Jorge Enrique Robledo
Bogotá, 16 de diciembre de 2005.
Se necesitaron tres semanas, ¡veintiún días!, para que Gabriel Silva, gerente de la Federación de Cafeteros, opinara sobre la noticia de El Tiempo de que uno de cada tres tintos que se consumen en Colombia se hace con café importado, y lo hizo para decir que ello había ocurrido a sus espaldas. Luego, apenas una alusión marginal le gastó al tema en el XLV Congreso Cafetero (!!!). Y el 7 de diciembre no se dignó asistir a la Comisión Quinta del Senado a debatir el asunto. Ese día, y como gran explicación, Alberto Carrasquilla, ministro de Hacienda, comentó que no podían responder a cada titular de la prensa. ¿Cada titular? ¿Este es otro cualquiera? ¿Qué Colombia se convirtiera en importador de café no amerita una explicación oportuna y a fondo de los responsables de la política cafetera? Por favor…
Así quieran palidecer la gravedad de lo que ocurre, la importación de 300 mil sacos de café es la punta del témpano de un desastre que confirman las cifras: las exportaciones colombianas bajaron de 16,5 a 11 millones de sacos; la participación del grano nacional en el mercado mundial cayó del 20 al 13 por ciento; y los inventarios que la Federación dice tener se redujeron de 4,6 millones de sacos a menos de un millón, hechos que implican que el país está siendo derrotado en la competencia internacional, que ni siquiera es capaz de producir lo que puede vender en el mercado interno y en el externo, que ya casi acaban de comerse los ahorros del Fondo Nacional del Café y que esta realidad significa más pobreza y miseria en las zonas productoras.
Como otra prueba del empobrecimiento de los cafeteros, acaban de prorrogar por otros dos años el inicio del pago de los 85 mil créditos refinanciados, “solución” que aumenta la deuda, termina por amenazarles las fincas a los encartados y deberá conducir a otra condonación.
En el debate se dio a conocer una carta de Jan Bestebreurtje, hombre de la Federación de Cafeteros en Europa, que demuestra que esta ha colaborado con las importaciones de café y con el engaño de los tostadores a los consumidores colombianos. En la misiva a Roberto Vélez, subgerente comercial de la Federación, el holandés recomienda importar a través de una “zona franca ficticia” en Santa Marta y dice que “el consumidor de estas marcas no se dará cuenta de la participación de (café) robusta en la mezcla”.
También se confirmó que las tiendas Juan Valdez podrán servir para velar la gravedad de la crisis y hasta enriquecer a otros, pero no les resolverán sus problemas a los caficultores. En tres años, estas han comprado apenas 6.546 sacos de café de 70 kilos, cifra que se hace menor cuando se sabe que adquieren el grano casi al mismo precio que al que lo compra cualquier otro intermediario. Y la manera como se montó este negocio es bien repudiable. La Federación de Cafeteros no incluyó como accionista al Fondo Nacional de Café, la única manera de asociar en él a la totalidad de los cafeteros; ha utilizado pretextos para ocultar cuánto vale la marca Juan Valdez, a pesar de que esta es de propiedad del Fondo y que su utilización es el verdadero negocio de las tiendas; y desconociendo los propios requerimientos de la Contraloría General de la República, mantiene en su nombre la propiedad de unas marcas que no le pertenecen, actitud contumaz que viola la cláusula 7, literal G del contrato de administración de los recursos públicos del Fondo Nacional del Café.
¿Por qué insisten en mantener en su nombre una propiedad que nos les pertenece? ¿Por qué el minhacienda alcahuetea la violación del contrato que dice que las marcas tienen que estar a nombre del Fondo del Café? ¿Por qué el gobierno ayuda a ocultar cuánto valen las marcas, condición indispensable para poder juzgar si las regalías que se cobran por su uso son correctas? ¿Hubo licitación para adjudicarle la explotación de las marcas a Juan Valdez Café Reale?
Coletilla: Con el TLC, Estados Unidos podrá reexportar libremente a Colombia cafés verdes y procesados originados en cualquier país del mundo. Lo único que se discute es si lo hará a partir de 2007 o un poco más tarde, antes de diez años.