Queridos compatriotas, esto no es un pedido de auxilio ni una denuncia. Es un intento de contribuir a salvar vidas de los habitantes del resto del país. Comenzaremos por contarles cómo estamos acompañándolos a ustedes en este aislamiento.
Nosotros contamos con dos neveras en la única morgue del departamento del Amazonas, pero por esas cosas de la vida y del mantenimiento que pasan en Colombia, no funcionan siempre adecuadamente. Hasta ahora había sido suficiente porque teníamos un muerto cada dos semanas, más o menos, y la mayoría no pasaba por la morgue. Sin embargo, en las últimas dos semanas llevamos 25 muertos (20 por Covid 19, uno de ellos fue Antonio Bolívar Salvador, el actor de El Abrazo de la Serpiente), y en nuestra otra mitad, Tabatinga, ya son 30 los muertos durante el mismo periodo de tiempo. En total más de 50 en las “dos ciudades”.
Los técnicos las llaman ciudades gemelas. Se equivocan. Si ustedes ven una imagen de satélite en Google se darán cuenta que es absolutamente imposible hacer una diferencia. Lo mismo le pasa a la vida real. En una localidad en donde las familias están compuestas por personas de los dos países, en donde la línea imaginaria de la frontera parte a la mitad casas y negocios, en donde existen casas con la puerta principal en un país y puerta trasera del patio en otro, en donde usted puede ir a un bar en el que las mesas quedan en un país y el orinal en otro; todo lo que ocurra de un lado, afecta al otro. Es nuestra casa y una casa no puede dividirse imaginariamente. No funciona.
Es cierto que existen un aeropuerto, un batallón o una alcaldía a cada lado y quizás a eso refieren quienes hablan de gemelas, pero la cotidianidad y la vida, son las de una sola ciudad.
Esa es la situación en la capital pero además tenemos miles de kilómetros de fronteras con los hermanos países de Brasil y Perú a lo largo de los cuales hay decenas, sino cientos de pequeñas comunidades y poblaciones de lado y lado, cuyo pobladores también tienen las familias y la interdependencia en ambas orillas.
De los aproximadamente 79.000 habitantes que somos, cerca de la mitad es población indígena; una parte de ella está en Leticia o cerca de ella en las riberas del río Amazonas y la otra dispersa a lo largo y ancho de los 110.000 kilómetros cuadrados que conforman el departamento más grande del país. Pero también el de más difícil acceso.
Hasta el pasado 3 de mayo de 2020 Colombia tenía una incidencia de 153 casos positivos de Covid 19 por cada millón de habitantes, para el Amazonas colombiano era de 2.303 casos positivos por millón de habitantes, es decir 15 veces más (aunque para cuando lean esto ambas habrán aumentado). Por alguna razón que desconocemos, aunque quizás tenga que ver con el hecho de que estemos alineados geográficamente con las ciudades que en sus respectivos países también presentan la mayor incidencia (Guayaquil, Iquitos y Manaos), la evidencia indica que seremos, al igual que esas ciudades, golpeados antes y más duramente que el resto de los respectivos países por esta pandemia.
Actualmente en el Amazonas colombiano contamos con un Gobernador y un Alcalde médicos. Pero no son ellos los que gobiernan. Existe un nutrido grupo de narcocontrateros (narcotraficantes, contratistas y rateros simultáneamente) que tienen secuestradas las arcas y las decisiones del departamento porque fueron ellos los que financiaron las campañas de nuestros gobernantes. Han aprovechado para hacer la fiesta de la contratación en las actuales circunstancias. Vemos con horror, por ejemplo, a un excontratista de andenes, que nunca cumplió, recibir un contrato de cientos de millones para proveer equipos médicos que promete entregará en tres meses, como lo estipula la cláusula respectiva.
De todo lo anterior alertamos al Gobierno central y, hasta la semana pasada nos quejábamos de abandono por parte del Gobierno.
El excelentísimo señor presidente, Iván Duque, prometió, no solamente ayudarnos, sino que nos visitaría el pasado domingo 3 de mayo. Por razones de última hora debió cancelar el viaje, pero nos envió al Ministro de Salud, doctor Fernando Ruiz Gómez.
El comunicado del Ministerio de Salud al respecto se titula: “La comunidad debe apoyar las acciones del Gobierno para superar esta contingencia”. Las acciones del Gobierno en el departamento han consistido en un conjunto de medidas inconsultas, autoritarias, cambiantes, muchas de ellas contradictorias y, en algunos casos nefastas como por ejemplo la expedición de decretos para el aislamiento, obligatorio inicialmente en el caso de los mayores de 70 años y al día siguiente el anuncio de la liberación de subsidios y pensiones para los mismos con la exigencia de que se presenten en los bancos, cédula de ciudadanía en mano. Las filas y la aglomeración duraron todo el día.
