Porque tuvo el descaro de exigirle la renuncia al Superintendente de Salud, Luis Carlos Leal, en razón de que este, con pruebas en la mano, le solicitó a la Fiscalía que investigara por corrupción a cuatro EPS, casos que ya están proceso y de los que deben salir acusaciones penales por las ilegalidades conocidas.
¿Cuál fue el “crimen” del superintendente de Salud? Que entre las cuatro EPS sindicadas hay tres – Emssanar, SOS y Asmed Salud– dirigidas por “gerentes/interventores” petristas, porque fueron intervenidas por el gobierno de Gustavo Petro, quien anda con la argucia de acusar solo a Coosalud, la cuarta EPS involucrada, que no está intervenida y cuyas directivas vienen de antes de este gobierno.
En su acusación formal ante la Fiscalía, el superintendente de Salud señaló que se encontraron “archivos y grabaciones en las que se evidencia la posible comisión de delitos por parte de los gerentes/interventores, quienes al parecer se han puesto de acuerdo para defraudar el sistema de salud”.
Entonces Laura Sarabia debe renunciar por dos poderosas razones: por aceptarle a Petro ser su correveidile en una historia tan torcida y por mandarle a la Fiscalía el mensaje de que debe actuar con sesgo petrista en este proceso.
¿Cuál es la historia de esta desvergüenza?
Hace unas semanas, Caracol Radio informó sobre malos manejos en las cuatro EPS mencionadas, los cuales incluyeron la fuerte metida de mano de Mario Andrés Urán en sus decisiones, a pesar de no ser empleado de ninguna de ellas, porque apenas era asesor de Coosalud, hasta cuando, por este escándalo, lo despidieron.
Pero Urán sí tuvo capacidad para orientar a esas EPS según sus intereses, dada su larga carrera en el negocio de la salud, incluido haber sido presidente de Caprecom y ser activo en la reforma que adelanta el gobierno. Y la Superintendencia de Salud denunció su influencia en el nombramiento de los jefes de las tres EPS intervenidas, directivos que le entregaban reportes sobre pagos, postulaciones, puestos de mando y demás.
Según los computadores, correos electrónicos y celulares inspeccionados por la Supersalud, Urán también direccionó pagos y contratos con clínicas, hospitales y acreedores, entre ellos, muchos dirigidos a empresas controladas por otras que pertenecen a Patric Investmen, domiciliada en Islas Caimán, uno de esos países en los que sus gobernantes facilitan la evasión de impuestos y demás corruptelas, como las que aparecen en esta historia.
Una vez estalló el escándalo –sobre el que Cambio también publicó un informe–, la conducta de Gustavo Petro no ha podido ser peor, dedicado al tapen-tapen que con tanta frecuencia utiliza en función de sus conveniencias políticas. Así ocurrió el 6 de noviembre pasado al afirmar en su X: “se ha descubierto –no menciona a la Superintendencia– que se usaba la EPS Coosalud para extraer recursos dineros de la Nación”, empresa que a la que calificó de “privada y no intervenida”, para de esa manera ocultar a las otras tres EPS, con “gerentes/interventores” puestos allí por su gobierno, no fuera que se notara que en su gobierno “del cambio” pasa lo mismo que en los gobiernos anteriores que él, con no poca razón, critica.
Pocas horas después de publicar mi X exigiendo la renuncia de Laura Sarabia, Gustavo Petro puso uno insistiendo en ocultar a las tres EPS dirigidas por funcionarios colocados por su superintendente de Salud, previa recomendación del propio Petro o de algún jefe petrista, como es obvio. ¡Que no nos trate como a imbéciles!
Nombramientos que les generan responsabilidades políticas a Petro y a sus partidarios de alto nivel por las conductas de sus subalternos, como las que marcaron a otros gobiernos que también pusieron a mandar a los que no debieron poner en esos cargos.
Y que no crea Petro que los colombianos no nos damos cuenta de que él le pasó a Laura Sarabia el trabajo sucio de esta trama.
Bogotá, 8 de noviembre de 2024.