nadie conoce. Los que entran ahí verán a qué riesgo se exponen.

Otra característica, van por sobreganancias con dineros del público. Ellos no cogen la plata y después compran un CDT o algo de ese corte, sino que aspiran a ganancias súper duras y de alto riesgo, como lo son los de la plata de las pensiones puesta ahí. Miren entonces ustedes lo que pasó cuando Tribeca vendió, y me detengo en la operación, no porque en últimas se ganen unos pesos, sino porque se los ganan es con la plata de la generación eléctrica, con la plata de las tarifas, con la plata de todos nosotros, con la plata de la industria que no puede competir con tarifas tan altas. Cito a Portafolio: “La venta del 60,75 por ciento de TPL —ya dije a quién se las vendió— generó un múltiplo sobre el capital invertido de 2,2 veces y una tasa interna de retorno bruta del 17 por ciento anual”. Estamos hablando de un súper negocio en el que a usted le acrecientan su patrimonio en 220 por ciento en un lapso corto, un súper negocio derivado en últimas de las tarifas que nos cobran.

Pregonan los de Tribeca: “Esta es nuestra tercera salida exitosa este año, con la cual ha retornado un total de 452 millones de dólares desde el 2007”. Lo afirma Luc Gerard, un gringo muy notorio en las revistas del espectáculo. Pero insisto, aquí ya era Interbolsa la que estaba detrás del negocio. Y miren cómo lo explica Gerard, señor ministro y señora superintendente: “Colombia es un buen lugar para entrar, invertir, desarrollar y salir con éxito en los negocios”. No es gente que esté pensando en la estabilidad de los negocios, sino en entrar y salir. Como ahora lo vuelvo a explicar, vienen a hacer principalmente, a mi juicio, ganancias especulativas, por cambios en las normas, por crisis complicadas, por todas estas cosas de las que estamos hablando.

Relacionando a Tribeca con Interbolsa, Alberto Donadío explicó que en su momento ellos mismos habían admitido en un prospecto que Tribeca era una entidad controlada por Interbolsa. Y la Nota.com, un portal especialista en estos temas, lo ratifica: “Luc Gerard fue un gestor y nada más que un empleado de quienes por encima de la mesa o por debajo de ella fueron los verdaderos dueños”. En una entrevista publicada en un diario chileno, La Tercera, el presidente de SCL Energía Activa, que es según todo lo indica quien está detrás de la maniobra, si es que son los de Larraín los que en últimas mueven los hilos, porque tampoco eso queda perfectamente claro, pero digamos que la que está dando la cara es SCL Energía Activa, como propietaria de Termocandelaria.

Entonces mire lo que admite uno de ellos, ministro: “Un fondo de inversión no es como Endesa —una empresa generadora de energía—, que puede pasar 10 años tratando de levantar un proyecto, nosotros no podemos hacer eso. Es probable que la permanencia de SCL Energía Activa en las compañías colombianas esté entre 5 y 7 años”. Quiero enfatizar en esta idea. No es gente que llegue a construir empresa en el sentido en que lo hace un industrial o un agricultor que se juega al riesgo de producir su patrimonio. No. Se trata de una gente que entra a ganarse una plata a la carrera y se va de la misma manera. Agrega el entrevistado: “Este mercado es muy riguroso. El fondo tiene una década de vida, tiene 5 para invertir y tiene otros 5 para desinvertir”. ¡Ojo! ¡Y en ese tipo de negocios es donde les van a meter la plata de los fondos de pensiones, colombianos, que son de altísimo riesgo, porque los que entran, o ganan o pierden. Puede haber pérdidas supremamente grandes.

