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Entrevista del senador Jorge Enrique Robledo sobre la crisis cafetera

2002
Senador Jorge Enrique Robledo

Para Terra.com, Bogotá, 27 de junio de 2008

Jorge Enrique Robledo: la crisis actual de los caficultores tiene como causa inmediata la revaluación del peso frente al dólar, porque no es lo mismo 1.50 dólares de precio externo con dólar a 2.953 pesos (ese fue el precio en marzo de 2003), por ejemplo, que a 1.700 o 1.900 pesos, que es a lo que el dólar se mueve en estos días. Pero también es cierto que los problemas del café empezaron desde antes…

CSH: ¿Políticas como el TLC, el ALCA y la apertura de políticas neoliberales, son causas de la crisis del café?

JER: En las políticas neoliberales está el origen de los problemas de los caficultores. Estos vienen de crisis en crisis desde 1989, cuando se rompió el pacto de cuotas en la Organización Internacional del Café, como uno de los primeros efectos en Colombia y en el mundo de las políticas neoliberales o de “libre comercio” (así, entre comillas, porque de libre no tiene nada, dado que es el dominio de los monopolios). Hasta esa fecha, solo se podía comprar café colombiano en el mundo dentro de una franja de 1.20 a 1.40 dólares por libra. Desde entonces la norma han sido los precios inferiores –incluso por debajo de 70 centavos de dólar la libra–. No debe olvidarse, además, que el dólar se ha devaluado, luego los 1.40 de ahora representan bastante menos que hace veinte años. Y la actual revaluación del peso, que arrasa al café y al resto de la producción colombiana, también es, en últimas, producto del neoliberalismo, pues la aplicación de esta concepción le impide al Estado colombiano hacer todo lo que debiera para enfrentar la indeseable desvalorización del dólar. Y hay que estar atento a que, con sin el TLC, terminen acabando con el Fondo Nacional del Café, un viejo sueño de los partidarios del “libre comercio”.

CSH: ¿Qué pasará con la privatización de las instituciones cafeteras?

JER: Otro de los efectos perniciosos del neoliberalismo ha sido el debilitamiento de las instituciones cafeteras, a favor de la especulación de las trasnacionales que compran café. Por ejemplo, el precio de sustentación del café ya no es lo que era antes, a las cooperativas de caficultores las han debilitado, el Fondo Nacional del Café está exportando bastante menos y desaparecieron la Flota Mercante Grancolombiana y el Bancafé.

CTS: ¿Cuál es la situación de los cafés especiales, en relación a la crisis, se afectan también?

JER: La revaluación del peso, en la medida en que al productor le llegan menos pesos por los dólares, afecta por igual a todos los productores de café. Téngase en cuenta, además, que el café es un producto cuya estructura de costos no depende tanto de bienes importados, que son los que bajan sus precios cuando se devalúa el dólar (o se revalúa el peso, que es lo mismo) y que en el caso de los fertilizantes importados –a los que si los favorece el menor precio del dólar–, hay un problema de elevación de sus precios en dólares, tanto por sus costos en sí mismos en el exterior como por los mayores precios de los fletes del transporte marítimo.

CTH. En relación a la crisis cafetera, ¿quiénes son los más afectados los pequeños productores o los grandes cafeteros?

JER. Como individuo y en términos absolutos, se afecta más un productor mayor que uno menor, porque recibe menos plata porque produce más, pero téngase en cuenta que el 95 por ciento de los cafetales tienen menos de cinco hectáreas y que en la gran pobreza prevalenciente cualquier baja en el ingreso se paga, literalmente, con hambre. El campesino “compite” aumentando la pobreza de él y su familia. También es cierto que los productores empresariales, dependientes de la mano de obra asalariada –que los campesinos no pagan–, tienen ese problema particular en las crisis. Y no es igual el lío en los productores tecnificados que en los que no lo son. Hay que hacer análisis de detalle.

CSH. ¿Cuáles son las consecuencias sociales de la crisis cafetera?

JER. Muy graves. Primero, por la debilidad ya mencionada del sector. Segundo, porque las crisis suelen pagarlas en gran medida los jornaleros, de los que poco se habla (entre ellos, muchos campesinos cafeteros pequeños que jornalean parte del año) y porque son 550 mil familias de propietarios cafeteros. A ello agréguesele que el gasto cafetero, que todo sumado es bien grande, del que viven otros muchos colombianos (transportadores, carniceros, modistas, etc.)

CSH. ¿Todavía, sigue siendo el café el primer renglón de la economía colombiana, especialmente en el Eje Cafetero?

JER. Si no estoy mal el petróleo y el carbón lo superan en el valor de las exportaciones, pero sigue siendo bien importante. Pero por la cantidad de personas involucradas, su importancia es mayor. Y en las zonas cafeteras su peso sigue siendo enorme, entre otras cosas porque las importaciones agrícolas pasaron de 4.397.021 a 8.053.396 de toneladas entre 2002 y 2007. Y eso que no ha entado en vigencia el TLC.

CSH: ¿Cuál será el futuro de los caficultores?

JER: Dependerá mucho de los factores externos, porque el país, por el modelo de la globalización neoliberal, cada vez controla menos los factores de producción. Sin pacto cafetero, los precios internacionales, que son la base de todo el negocio, han sido desde 1990 bastante más bajos que los que rigieron cuando los acuerdos internacionales cafeteros, porque las trasnacionales se quedan con una porción mayor de la riqueza del café. La revaluación se ha convertido en otro problema mayúsculo, al igual que los precios de los fletes, tanto de exportación del café como de importación de insumos, y los agroquímicos están muy caros. Además, los cafetales están envejecidos. La historia también muestra que la tendencia de las fincas y de los cafetales es a volverse de menor área, lo que el diario La República llamó la “proletarización del sector”. Y también crece el problema de la escasez de la mano de obra en las zonas cafeteras, porque los jóvenes están migrando en búsqueda de mayores oportunidades. Como se ve, hay graves problemas estructurales. Y no hay la atención que el gobierno debiera darle a lo que ocurre.

CSH. ¿Qué tal son las políticas de Estado en materia del café?

JER. De manera estricta, escasas y bien malas. Aunque la revaluación, que es el principal problema de hoy, tiene orígenes externos, también es cierto que las políticas oficiales –presas del dogma neoliberal– poco hacen para atenderlo. El crédito, como en todo el agro, tras de concentrado es caro. Los subsidios, realmente, apenas alcanzan para generar la sensación política de que el gobierno está atento a la suerte de los cafeteros. Y no olvidemos que buena parte de lo que hacen las instituciones cafeteras se paga con la plata que aportan los propios productores.

Si en algo debemos ponernos de acuerdo todos los que nos preocupamos por la suerte de la caficultura es en la exigencia de que el gobierno de Álvaro Uribe espalde con suficiencia y prontitud a los cafeteros, porque sus necesidades no dan espera.