Nadie ha explicado en medio masivos de qué se trata la situación, por qué hay que hacer lo que hay que hacer o cómo se resolverán problemas como aislarse en casa y no tener qué comer. Las personas ven aterradas en los noticieros lo que está pasando en otros países, ven en las redes las informaciones y desinformaciones y sacan conclusiones, pero la comunicación del Gobierno hacia la ciudadanía es completamente nula.
El desprecio de los gobernantes por la gente es total. Como si consideraran de antemano que no somos capaces, de razonar, de aportar y de actuar. Es decir, como nos han tratado siempre.
El sentido común nos dice que al contrario de lo que reza el título de este comunicado de prensa, lo obvio sería que el Gobierno concertara con la comunidad lo que se debe hacer explicándole el por qué, y que fuera el Gobierno el que apoyara a la comunidad para que ejecute las acciones pertinentes y no al contrario. Debería haber una comunicación fluida y permanente. En nuestro departamento la promoción de las medidas de distanciamiento social la hacen algunos empresarios dentro de sus pautas publicitarias en la emisora local, pero del Gobierno, ni una sola palabra.
Según el comunicado los objetivos de la visita eran tres: “analizar el plan Amazonas, entregar insumos de protección y hablar con autoridades y población”.
Aquí estamos bastante acostumbrados a ver personas que llegan de afuera a tomarse fotos e irse satisfechas, hace parte importante de nuestra economía, pero jamás se nos hubiera pasado por la cabeza pensar que el señor Ministro se tomara el trabajo de movilizar un jet de la fuerza aérea para venir a hacer lo mismo; a tomarse fotos. No es ironía, es la trágica verdad.
Lo primero que planteó el señor Ministro al llegar fue el desafío de poner a funcionar el hospital local que, tras haber sido saqueado sistemáticamente por los gobernantes de turno durante los últimos treinta años, es poco menos que un antro, como se puede corroborar en las imágenes de los noticieros, aunque comparado con el hospital de Puerto Nariño y con los Centros de salud de los nueve corregimientos, es un palacio.
El Hospital fue intervenido tres días antes por la Superintendencia Nacional de Salud, entre otras cosas, por las denuncias de los médicos quienes presentaron renuncia masiva recientemente argumentando que pretender afrontar tamaña emergencia con las condiciones a las cuales están sometidos, no solamente ponía en riesgo sus propias vidas, sino que los convertía automáticamente en sicarios del sistema si engañaban a la comunidad haciéndola creer que podían hacer algo por ella con esos equipos inservibles y esos recursos inexistentes.
El señor Ministro manifestó a su llegada: “Vinimos a revisar la situación del Amazonas, de las comunidades indígenas, todo lo que tiene que ver con afectación por Covid 19, revisaremos también el plan de contingencia que se estructura desde el Gobierno departamental y la Alcaldía”.
Sin embargo no quiso hablar con representantes de la comunidad, mucho menos de las comunidades indígenas, no aceptó una rueda de prensa con los medios locales (ni siquiera les permitieron estar presentes durante la visita al hospital) y el único ciudadano que tuvo acceso al señor Ministro y eso en su calidad de funcionario fue el Contralor quien en presencia del Gobierno denunció y presentó las pruebas de una extensa lista de contratos (5000) que ha realizado la administración por la emergencia actual y que a pesar de la mortalidad galopante no se cumplen.
El “plan de contingencia que se estructura desde el Gobierno departamental y la Alcaldía” es, hasta el momento un secreto porque nadie lo conoce. No entendemos que la contingencia es solo para el hospital o si, por el contrario, es para todo el territorio, incluyendo sus pobladores.
En lo referente a los insumos que trajo el señor Ministro tenemos varias observaciones porque diera la impresión que las políticas del Ministerio no están en todo de acuerdo con el consenso científico mundial:
Sopesábamos la idea de proponer al Ministro (si hubiéramos podido acceder a él) que ya que el resto del país tiene un poco más de tiempo pudieran proveernos de 500.000 tapabocas, considerando que son desechables pero muy efectivos para frenar la circulación del virus en el ambiente (protege a los demás de que la persona que lo usa y pueda tener el virus, se lo transmita) podríamos distribuir progresivamente 300.000 en el departamento y entregar, a cambio de la promulgación de un instrumento legal que vuelva obligatorio su uso, 200.000 a Tabatinga, pues sabemos que de poco sirve lo que hagamos nosotros si no lo hacemos todos. Pensábamos que eso nos podría dar unos 20 días de la efectiva disminución de la circulación del virus que moderaría un poco la curva mientras se buscaban más e implementaban otras medidas. Nos quedamos sin palabras cuando el comunicado de prensa del Ministerio de Salud anunció que el Ministro nos traía 375 tapabocas y anunciaba el envío de otros 3.500 próximamente.