¿Cómo han sido las ganancias de SCL Energía Activa, de acuerdo con sus directivos, y no voy a dar los nombres para no hacerme largo? Uno de ellos, según el medio chileno, “agrega que cuando salieron en busca de inversionistas les prometieron importantes rentabilidades de vuelta, por lo menos —comillas dentro de las comillas— más altas que las que tienen las utilities hoy”. Utilities es un tipo de inversión especializado en invertir en bolsa en negocios de agua, energía y gas, o sea, en empresas de ingresos muy estables. Pero fíjense ustedes, las empresas de utilities ya de por sí registran utilidades importantes, porque son negocios de burro amarrado. Y los de Energía Activa les prometieron a sus inversionistas utilidades “por lo menos más altas”. Por lo menos más altas quiere decir, lo sabe bien el ministro, negocios con riesgos mayores, y en los riesgos vamos los colombianos metidos de una u otra manera. Sigue el texto: “Añade, que en Chile se están comprando activos con un dígito de rentabilidad y que en el caso de SCL Energía Activa la renta mínima que se exige es de dos dígitos. Una prueba de sus resultados es el dividendo de 20 por ciento que este año y por primera vez pagaron a sus aportantes”. Concluye la noticia: “Es algo muy bueno, porque aún no iniciamos la desinversión del primer fondo y ya tuvieron un primer aporte”. Porque el negocio de estos fondos privados de capital en buena medida sale adelante, no tanto por la rentabilidad que den por el camino, como por la utilidad que hacen al momento de desmontar el fondo y hacer la sobreganancia.

No nos sorprendamos que los tipos se vuelen o que intenten desconocer el contrato, por qué nos vamos a sorprender. Aquí vale la pena regresar a una de las historias trágicas de la privatización en Colombia. Es un debate que hizo en 1995 Hugo Serrano, en esta misma Comisión, hablando del negocio de Corelca con Termobarranquilla, porque ya en esos días se montaban estos mismos enredos. Los de Caldas oímos hablar del TPP que arruinó a la Chec y después vino el TPP que arruinó a la generadora de Boyacá. Buena parte de la crisis del sector eléctrico en los 90 tiene que ver con estos negocios, no son historias desconocidas. Hugo Serrano, que dejó una huella positiva en esta Comisión, lo puso al descubierto en ese momento. Cito a El Tiempo, abril de 1995: “El senador Hugo Serrano Gómez considera que Termobarranquilla es el mejor negocio del mundo para los inversionistas, pero el proyecto más loco y negativo en que se ha metido la Nación”. Después salió a luz el tristemente famoso negocio de las barcazas, otro enredo de estos mismos personajes. Agrega El Tiempo: “Se trata de un proyecto en el que el inversionista no asume ningún riesgo, ningún tipo de riesgo grave, ni económico ni jurídico. El operador privado solo asumirá el riesgo de que se le dañe una unidad”, un riesgo muy remoto. “Pero Termobarranquilla le dejará a Corelca un boquete financiero de 580 millones de dólares. De acuerdo con Serrano Gómez, este contrato hará que Corelca tenga que asumir un sobrecosto de un centavo por kilovatio generado. Ello terminará representando un aumento adicional de 1.248 millones de dólares en el valor de la energía que debe comprar Corelca”. Es la misma trágica historia, envuelta con los mismos cuentos de ahora. Y a pesar de estas experiencias tan negativas, montan Termocandelaria y montan las demás.

Me voy a referir a Termocandelaria porque es la que está incumpliendo más. Cómo le ha ido a Termocandelaria. Por concepto de cargo por confiabilidad, el Estado colombiano le ha dado, señor ministro, usted lo debe de saber, 584.968 millones de pesos. Básicamente por tener la planta apagada, porque eso es lo que le pagan. Cuando entren a funcionar, aparece otro negocio, pero por estar apagada ya le pagan. ¿Saben ustedes cuánto? 267 veces el capital pagado, o sea, efectivamente invertido. Eso lo que quiere decir, ministro, es que los tipos montaron el negocio con la cédula. Y entonces hago una pregunta: y por qué más bien no lo hizo el Estado, si es él el que lo paga. 584 mil millones de pesos es 267 veces lo que efectivamente estos tipos pagaron. El ministro está tomando nota y debe de estar pensando en que ellos lo hicieron con unos créditos. Yo también me pregunté lo mismo. Sí, ellos hicieron un leasing para esos equipos, no con su propia plata, sino con la plata del capital financiero, leasing que por supuesto queda garantizado con los equipos.

