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La astuta evasiva del Ministro de Salud

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En días pasados hice mi quinto debate sobre Saludcoop y las demás fallas y corruptelas del pésimo sistema de Salud, en el que se sufre y se muere por males que la medicina sabe curar. Su detonante, dije, fueron las escandalosas declaraciones del Fiscal Perdomo de que no había decidido al respecto porque no podía demostrarse la corrupción en Saludcoop, porque los $1,4 billones de la sanción de la Contraloría eran el seis por ciento de esa suma y porque no había claridad jurídica sobre los recursos de la salud (http://bit.ly/2cLm8yl).

En el debate controvertí al Fiscal recordando que Saludcoop había sido sancionada por la Superintendencia de Salud por 627 mil millones de pesos –con el respaldo del Tribunal de Cundinamarca y el Consejo de Estado–, por la Contraloría por 1,4 billones de pesos y por la SuperIndustria como parte del cartel de la salud. Que la Procuraduría multó y sancionó con 18 años para no ejercer cargos públicos a Carlos Palacino. Informé de dos decisiones recientes de la Contraloría por fraudes con sobreprecios de medicamentos y recobros al Fosyga, por 42.591 y 50.914 millones de pesos, contra Cafesalud y otras EPS. Que el CID de la Universidad Nacional demostró sobreprecios en medicamentos del Grupo Saludcoop por 800 mil millones de pesos y que en la Fiscalía duerme una denuncia por ocho mil cheques, por 27 mil millones de pesos, que la EPS le cobró al Fosyga pero que no pagó.

Expliqué que la base del desastre es la Ley 100/93, que convierte en ganancias de las EPS lo que debería ir a médicos, medicamentos y procedimientos y sus gerentes tienen como primer deber, no la salud de las personas, sino las ganancias de sus accionistas. Detallé cómo de lo peor de la Ley son sus criterios y normas como para ángeles, que le impiden al Estado controlar y facilitan robarse la plata de la salud. Y rechacé que Alejandro Gaviria no hubiera cerrado el boquete del saqueo de los recursos con el pretexto de su administración, a pesar de lo ordenado por la Ley 1438 de 2011 y por la Corte Constitucional.

Demostré el fracaso del Ministerio de Salud como administrador de Caprecom, Saludcoop y Cafesalud, cuyas quiebras han dejado a millones de colombianos con un pésimo servicio de salud, deudas enormes con las IPS públicas y privadas e innumerables maltratos a sus trabajadores. Advertí que Cafesalud puede generar una crisis sistémica en el sector porque su patrimonio negativo va en un billón de pesos y las pérdidas mensuales en 56 mil millones. Y citando al presidente de esa EPS, expliqué los descaros de varias corruptelas.

Recordé que los interventores oficiales de Saludcoop actuaron como Palacino, pasándole ilegalmente a la EPS 700 mil millones de pesos de la salud, e intentaron tumbar, demandándola, la sanción de 1,4 billones de pesos de la Contraloría. E informé que esa suma se perdió porque el liquidador de Saludcoop, contra la ley, les negó su naturaleza parafiscal y porque la Unidad Nacional y el Centro Democrático cambiaron la ley aplicable por la 1797 de 2016, poniéndolos como deuda quirografaria, de quinta categoría.

Expliqué que la inacción de la Fiscalía tuvo origen en los contratos por 4.953 millones de pesos de Eduardo Montealegre con Saludcoop, que crearon una ruta jurídica –inaceptable, según las autoridades– para convertir en privados los recursos públicos de la salud.

Denuncié que desde 1993 el verdadero ministerio de salud son las EPS, que someten a tantos con los 39 billones de pesos de la UPC de la salud. Y señalé los vínculos con las EPS de Alejandro Gaviria y de su esposa y de Juan Carlos Echeverri, Sergio Díaz-Granados y Enrique Vargas Lleras, quien fue abogado de Palacino y directivo de Cafesalud prepagada, es contratista de Saludcoop y Cafesalud por 5.505 millones de pesos y preside la junta directiva de la Nueva EPS (http://bit.ly/2c6oy8n).

¿Y saben cómo respondió el ministro Alejandro Gaviria? Increpándome, descalificándome de plano, por decir lo que dije, en vez de elogiarle sus supuestas grandes ejecutorias. Qué cómo me atrevía a denunciar estos hechos, que no refutó, en vez de postrarme ante las medallitas que brillan en su pecho… y que se pone él mismo (http://bit.ly/2cKPzPD).

Coletilla: en el plebiscito no se votará si nos gusta Santos. Si así fuera, los polistas votaríamos no. Lo que decide es si se desarma ya a las Farc, dándole fin a una violencia que nada bueno le dejó al país. Castigar a Santos votando no es castigarse a sí mismo.

Bogotá, 9 de septiembre de 2016.