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A la Revista Semana sobre la defensa del azúcar y la panela

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Imagén_Congreso

Bogotá, 10 de agosto de 2015.

Doctor

Felipe López Caballero

Semana

Ref. Semana debe aceptar en dónde está el centro del debate económico

Cordial saludo:

No debería sorprender a Semana que el Polo y este senador no arremetiéramos contra la producción de los ingenios azucareros en el debate en el Senado y que en mi intervención no hubiera actuado como “verdugo” de esos empresarios, porque rechacé las pretensión de Juan Manuel Santos y de Cecilia Álvarez de desproteger el azúcar nacional frente al extranjero, ataque dirigido también contra los paneleros.

Porque Semana tiene el deber de saber que en toda mi vida política y en especial desde la apertura de Gaviria he defendido la producción empresarial contra las políticas que le han provocado daños muy graves –los TLC, por ejemplo–, de acuerdo con verdades que hoy señalan la SAC y la Andi. Más de mil artículos míos en La Patria desde 1989, media docena de libros y centenares de conferencias y debates en el Senado deberían ser suficientes para que se supiera que nunca he expresado ni una palabra en contra de la existencia de la producción empresarial, aunque también defienda la artesanal y la campesina.

Tan equivocado es afirmar que el Polo y este senador queremos destruir la producción empresarial porque buscamos el mejor nivel de vida del pueblo, como que estamos contra la gente porque defendemos la producción empresarial. Porque todo progreso social depende de la cantidad de riqueza que pueda crearse y porque en las quiebras sufren los empresarios y los obreros, a quienes incluso les va peor porque terminan en la economía del rebusque. No sobra agregar que una mayor capacidad de compra ciudadana amplía el mercado de toda producción industrial y agropecuaria.

Ante su interés por la suerte del capitalismo en Colombia –doctor López–, es obvio que hay dos situaciones. La del colombiano, que nunca han dejado prosperar en serio las políticas definidas, y la del extranjero, que en particular desde 1990 prospera contra el nacional porque por norma va unido a imposiciones que implican no sumarle al esfuerzo nativo sino anquilosarlo o destruirlo. Y dicha situación, que lastra el desarrollo en su conjunto –según prueba un producto per cápita de apenas ocho mil dólares– no hay que imputársela al Polo, sino a los partidos políticos que han mal gobernado el país.

Luego los polistas libramos con los neoliberales un debate –que Semana debería reconocer a partir de sus verdades– sobre cómo aumentar la generación de riqueza dentro de Colombia, discusión que también pretende silenciar la matonería pro extranjeros de Gabriel Silva y Cecilia Álvarez.

Atentamente

firma robledo

Polo Democrático Alternativo