Lo hicieron con el Banco de Colombia Panamá S.A. y con el Banco Davivienda. Bueno, alguien concluirá: si esos tipos se vuelan ahora con 600 mil millones de pesos, en números redondos, listo, les cae la Súper a los equipos y resuelto el problema. Pero qué sucede. Que los banqueros se las saben todas. No voy a entrar en todos los detalles, pero ese leasing estaba atado a la constitución de un patrimonio autónomo y atado además a una figura de fiducia mercantil. ¿Qué quiere decir? Que el Bancolombia asume el control de todos los ingresos de la empresa y que no hay ni la más remota posibilidad de que el gobierno de Colombia pueda quedarse con ella. En resumen, no hay a quien caerle. Tumbaron al Estado colombiano y no hay a quien caerle. Porque quitarle un hueso de este calibre al Banco de Colombia, ni Supermán. Todo esto estuvo montado para se pudieran volar tan campantes los de SCL.

Están ocultos, no aparecen los nombres completos. Y pregunto: ¿en qué limbo vivía el Estado colombiano? ¿No examinó el contenido de los contratos, no se dio cuenta de que les estaba dando plata a unos tipos que no le respondían con nada? El horror. Con razón Juan Gossaín, y los invito a que lean el artículo de ayer, afirma: “Estoy asqueado de este país”. Nos tumban en casi 600 mil millones y en el gobierno nadie se da cuenta. Ahora, mañana nos puede hacer la misma jugada cualquiera de las otras térmicas, porque seguro que van en la misma dirección. Será que todavía no tienen leasing, será que recogieron plata entre los primos y las alcancías para poner la empresa. La pregunta que uno se hace es si algún día pensaron en cumplir o la idea desde el primer día era robarle una plata grande al país.

Un barco regasificador

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Y entonces ¿cuál es la última noticia? Voy a ponerla por internet para que ustedes la vean. La da este mismo periódico chileno. La noticia es que sigue el negocio, porque como se acabó el gas de La Guajira y no hubo conexión con el interior, entonces, solución: un barco regasificador, instalado en Cartagena. ¡Oh sorpresa, se acabó el gas! Y entonces qué se hace, senadora Nohora, ustedes allá con las térmicas y no hay gas. Ojo con el informe del periódico La Tercera, un subtítulo que se llama “Un ‘Quintero’ en Colombia”, Quintero entre comillas. Entonces yo les dije a los de mi oficina: averigüen qué es eso. Hay un puerto cerca de Valparaíso, un municipio llamado Quintero, donde Endesa tiene una regasificadora. En el Continente hay muy poquitas, ellos tienen una. Cuando ellos me dieron está explicación, les dije: “Piensa mal y acertarás. Ese ‘Quintero’ debe de encerrar algún secreto. A nadie se le ocurre decir un Bogotá salvo que en Bogotá haya alguna cosa especial.

Hasta donde van las indagaciones –eso habrá que profundizarlo, pero espero que la Contraloría esté tomando nota de lo que estoy diciendo y consiga explicar de qué hablan los chilenos cuando hacen alusión a “un Quintero”. Mi idea es que están hablando de un negocio de burro amarrado, de un negociazo.

