Por: Jorge Enrique Robledo
Tal como se advirtió en esta columna, el clientelismo y la corrupción se enseñorearon en las pasadas elecciones. Y como era de esperarse también, ya escogieron el chivo expiatorio que sacrificarán en el altar de la hipocresía, para los mismos poder decir que sí persiguen a los corruptos, mientras que nada hacen frente a una lacra generalizada.
Pero así y todo, y aun cuando lo silencien, le fue muy bien a la Coalición Colombia, base política de la candidatura presidencial de Sergio Fajardo. Porque el Polo aumentó en 36 por ciento su votación para el Senado –a 736.367 y al 4,80% del total– y porque la Alianza Verde dio un salto notable, con lo que estas fuerzas y las de Compromiso Ciudadano pasaron de dos millones de electores, eligieron a 27 congresistas y aportaron dos de los tres senadores más votados. Volvieron a fracasar esos autoproclamados “demócratas” que odian que exista un partido como el Polo, que no se amilanó ante Uribe ni se dejó cooptar por la agresión almibarada y de extrema derecha de Santos.
A su vez, los sectores que realizaron consultas el 11 de marzo andan diciendo que la segunda vuelta a la Presidencia ya está definida entre Petro –cuya consulta sacó 3,36 millones de votos– y Duque-Uribe –la cual obtuvo 5,96 millones. Pero esa teoría no resiste análisis. Porque la mitad de los electores al Congreso –9 millones– no votaron en las consultas, en ellas sufragaron muchos que votarán por otros candidatos presidenciales el 27 de mayo y para ganar la Presidencia se necesitarán entre 8 y 9 millones de votos. Pero lo que sí demostraron las consultas es que Petro no tiene ni la menor posibilidad de ganarle a Duque-Uribe, y menos si estos se unen con Vargas en la segunda vuelta.
Se asiste a la rapiña entre Duque-Uribe y Vargas-Santos sobre quién se queda con la clase política liberal, conservadora y de la U –congresistas, concejales, diputados, alcaldes y gobernadores–, atrayéndola con puestos y contratos, lo único que están negociando y que conducirá a que despresen a esos partidos, como a pollos en un almuerzo. Y pueden hacerlo de forma tan vulgar porque la única diferencia importante entre la Unidad Nacional y el Centro Democrático es la del proceso de paz, y eso que cada vez menos, pues Duque ya ha afirmado que no volverá trizas los acuerdos y Cambio Radical los aprobó en el Congreso. Ambos han hecho saber además que para impedir cualquier mejora en el rumbo del país tienen decidido coligarse en la segunda vuelta, renovando así el uribo-santismo o el santo-uribismo con el que ganaron en 2010.
Impedir el horror de tener que escoger entre Duque-Uribe y Vargas-Santos –desde ya digo que votaría en blanco– y de ver ganar a uno de ellos en la segunda vuelta, exige actuar con cabeza fría y respaldar al único que puede derrotarlos. Y se sabe que ese colombiano es Sergio Fajardo, quien ha demostrado ser capaz de lograr la amplísima unidad requerida para vencer a los mismos con las mismas. Por el bien de Colombia, ojalá que esto lo entiendan los seguidores de los otros candidatos distintos a Duque-Uribe y Vargas-Santos que no pueden ganar la Presidencia y respalden a quien sí puede hacerlo y tiene un buen programa.
Coletilla: hace dos semanas, Daniel Coronell informó que dos ejecutivos de Odebrecht le reconocieron a la Fiscalía de Brasil que financiaron la campaña Santos-Vargas 2014 y que entre sus objetivos estaba aceitar una reclamación a la ANI –un billón de pesos– por parte del Consorcio Ruta del Sol (sociedad Odebrecht y Corficolombiana). Además dijeron que la plata a la campaña Zuluaga-Trujillo 2014 la giraron a través de Daniel García Arizabaleta, ex alto funcionario del gobierno de Álvaro Uribe y de Odebrecht y directivo de las campañas al Congreso y la Presidencia del Centro Democrático (enlace 1). En su condena al Noño Elías, la Corte Suprema de Justicia estableció que la plata a Santos-Vargas 2014 no la giró Odebrecht sino Corficolombiana (Enlace 2). Luis Fernando Andrade, exdirector de la ANI, dijo que, contra su opinión, se favoreció al Consorcio de la Ruta del Sol con la liquidación del contrato, en vez de caducarlo, por imposición de la Superintendencia de Industria y comercio (Enlace 3). Y es notorio que el gran poder del pacto de impunidad entre los mismos con las mismas ha silenciado estas verdades para favorecer a Duque-Uribe y a Vargas-Santos.
Bogotá, 16 de marzo de 2018.