Bogotá, agosto 19 de 2014.
Doctor
AURELIO IRAGORRI VALENCIA
Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural
Bogotá.
Señor Ministro
Dignidad Agropecuaria Colombiana, organización en proceso de consolidación y preparación de su congreso fundacional, ha establecido dentro de sus principios básicos, la independencia frente al gobierno, a fin de desarrollar una actividad de defensa de los productores que representamos; en razón de lo anterior, los directivos de sus estructuras orgánicas, son escogidos por los productores vinculados a nuestras organizaciones.
Reiteramos que los reclamos sobre los incumplimientos, a los acuerdos que se pactaron entre el gobierno y las Dignidades en las movilizaciones del año pasado y del que transcurre, son justos. Los apoyos al café y el cacao; algunos alivios a la papa y la panela, constituyen solo una mínima parte de los compromisos gubernamentales con agricultores y campesinos, que no lo eximen de su responsabilidad de honrar lo suscrito.
De igual manera reafirmamos que las causas de la crisis agraria, coyunturales y estructurales, están en la errática política agraria oficial, resultante de la cual se ha configurado una economía de quiebra para 2.5 millones de productores rurales y desocupación para tres millones de trabajadores agrarios.
El “pacto Agrario”, con sus proyectos inconexos, no se puede presentar como una política real de reactivación del agro y es una forma adicional de “mermelada”, cuyos propósitos, además del despilfarro de recursos, son una manera de declinar la solución de fondo de la crisis que agobia nuestro sector.
Expresiones suyas, en los medios de comunicación, como las anunciadas reuniones con los campesinos, desconociendo sus organizaciones, son una táctica divisionista, impropias de un funcionario del nivel suyo, cuya obligación es gobernar para todos quienes nos desempeñamos en el área de su incumbencia.
La “despachonizacion” del agro, desafortunada expresión suya en referencia a uno de nuestros dirigentes, la asumimos como una forma de agredir nuestra organización y más parece el recóndito propósito de “desdignificación” de la protesta agraria, lo cual nos parece una manera de esquivar la solución de la difícil situación por la que atravesamos la mayoría de los sectores productivos del agro nacional, ahora parte de su responsabilidad institucional.
Finalmente, la naciente Dignidad Agropecuaria Colombiana, persistirá en su propósito de ser interlocutor válido ante el gobierno del que usted es funcionario de alto nivel, sobre la base del respeto al derecho de organización y a las personas que la integramos.
DELEGADOS AL PRECONGRESO
DIGNIDAD AGROPECUARIA COLOMBIANA