Miren cómo lo presenta uno de los de CSL Energía Activa, los señores Fernández y Jiménez. El alcance que puede desarrollar este proyecto es relevante, todo entre comillas: es un terminal, explica Fernández, para abastecer a las centrales de gas natural que respaldan el sistema eléctrico de Colombia, en ocho departamentos. Pero las reservas de gas natural han ido escaseando y eso podría generar un déficit permanente de gas, aclara Jímenez. Si eso ocurre, añade Fernández, “este terminal se transformaría en un nuevo Quintero”. ¿Qué es un nuevo Quintero? Habrá que precisarlo más, pero creo que es obvio, es el absoluto monopolio del gas para las generadoras de la Costa Atlántica a las que tienen que comprarle el gas el comercio, los industriales, la gente, todo el mundo.

Los mismos chilenos detallan cómo es el negocio. La inversión total del proyecto es de 560 millones de dólares, pero los chilenos invertirán apenas 50 millones. Lo que dije ahora, pagan con la cédula. Y añaden que los socios son Promigas, Barú Investment y, entre comillas, “el Estado local”, que quién carajos sabe qué será, de pronto el municipio de Cartagena o no sé quién, sería bueno investigarlo. En todo caso, los chilenos no ponen sino 50 millones de dólares. Vamos a vigilar con atención el asunto, porque sabemos quiénes son los personajes. Uno pensaría que el Estado colombiano ya debería tener en vigor un mecanismo para protegerse de gente como esa. Pero estoy seguro de que no lo tiene. Estoy convencido, y además de que los de SCL se terminarán quedando con el negocio.

Espero que la Contraloría haga un análisis juicioso, una auditoría de detalle sobre todos estos enredos y le explique al país qué ha pasado en los últimos 25 años, con tarifas altísimas y sobrecostos.

A mí me dejó extremadamente preocupado hace unos días la visita a Colombia del presidente de la italiana Enel, una de las grandes generadoras de energía del mundo, la que controla a Endesa y a Codensa. Lo que dijo sobre su nueva estrategia constituye para mí la prueba súper reina contra la privatización de Isagen. Miren ustedes cómo estos fondos pueden ser fondos buitres, si quieren utilizar palabras del léxico común, y estos especuladores, una especie de aventureros de los grandes negocios, que funcionan por supuesto con calanchines en el Estado. Todas estas maniobras no se pueden hacer sin la ayuda de personajes dentro del Estado, que han ido transmitiéndole esa conducta a empresas que en alguna vez fueron productoras, más que entidades bancarias o financieras.

¿Qué dijo el presidente de Enel? “Nuestra nueva estrategia es que no más plantas grandes, ni térmicas ni hidráulicas”. El tipo dice, no más Quimbos. Y agrega: “Plantas de 100 megavatios está bien, pero no de mil o de 500, no solo en hídricas, sino en térmicas, es un riesgo invertir a más de diez años”. Los de los fondos también dijeron que los negocios debían ser de corto plazo, ¿no lo recuerdan? Y alguien dirá que eso no importa. Claro que sí importa, porque aquí hay costos que dependen del tamaño de las operaciones. Si lo que defino como estrategia para un país como Colombia es generar energía con inversiones relativamente pequeñas, lo que estoy diciendo es que van a encarecer los costos de la energía. Porque es obvio que aquí se dan fenómenos de economía de escala tanto en hidráulicas como en térmicas. Creo que las hidráulicas van a desaparecer. El Quimbo es la única hidroeléctrica en Colombia construida por el capital privado. Todo lo demás ha sido del sector público.

Una de los problemas graves de privatizar a Isagen es que nos quedamos sin quién acometa cierto tipo de proyectos que al privado no les interesan. Y el presidente de Enel lo ratifica como “una tendencia mundial”. No solo para ellos, es lo que está operando en todas partes, la mentalidad con la que vienen funcionando las privatizaciones.

