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LAS RAZONES DE LA UNIDAD DEL POLO

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Jorge Enrique Robledo, Bogotá, septiembre 21 de 2007

Se quedaron con los crespos hechos quienes le apostaron a la división del Polo Democrático Alternativo (PDA). Porque su dirección nacional, por unanimidad, ratificó los criterios y decisiones que permitieron la unificación de la izquierda democrática, los cuales quedaron expresados en su programa –el Ideario de Unidad–, sus estatutos y sus jerarquías.

En cuanto a lo programático, se confirmó la oposición a las políticas del gobierno de Álvaro Uribe, “porque ellas son contrarias a los intereses económicos sociales y políticos de los colombianos y al programa del Polo”. Nuevamente, otra vez, se ratificó el rechazo al “uso de las armas para acceder al poder o como instrumento de acción política” y se enfatizó: “Nos oponemos una vez más a la violencia, al terrorismo y a la guerra. Reafirmamos nuestro apoyo a la solución política del conflicto armado. Condenamos el homicidio de los once diputados del departamento del Valle. Señalamos la responsabilidad de sus captores, las Farc, en su trágico final. Rechazamos la práctica del secuestro, exigimos la libertad de todos los cautivos y presos políticos, y respaldamos las iniciativas de la comunidad internacional y de Jefes de Estado por el intercambio humanitario y el cese de la violencia y de la guerra”. Además, “condenamos” las declaraciones de miembros de dicha organización contra dirigentes del Polo.

La ocasión es propicia para comentar que quien escribe estas líneas pertenece a una tendencia del Polo Democrático, el MOIR, que se opone al recurso de la vía armada no de ahora o de hace unos lustros sino desde siempre, cuando nació como organización política, hace cuarenta años, en unos días en que, a diferencia de hoy, era bien difícil levantar en nombre de la izquierda esa bandera, porque los alzados en armas llegaron a contar con manifiestas simpatías en la sociedad colombiana. Es, entonces, hasta estúpida la infamia uribista de calumniarme al respecto, pues a quién podría ocurrírsele cambiar su punto de vista preciso en el momento en que infinidad de hechos nos dan la razón en un largo debate y, más aún, cuando nuestras convicciones se volvieron de común aceptación y quedaron expresadas en el programa del Polo.

De ahí que sea todavía más repudiable la desfachatez con la que Rafael Nieto Loaiza, vocero de la extrema derecha uribista, me citó en Semana falsificando el contexto de lo que dije y pegando en una frase entre comillas dos afirmaciones que hice separadas, actuación dolosa que me lleva a pensar que no cesarán las mentiras sobre la posición del Polo frente a la violencia, pues ellas son cortinas de humo para ocultar los gravísimos pecados de otros.

La declaración unitaria también llama a la militancia a redoblar su respaldo a los candidatos del Polo y, en especial, a Samuel Moreno, quien seguramente ganará la alcaldía de Bogotá, dado su cada vez mayor respaldo entre todos los sectores sociales de la ciudad.

Y por unanimidad se ratificó el respaldo del Polo a su presidente, Carlos Gaviria, a quien se calificó como “garantía de esta unidad y símbolo ante el país de nuestro compromiso con la institucionalidad democrática”, tal y como se expresó a lo largo de la reunión de la dirección nacional. Y no podía ser de otra manera. Porque en Gaviria se expresan las tres cualidades que debe tener el jefe del partido: fuertes convicciones de izquierda democrática en lo político, económico y social –las mismas que la caverna uribista quiere quitarle al Polo–, una valerosa concepción de principios y decencia sobre la política y la vida, aún a sabiendas de que sus convicciones le generan problemas, y una actitud fraterna, democrática y unitaria –mas no pusilánime– en las relaciones dentro del partido, virtudes que explican el impresionante resultado de 2,6 millones de votos para la Presidencia y el fervoroso respaldo que le brindan los dirigentes regionales y los militantes de base del PDA.

Coletilla: el presidente de la agremiación de los pequeños y medianos industriales acaba de ser nombrado embajador de Colombia en la India. Si no hubiera sacrificado los intereses de sus afiliados en el TLC, ¿lo hubiera premiado Uribe con las mieles de la diplomacia? Que falta de pudor. Y no hay sanción social. Otra muestra de la descomposición nacional.