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EL GOBIERNO PERSIGUE LEGALMENTE AL SINDICALISMO

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Intervención del senador Jorge Enrique Robledo en el debate sobre libertades sindicales, Plenaria del Senado, 15 de abril de 2008

En 2002, 85% de los sindicalistas asesinados en el mundo son colombianos; en 2003, el 73%; en 2004 el 66% y en 2005 el 61%. La posición del Polo frente a la guerrilla está clara, la que no está clara es la del gobierno con el paramilitarismo. No se puede ser demócrata sin reconocer la importancia del sindicalismo. Si el sindicalismo progresara, el ministro de la Protección Social tendría que renunciar.

(Réplica al Ministro de la Protección Social porque insinuó que el Polo tenía relaciones con la guerrilla).

Usted, ministro, falta a la verdad en materia grave en la afirmación que acaba de hacer. No es cierto lo que acaba de decir con respecto a las discusiones internas del Polo Democrático Alternativo. El debate no tiene que ver con eso, miente usted al respecto. Hubiera querido oír la explicación suya sobre por qué cerca del 80% de los parapolíticos son uribistas y oírle pedirle perdón al país. Es un hecho estadísticamente demostrado. Cerca del 80% de los políticos vinculados a la parapolítica son uribistas, como también el jefe del DAS, la policía secreta. El Partido Demócrata de Estados Unidos se niega a darle un TLC a su gobierno, porque ustedes no han podido esclarecer el tema de los asesinatos de los sindicalistas ni las vinculaciones de este gobierno, de muchos de sus dirigentes, con el paramilitarismo. Esos son hechos y usted no habló de ellos, señor ministro, guardó silencio sepulcral al respecto. ¿Cuándo le van a pedir excusas al país por ese tipo de relaciones? ¿Por qué siempre, en todos los debates, cuando están arrinconados, cuando no tienen cómo explicar las acusaciones, apelan al manido truco de hacer insinuaciones bellacas contra el Polo Democrático Alternativo? Porque no tienen la razón.

Usted falta a la verdad cuando intenta menospreciar el número de sindicalistas asesinados en Colombia comparándolos con taxistas muertos. Las cifras son elocuentes, ministro. Desde el 2002, en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el suyo, siendo usted ministro de la Protección Social, o de la desprotección social, mejor, 85% de los sindicalistas asesinados en el mundo son colombianos. En el año 2003, el 73% de los sindicalistas asesinados en el mundo son colombianos. En el 2004 el 66% y en el 2005 el 61%. Y estos temas usted los evade y se limita a despacharse con una infamia, con una mentira. No, sea serio, ministro, aquí estamos haciendo un debate sobre realidades de persecución del sindicalismo, sobre sindicalistas muertos. Estos son datos apabullantes. O es que al Partido Demócrata de Estados Unidos lo orienta el Polo Democrático Alternativo. No, se orienta por los informes del Departamento de Estado, la Embajada norteamericana, las trasnacionales que operan en Colombia.

Si quiere tanto a los sindicalistas y si le duelen tanto los muertos vengan de dónde vengan, explíquele al país por qué apenas en el 2006 presionaron ustedes para que la Fiscalía General de la Nación creara un grupo especial de fiscales encargado de analizar los problemas de los asesinatos de sindicalistas. Se necesitaron cuatro años de este gobierno, de su administración, para que la Fiscalía atendiera el caso. Por qué, le pregunto yo, solo lo hicieron cuando la OIT amenazó a este gobierno con crear una Comisión de Encuesta, aterrada como estaba con el problema de los sindicalistas muertos en Colombia. La posición del Polo Democrático Alternativo frente al problema de la guerrilla y las Farc está clara, la que no está clara es la del gobierno de Álvaro Uribe Vélez con el paramilitarismo, lo que no está claro es el hecho de que el 80% de los parapolíticos en Colombia son uribistas y lo que no nos han podido refutar es el concepto del parauribismo. No sea infame, señor ministro, con el Polo Democrático Alternativo. Déle la cara a la realidad. No se desmonte por las orejas faltando a la verdad y manipulando y tergiversando los hechos. No, señor, es absolutamente inaceptable lo que usted intenta hacer aquí esta noche para evadir la responsabilidad que a usted le cabe en la persecución del movimiento sindical, por sobre todo en la persecución legal del movimiento sindical, mediante la interpretación amañada de las normas, como está sucediendo en Colombia. Aquí hay una persecución contra el movimiento sindical, no de ahora, tampoco voy a decir que es de ahora, pero usted la ejerce desde que llegó al gobierno.

Segunda intervención

80% de los congresistas elegidos en 2006 e involucrados en la parapolítica son uribistas. Si la cuenta se hiciera contando también a los congresistas elegidos en 2002, creo que pasaría del 90%. Y si incluyéramos a todo tipo de funcionarios, podríamos llegar al 95%. Este es un hecho estadístico irrefutable al que le pueden dar la vuelta que quieran. La fría estadística confirma un concepto que acuñé hace un tiempo de que aquí, más que parapolítica, lo que hay es parauribismo.

Segundo, acaba de conocerse una carta de 63 congresistas norteamericanos, demócratas y republicanos, repudiando el estilo de este gobierno, rechazando que el señor José Obdulio Gaviria hubiera dicho que la marcha del 6 de marzo era organizada por las Farc y exigiéndole al presidente Uribe que repudie esas afirmaciones falaces de su asistente.

