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ENTRE EL AMBIENTALISMO VULGAR Y EL COMPLEJO

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En su libro De lo imaginario a lo complejo, Julio Carrizosa, eminente profesor de la Universidad Nacional de Colombia y uno de los precursores de los estudios sobre el medio ambiente en Colombia, diferenció dos enfoques por su manera de abordarlo.

Al ambientalismo vulgar lo definió como el que solo se preocupa de los problemas ambientales de la fauna y la flora, excluyendo los de los seres humanos. Y al ambientalismo complejo, como el que también trata sobre el medio ambiente de las personas, a partir de reconocer que toda la evolución y el progreso de la humanidad es indisoluble de la transformación de la naturaleza y de los grandes cuidados que, al mismo tiempo, debe brindársele.

La decisión de 2012 del alcalde de Bogotá Gustavo Petro de sabotear Chingaza II –narrada en esta columna hace dos semanas–, que lo condena por el actual racionamiento del agua a los bogotanos, es ambientalismo vulgar agravado, dado su gran impacto negativo. Porque impuso esa decisión para impedir que se hiciera el estudio de impacto ambiental acordado, mintiendo con descaro y sin adoptar ninguna medida sustituta que evitara la escasez de agua que se sabía llegaría, como en efecto llegó, con su perjuicio a la salud pública.

Y ahora Petro busca volver a sabotear el estudio sobre Chingaza II que se necesita, como es obvio, y también sin proponer alternativa alguna.

Textualmente, dijo hace unos días el presidente Petro: “Cómo se le ocurre al alcalde de Bogotá decir que otro embalse en Chingaza sería solución para Bogotá. ¿Pretenden secar la Orinoquía?, ¿no sabe que al depredar la selva y alejarla cada vez más de Chingaza, los ríos voladores qué generaban millones de árboles, ya no llegan al páramo y no se genera el agua líquida al embalse y si se hace otro en el mismo lugar, tampoco llegaría el agua”.

Son varias las falacias que clasifican a Petro como ignorante en este tema y como ambientalista vulgar, al que le importa un pepino el agua de los bogotanos.

  1. Que se vaya a secar la Orinoquia es una gran falsedad. Porque ocupa 980.000 Km2 y el río Orinoco desemboca en el mar con 30.000 M3/segundo. En tanto el páramo de Chingaza mide solo 892 Km2 y el embalse de La Playa, que se construiría, ocuparía apenas 5,3 Km2.
  2. Los llamados “ríos voladores” –y sus lluvias sobre Chingaza– no provienen del páramo sino de la Amazonia, la Orinoquia y el resto de Colombia y lo que los debilita es la deforestación de esas zonas.
  3. El páramo de Chingaza –como todos los páramos– no es rico en grandes árboles sino en arbustos y en pastos, que muy poco se perderían con Chingaza II.

Hay que oír además a Susana Muhammad otra vez de alcahueta de Petro, como en 2012, negándole toda posibilidad a Chingaza II y ratificando su militancia en el ambientalismo vulgar, a pesar del probado acierto de haberse tomado de ese páramo el 70 por ciento del agua de Bogotá y de once municipios vecinos. Y sin que, en cuarenta años, el páramo se hubiera desnaturalizado.

Confirma el talante autoritario de Petro y Muhammad que quieran impedir, otra vez, que se haga el estudio de impacto ambiental de Chingaza II.

Bogotá, 15 de marzo de 2025.