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Las ‘pirámides’ y la culpa de Uribe

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Jorge Enrique Robledo, Bogotá, 28 de noviembre de 2008

Sobre las ‘pirámides’ hay que empezar por decir que todo indica que las pérdidas que sufrirán los que invirtieron en ellas serán enormes, así con astucia el gobierno insinúe que una vez llenen unos cuantos papeles les devolverá los dineros a los afectados. Y dichas pérdidas no solo golpearán a quienes entregaron sus platas, sino que lesionarán todas las actividades económicas de Nariño, Putumayo y de las otras regiones donde el fenómeno se dio con mayor fuerza. Este desastre actuará como sal en las heridas de la crisis de la economía nacional que empezó en los inicios de 2008 y en los efectos que tendrá en Colombia la debacle económica norteamericana, europea y mundial.

Que la culpa principal del doloroso sufrimiento de tantos compatriotas que perdieron tanto la tiene Álvaro Uribe, no ofrece dudas. Porque o las ‘pirámides’ eran ilegales y el gobierno ha debido cerrarlas desde el primer día, para proteger a los colombianos e impedir que invirtieran en ellas, o eran legales y no ha debido intervenirlas, pues esa decisión, como era obvio, precipitaría su colapso, como en efecto ocurrió.

La culpabilidad de Álvaro Uribe Vélez puede demostrarse con facilidad. Porque el artículo 189 de la Constitución Política de Colombia, sobre las “funciones del Presidente de la República”, dice: “Ejercer, de acuerdo con la ley, la inspección vigilancia y control sobre las personas que realicen actividades financiera, bursátil, aseguradora y cualquier otra relacionada con el manejo, aprovechamiento o inversión de recursos captados del público”, funciones que ejerce el Superintendente Financiero por expresa delegación del jefe del Estado. Además, el Decreto 2920 de 1982 –¡expedido hace 26 años y empleado oportunamente en ocasiones anteriores para impedir casos como el que nos ocupa!– señala en su artículo 20: “Quien capte dineros del público en forma masiva y habitual, sin contar con la previa autorización de la autoridad competente, incurrirá en prisión de 2 a 6 años”. Luego el gobierno sí tenía, sin necesidad de la Conmoción Social, precisos mandatos legales para actuar.

Entonces, es inaceptable tirarles la culpa a quienes invirtieron en las ‘pirámides’, porque resulta natural que en una sociedad como la colombiana las personas busquen la mejor rentabilidad para sus recursos y porque el gobierno, al negarse a actuar, indujo a que se pensara que esas empresas funcionaban conforme a la ley y con permiso del Estado. ¿Qué otra cosa podía pensar una ciudadanía que no es avezada en trucos financieros si ellas operaban a la luz del día, en grandes locales, con vistosos avisos y custodiadas por la policía y si en ellas, además, la Dian les cobró a los inversionistas 60 mil millones de pesos por impuestos? Que no venga, entonces, el gobierno, que no cumplió con sus deberes más elementales, a crucificar a las víctimas de su alcahuetería. Y que explique, si puede hacerlo, por qué no actuó desde el principio.

Conocidas unas pérdidas que lesionan a millones de colombianos por 2.5 o más billones de pesos, ¡los cuales fueron captados por más de 250 entidades que actuaron abiertamente durante meses y años!, qué decir de la conocida propaganda de Álvaro Uribe ofreciendo “confianza inversionista”, confianza que efectivamente les ha brindado mediante todo tipo de gabelas a monopolios y transnacionales, pero que, como salta a la vista, les negó a los inversionistas del común sobre quienes se derrumbaron las ‘pirámides’. Fue tal la negligencia presidencial, que el 12 de noviembre de 2008, pocos días antes de la intervención oficial que precipitó el cierre de DMG, el jefe del Estado utilizó la figura de las ‘pirámides’ para hacer chistes flojos y llamar a los especuladores extranjeros a que vinieran al país: “A todos los inversionistas internacionales tenemos que decirles que cualquier dólar que haya logrado escapar de la ‘pirámide’ de Wall Street, hay una esquina segura para invertirlo, que es la esquina norte de Suramérica, que es Colombia. Que traigan esa platica para acá, que aquí les queda bien invertida, les queda segura” (Servicio de Noticias del Estado). ¡Qué tal el personaje!

Hasta en el océano de descomposición en que se ahoga a Colombia, donde demasiados toleran lo que debe ser intolerable, llaman la atención las muchas relaciones entre el entorno presidencial y David Murcia Guzmán. ¿A esto tampoco le dará alguna explicación Álvaro Uribe? Uno de los misterios que algún día se revelará se refiere a por qué el gobierno no actuó como debía.