Quiero gastarme un momento explicándoles a los colombianos por qué debe haber sindicalismo. Es tal la confusión y tan aguda la persecución contra el sindicalismo, que se olvidó su importancia. No existe una sola concepción teórica que se precie de ser democrática y que no defienda la existencia del sindicalismo. No se puede ser demócrata sin reconocer el sindicalismo como una parte fundamental de la democracia. Ahora, el sindicalismo con sindicalistas, porque oigo aquí a alguna gente que quiere mucho al sindicalismo pero eso sí, ojalá, sin sindicalistas u ojalá no hagan cosas de sindicalistas. Tres funciones deben cumplir los sindicatos y los sindicalistas: primero, organizar a los trabajadores; segunda, hacer realidad la contratación colectiva y tercero, defender el derecho de huelga para garantizar el de contratación colectiva. ¿Cuál es el misterio? ¿Por qué son tan importantes? Porque está reconocido universalmente que cuando el trabajador no puede organizarse y defenderse colectivamente se convierte en una especie de siervo o de esclavo del patrón. Es el problema filosófico detrás de este debate.

Lo primero es aclararles a los colombianos que aquellos que de una u otra manera arremeten contra el sindicalismo utilizando uno u otro criterio son personas reconocidamente retardatarias y antidemocráticas, que se oponen al progreso social. Y conviene además que haya sindicatos por otra razón: es bueno que los trabajadores ganen un poco más de lo que ganarían si no hubiera contratación colectiva, porque no solo es bueno para ellos, sino también para la sociedad, porque podrían consumir más. Parte de las razones por las que este país es tan atrasado es por la baja sindicalización. Si se admite lo anterior, surge una pregunta: ¿por qué apenas menos del 5% de los trabajadores colombianos está sindicalizado? ¿Será que los trabadores colombianos no se quieren a sí mismos, no les gusta vivir mejor, no les gusta poder estar en una condición más igualitaria con sus patrones y les encanta la condición de servidumbre?

Expliquemos por qué son tan escasos los sindicalizados. En primer término, porque desde hace décadas, eso fue explicado con claridad por Noam Chomsky, por decisiones tomadas por el empresariado norteamericano hace cerca de un siglo, se ha lanzando una arremetida ideológica contra el sindicalismo. Se lo asocia con destrucción de empresas, con oligarquía de overol, con privilegios. En países como Colombia, verdaderas cleptocracias, resulta increíble acusar a los sindicalistas de corruptos. Inaudito. Y últimamente, en países como Colombia se asocia sindicalismo con guerrilla y con secuestro y con extorsión. Ese lavado colectivo de cerebro que se le ha venido haciendo a la sociedad afecta a los propios trabajadores que a ratos no entienden bien dónde están sus intereses y no luchan como debieran.

En Colombia hay además un problema de persecución violenta contra los sindicatos y los sindicalistas, y no es un invento del sindicalismo. Di unas cifras hace un momento: 2003, 73% de los sindicalistas asesinados en el mundo son colombianos, 2004 66%; 2005 61%; y les voy a dar una especie de consejo a los uribistas: no se escuden en que también los taxistas muertos son muchos o, más absurdo todavía, que hay muchos soldados y policías. Cuando una persona democrática en Estados Unidos le oye decir ese tipo de argumentos a un ministro de Estado de Colombia o a un congresista uribista, no puede menos de decirse con razón: a ese gobierno de bárbaros no les otorguen un TLC, porque es una especie de confesión que se puede convertir en cabeza de proceso del tipo de mentalidades que gobiernan al país cuando intentan meter en el mismo saco un caso u otro.

Si se quiere es más grave la parte de la persecución no armada contra el sindicalismo colombiano, que en parte explica el resto de las dificultades. Son unos Estados dedicados a mantener las leyes antisindicales de manera sistemática, con ministros como el de la desprotección social, para que no se modifiquen y para diseñar unas nuevas. Si aquí creciera el sindicalismo, al señor ministro Palacio lo tumbarían del cargo, porque él está allí no para estimular el sindicalismo, la contratación colectiva, la organización sindical, sino para lo contrario. Y esas son las normas que rigen. Lo demás son hipocresías muy propias de este tipo de administraciones que dicen: yo quiero mucho a los trabajadores, como lo empezó diciendo el ministro. Y le pregunto, doctor Palacio: muéstreme una sola norma que mejore las posibilidades de sindicalización, de organización, de contratación colectiva, de huelga. Porque es que los trabajadores no están pidiendo limosnas ni suplicando que les tiren un carné del Sisben después de que los echan del trabajo o que les den unos mendrugos de la Red de Seguridad Social. No. Los trabajadores lo que quieren es ejercer el derecho democrático a organizarse, a tener contratación colectiva y a hacer huelga. Y mientras eso no se resuelva, todo lo demás son pamplinas, carreta barata para ocultar el hecho cierto de que este gobierno, y los anteriores, persiguen de manera sistemática al sindicalismo colombiano y sacan pecho hablando de “democracias profundas”, mientras se ensañan persiguiendo a los trabajadores, repito, legalmente, mediante los códigos y la Constitución.