Es un tema que le debería interesar a todo el país. Pero no es solo por la picaresca de que un tipo se tumbó unos pesos, que por supuesto es parte de la discusión, sino por el modelo económico. Colombia ya cometió un error estratégico gravísimo cuando privatizó sus hidroeléctricas. Es que no todos los países del mundo pueden producir energía con agua. Contamos con una ventaja comparativa, muy competitiva, por producir con costos inferiores al promedio global. Cuando se privatizaron y en manos de extranjeros, lo que hicimos fue renunciar a una energía eléctrica barata y meternos en el mundo de las energías costosas. Los gobiernos, al mismo tiempo, engañaron a los industriales colombianos diciéndoles que les iba a ir muy bien en la globalización. No fue así. ¿Por qué? Porque la capacidad de competencia de un individuo depende de la capacidad de competencia de la nación donde viva. Y aquí les estamos entregando la producción de energía a unos aventureros. Que hagan negocios entre ellos y los fondos privados de capital, bueno, pero sí resulta inaceptable que nos metan la plata de las pensiones de los colombianos ahí, que nos metan las térmicas ahí. Quién defiende entonces este país.

Una cosa son las ganancias de una empresa vinculada al progreso de un país y otra distinta, las ganancias de una empresa que hace caso omiso de las necesidades nacionales. Una cosa es un señor que hace un edificio muy bien hecho y otra alguien que edifica con hierros insuficientes para que se caiga. Este símil me sirve para refutar al ministro cuando nos dice que no importa quienes sean los dueños. Pero es que ni siquiera es un problema de nombres propios, sino de políticas. Las políticas se han diseñado para que estos fondos vengan a quedarse con todo. Ya denuncié que les van a entregar una parte importante de las pensiones de los colombianos, de los fondos privados de pensiones, tuvieron que cambiar la ley para poderlo hacer, porque el proyecto incluye autopréstamos. Me propongo adelantar un debate sobre el tema en la Plenaria del Senado.

Aquí deberíamos generar una especie de consenso nacional, primero, para que haya una auditoría súper poderosa, ya que es evidente que al Ministerio de Minas le importa un pepino lo que ocurra. Y la Superintendencia de Servicios Públicos, por lo que sea, nunca ha operado para estas cosas. Aquí deberíamos generar una presión política para que si esas empresas van a ser privadas, sean objeto de controles estrictos. Es que no se trata de un granero en una esquina ni de una venta de crispetas, negocios respetables todos. No. Aquí estamos hablando del costo de producción del país. Si esto no funciona bien, Colombia no tiene ninguna opción de nada a escala global.

Tal como se están poniendo las cosas en Colombia, ese ciudadano que coge un patrimonio y lo vuelve una finca, una industria, o sea, lo vuelve economía real, casi que empieza a parecer es como un idiota. Porque son los linces a quienes representa el presidente Juan Manuel Santos los que en realidad mandan, con poder suficiente para someter al ministro de Minas y someter a la CREG y someter al superintendente y a todo el mundo. Y el país se va hundiendo, pero hay unos que se quedan arriba. Es el país más desigual del mundo, donde mientras se hunde la economía, unos pocos se van quedando con absolutamente todo.

Le voy a oficiar al contralor pidiéndole una súper auditoría para revisarlo todo. Cómo así que nos cobran impuesto de renta del 33 y nos pagan del 7, 20 ó 25 por ciento. No, no abusen. Terminan haciendo ganancias de mafioso estas empresas. Pienso que a ratos rondan con la ilegalidad o están por esas legalidades montadas para cosas que no deberían pasar terminen sucediendo. Les cuento que me siento muy solo en estos debates, y no lo digo por la Comisión, que siempre ha tenido una actitud cordial frente a ls críticas que se hacen y ha estado atenta. No, lo digo por lo que pasa en el país. Hay una especie de súper manguala de los grandes poderes nacionales permitiendo que estas ilegalidades pasen y mientras tanto el país se va hundiendo.

