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CONFIRMADA LA ENTREGA DEL AGRO

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Jorge Enrique Robledo

Bogotá, 23 de diciembre de 2004.

 

En Portafolio del 14 de diciembre de 2004, Felipe Jaramillo, el vocero de Colombia en las negociaciones agrarias en el TLC, confirmó dos informaciones que se han dado en esta columna y que, a veces, porque depende de si tienen presente quién los contradiga, han sido negadas por voceros del gobierno: que las llamadas “ayudas internas” que subsidian a los productores estadounidenses ni siquiera hacen parte de las negociaciones, lo que significa que se mantendrán indefinidamente, y que, en contraste, Colombia sí “tendrá que ver cómo cambia su esquema de protección arancelaria”.

 

Lo anterior quiere decir que los productores gringos seguirán beneficiándose con, por lo menos, 54.639 millones de dólares en subsidios al año, lo que les permitirá seguir exportando sus productos a precios inferiores a sus costos, es decir, haciendo dumping, práctica que, por fraudulenta, está prohibida hasta en la OMC. ¿Cómo justificará el gobierno de Colombia firmar un tratado internacional que legitima y legaliza que Estados Unidos utilice la trampa comercial en contra de los intereses nacionales? Además, lo dicho por Jaramillo también confirma que se eliminarán el Sistema Andino de Franjas de Precios, los Mecanismos de Administración de Contingentes y las cuotas de importación, los instrumentos que hoy protegen a los productores colombianos de las importaciones estadounidenses subsidiadas. ¿Puede alguien concebir un acuerdo más abiertamente leonino que el que se aprestan a suscribir? ¿Y cómo respeta el Artículo 65 de la Constitución Política de Colombia que dice que “la producción de alimentos gozará de la especial protección del Estado?

 

En un vano esfuerzo por ocultar la gravedad de sus decisiones, los funcionarios colombianos han montado la cantinela de que negociarán con Estados Unidos unas salvaguardas que reemplazarán los instrumentos de protección a los que decidieron renunciar. ¿Nos creerán idiotas? Si es obvio que cedieron ante las presiones del gobierno estadounidense, ¿será que este va a aceptar un mecanismo de protección diferente de los actuales pero que proteja igual a los productores colombianos, de forma que los gringos no puedan aumentar sus exportaciones a Colombia? Por favor…

 

Cualquiera que conozca sobre estos asuntos sabe por lo menos tres verdades que cada vez se vuelven más difíciles de ocultar. Primero: que “libre comercio” significa que desaparecerán todos los mecanismos que protegen a la industria y el agro de Colombia. Segundo: que lo que se negocia es el plazo en el que desaparecerá esa protección, lapso que no servirá para que los colombianos se vuelvan competitivos sino para que no se arruinen al mismo tiempo y enredarles su oposición al Tratado. Y tercero: que las salvaguardas tienen el mismo propósito que los plazos que le darán a la desprotección: crearles falsas ilusiones a los que serán arruinados. Que esto es así podrá confirmarlo quien estudie la experiencia de México y analice, sin autoengañarse, los TLC firmados por Estados Unidos con Chile y Centroamérica.

 

Además, cómo es de provinciana, en el peor sentido de la palabra, la afirmación de que los negociadores gringos van a tratar con guante de seda a Colombia en el TLC, en razón de los problemas de violencia y narcotráfico que martirizan al país. ¿Cómo olvidar que esos flagelos ya existían cuando la apertura incrementó las importaciones agropecuarias de setecientas mil a siete millones de toneladas, con la pérdida de ochocientas mil hectáreas de cultivos transitorios, y cuando Estados Unidos acabó con los acuerdos de cuotas en el Pacto del Café? ¿Habrá algún tecnócrata neoliberal que se atreva a afirmar que la competencia capitalista no se orienta por la idea de que al caído, caerle? ¿No es el gobierno de Estados Unidos, con el que se negocia el Tratado, el mismo que tiene invadido a Irak?

 

¡Y qué decir de los colombianos que sueñan con convencer a los gringos de que lo que más le sirve a Estados Unidos es hacerle pasito a Colombia, no vaya a ser que se le creen problemas políticos de envergadura, con lo que se comportan como si fueran funcionarios estadounidenses!

 

De la única manera que Colombia puede salir bien librada del TLC con Estados Unidos es recurriendo a su derecho soberano de no firmarlo, así no les guste a quienes allá y aquí pueden eximirse o beneficiarse de los efectos de la profundización del neoliberalismo.