Sabemos que una forma, obvia, fácil y necesaria de detectar y aislar a los afectados y de rastrear a sus contactos es la toma de temperatura en múltiples puntos de circulación de personas además de las instituciones de salud. Por tanto los termómetros son tan importantes para intentar controlar la pandemia como los respiradores para intentar salvar la vida de los pacientes más críticos. Calculamos que necesitamos 2.000 termómetros para todo el departamento. El señor Ministro nos trajo uno.
En cuanto a los vestidos de protección personal es necesario hacer notar que si están fabricados de papel transparente, aún siendo de color blanco, no son de bioseguridad sino más bien una bio-trampa por la falsa seguridad que pueden generar, ya que son perfectamente permeables al virus.
Cabe anotar que los 125 litros de gel antibacterial, como su nombre lo indica, están hechos para matar bacterias y no le causan daño a los virus, para poder degradar o desactivar a estos últimos se necesita algo que disuelva su cubierta lipídica como el gel de alcohol (como mínimo al 60%) o, como el único galón de hipoclorito que nos trajo el señor Ministro -en eso sí acertó-.
Anuncia el comunicado que próximamente nos enviarán 3.500 unidades de gel pero no especifica si se trata del antibacterial, además, entre otras cosas, de hidratante corporal y de protector solar cuya utilidad no logramos entender.
Nos anuncian también que entre los meses de mayo y julio nos enviarán más de los mismos insumos por un valor de $17’325.569. Al comparar los precios estipulados con los precios locales sugerimos que tales elementos sean adquiridos en una de las droguerías de nuestra ciudad, con lo cual podrán ahorrarles el 50% del costo a los colombianos.
Con una tercera parte del valor del contrato firmado recientemente por el Excelentísimo Señor Presidente para mejorar su imagen en las redes sociales o con una quinta parte de lo que sean robado nuestros gobernantes y sus capataces en lo que va de este año podríamos tener los 500.000 tapabocas, los 2.000 termómetros infrarrojos y los 1.000 pulsioxímetros que necesitamos para intentar incidir en la circulación del virus en la comunidad. Sin contar claro, los equipos e insumos para las instituciones de salud.
Es obvio que el virus no es un enemigo; no tiene malas intenciones por la sencilla razón de que no tiene intenciones. Es un fenómeno de la naturaleza, solamente un virus que produce una enfermedad que se volvió una pandemia que mata a un porcentaje de la población. Los que saben de virus son los virólogos, los que saben de su tratamiento son lo médicos y los que saben de epidemias son los epidemiólogos. Son ellos los que deben decirnos qué está pasando, por qué, qué puede llegar a pasar y cómo se puede paliar o evitar. No los políticos, ni los empresarios, ni los corruptos. Debería ser la sociedad en su conjunto (oportuna y transparentemente informada) la que, a través de sus líderes y representantes, decidiera las acciones a seguir. Y lo que debería hacer el Gobierno es poner todos los recursos y los esfuerzos para apoyar a esa sociedad en sus acciones y servir de factor de cohesión y no lo contrario.
Quizás lo que algunos compatriotas no entienden es que se trata de un fenómeno de la naturaleza y, con la naturaleza no se juega, no hay trucos; no se altera su curso por decreto, no se puede manipular a través de los medios de comunicación, no se la puede forzar por medio de influencias y, sobre todo, no se la puede sobornar. Si no actuamos solidaria, oportuna e inteligentemente; tarde o temprano, todas las familias vamos a poner nuestros muertos.
Queremos invitar a los periodistas, a los escritores y a los cineastas para que documenten este realismo trágico que es el cáncer de nuestro país y que está matando a los actores de nuestro querido realismo mágico que somos todos los demás.
Exhortamos a las regiones que no están dominadas por las mafias y que tuvieron el acierto de elegir gobernantes honestos, conscientes y consecuentes a solidarizarse con ellos para convenir las acciones que sean necesarias para paliar esta dolorosa situación en la que todos estamos poniendo muertos.
AMAZONENSES PERPLEJOS E INDIGNADOS