Conclusiones

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Debo expresar mi desacuerdo y lamentar que el ministro nos monte algo muy parecido a un sofisma: como no ha habido apagón, todo está perfecto. No. Primero, todavía ni siquiera sabemos si va a haber apagón, nadie puede saberlo. Pero supongamos que no lo haya y ojalá que no, eso solo no prueba que todo esté muy bien. El cuento de que lo principal es garantizar el abastecimiento, pues sí, muy importante, pero si el abastecimiento, lo pongo como un ejemplo, se garantiza con tarifas impagables y la gente tiene que dejar de comer para pagar, qué, ¿no vale la pena examinarlo, ministro?

Y usted vuelve y nos hace una que nos ha hecho ya varias veces, una explicación como para estudiantes de economía de primer semestre, y entonces que el hidráulico es el no sé cuántos por ciento y que el término no sé qué significa tal cosa y que no llueve, qué problema, pues sí, puras generalidades y teorías. Si a usted no le alcanzan las hidráulicas, tiene que montar térmicas, obvio, y las térmicas a veces son con gas, a veces con líquidos y a veces con carbón, muy cierto, pero es que aquí no estamos hablando de generalidades, señor ministro, sino de una realidad apabullante: a usted se le dispararon las tarifas de la energía y le pasó una cosa aún más grave. En el ejemplo de su famoso taxi, resultó que uno de los taxistas se le voló con la plata, ¡hágame el favor! Al taxi de Termocandelaria le hemos dado los colombianos 585 mil millones de pesos, y cuando usted salió a pedirle al taxista que le hiciera la carrera al aeropuerto, el tipo ya se había volado. Lo denuncié aquí con toda claridad y a usted no le mereció en su intervención ni el menor comentario, cero, nada. Y detallé cómo lo habían hecho y expliqué además que ellos pusieron los equipos en leasing, o sea que el Estado colombiano no tiene cómo intentar siquiera recuperar esos 585 mil millones de pesos que les dio a esos personajes para que cumplieran con un deber al que estaban obligados. Es uno de los más monstruosos actos de corrupción en la historia de Colombia, pero a usted, ministro, no le merece el menor comentario. Se le volaron con 585 mil millones de pesos, una realidad abrumadora. Y yo aquí lo denuncié repetidas veces sin que a usted le mereciera una palabra.

Y la señora superintendente lo único que dijo es que Termocandelaria estaba “indisponible”, ¡hágame el favor! Para ella el caco no es un caco, sino un “indisponible”. No fue que los de Termocandelaria se volaran con la plata. Ahora lo que falta es que nos digan que, simplemente, amanecieron un poquito indispuestos. No. Aquí enfrentamos un problema de una gravedad inaudita. Quién va a pagar esa plata, ¿nadie? ¿Quién es el responsable del contrato que les permitió a los de Termocandelaria cubrirse con un leasing por el que no tienen que responder? ¿Es que en Colombia nadie responde por nada? Es lo primero que quiero dejar sentado y reclamar al respecto.

Lo denuncié con nombre propio: quien se voló con la plata se llama SCL Energía Activa, y es el socio del proyecto de regasificación, y además dueña de Tebsa, o sea, TermoBarranquilla, de TermoYopal y de TermoValle, ¿y eso tampoco merece un comentario? Ministro, se lo dije y usted se me hizo el loco. Usted me ha dicho que no importa quién sea el dueño. No. A mí y al país sí nos importa quién es el dueño, porque no nos da lo mismo que unos dueños cumplan y otros no. Y esta empresa no está cumpliendo. Creo que es lo más grave de este debate, un acto de corrupción monstruosa. Pregunto, en cuántos otros malos negocios del Estado se han perdido 585 mil millones de pesos. Es así de simple la pregunta.

Ahora, quién nos asegura qué mañana no se declaren “indisponibles” otras térmicas. Hago una pregunta todavía más dura y no sé cómo ustedes tratarán en privado estos asuntos: ¿será que las demás térmicas que le están exigiendo al gobierno nacional subir la tarifa también se van a declarar “indisponibles” si el gobierno no les acata la exigencia? Señora superintendente, ¿usted si le echaría ojo a eso? ¿Será que aquí estamos siendo víctimas de una extorsión? Repito, la monstruosa corrupción aquí denunciada no le mereció ni una sola palabra al ministro González, aunque solo fuera para decir, no, senador, usted está loco de remate y es de mal gusto hablar de esas cosas en una Comisión tan respetable como esta.

El tema del gas tampoco mereció ninguna respuesta. No hay gas. ¿Por qué no hay gas? Debería haber gas y no lo hay, y al gobierno tampoco parece importarle. No, al país sí le importa, ministro. Pregunto, ¿qué medidas tomó el gobierno nacional? Se sabe desde hace rato que Venezuela no iba cumplir. ¿Tomó oportunamente el gobierno nacional las medidas para impedir que hubiera ese déficit? Le formulé otra pregunta, ministro, y usted tampoco se refirió a ella: ¿por qué no se ha trabajado desde hace rato para llevar gas desde el interior del país a la Costa? Y entonces me dio como respuesta, “vamos a regasificar”. Ya nos informó el director de la CREG que es más caro el gas regasificado traído del exterior que el nacional. Vuelvo a hacer la pregunta: ¿por qué más bien no generamos gas del interior del país hacia la Costa?

Y lo último que nos aduce el ministro es que el gobierno espera encontrar gas costa afuera y nos explicó las dificultades, que había que entrar casi hasta el centro de la Tierra y nadar por todas partes. Planteo una pregunta adicional: a cómo va a valer ese gas.

Aquí hay una respuesta que tampoco nos han dado: si hay gas en el interior del país, por qué no se lleva a la Costa. Y los costeños se deberían preocupar por averiguar la respuesta, como nos preocupamos los cachacos que somos amigos de los costeños. Porque lo cierto es que el gas de esa regasificadora va a ser más caro que el que se tenía de Chuchupa. Y podría ser también más caro del que se llevaría desde el interior, para no hablar del de costa afuera, qué nunca se sabe si va a llegar, porque, entre otras cosas, no lo han encontrado de verdad. Y a cómo valdrá. Y a todos esos temas de fondo el ministro no hace la menor referencia.

Ahora, hay cosas aquí muy claras, yo lo entiendo. Con este senador, parte de la táctica de todos en la Casa de Nariño es no referirse a lo que dice. Parece estar determinado allá como política, no le respondan a Robledo, no le expliquen nada, hagan de cuenta que no existe, salvo que sea una cuestión de menor cuantía que no valga la pena. Así marcha muy mal este país. Por las denuncias aquí hechas, en otro país del mundo habrían rodado cabezas hace rato. Ya no me atrevo ni a pedir renuncias, porque se atornillan peor, entonces mejor me quedo calladito.

Estos son fracasos rotundos, ministro, y alguien debería responder. Repito, cómo así que el del taxi se vuela con 585 mil millones de pesos, y no hay una sola garantía. Qué garantía tiene el país, es lo mínimo que usted nos ha debido aclarar. Sí, senador, lo reconozco, se me voló el tipo con la plata, pero aquí le ofrezco al país esta garantía y esta otra y esta otra. Pero nada. Y lo peor, no le merece a usted ningún comentario. Creo que en la Comisión Quinta vamos a tener que hacer esfuerzos, en otro debate, para seguir mirando estas cosas más en detalle. Lo de la Costa, lo de dónde sale ese gas, a cómo va a valer la regasificación, qué papelito nos juegan los de CSL Energía Activa, todo esto nos toca mirarlo con detenimiento.

Porque finalmente, estas realidades no se despachan dando una charla como para estudiantes de primer semestre de Economía. Hay que tener unas plantas que le den cobertura al país, nadie lo discute. Lo que estamos discutiendo es cómo es el asunto y a cómo nos está valiendo el gas. Y miren las cosas que nos están pasando.