Jorge Enrique Robledo
Bogotá, 18 de noviembre de 2005.
En los últimos debates que he tenido con partidarios del TLC, entre ellos dos en universidades con bien informados ex ministros, estos han afirmado que el Tratado no le provocará pérdidas al país pero que tampoco le generará ganancias más allá de las rebajas de aranceles a las exportaciones a Estados Unidos que Colombia tiene con el ATPDEA, a lo que se le agregará, como ganancia adicional –dicen–, que dichas rebajas serán permanentes. Algo similar ha expresado Álvaro Uribe Vélez, el verdadero jefe de la negociación, y más ahora que pasaron las decisiones de la instancia “técnica” a la “política”. Quien conozca el tema tendrá que aceptar que esas apreciaciones son cercanas a la verdad, por lo menos en cuanto a lo que puede conseguir Colombia.
El problema que tienen con esta tesis es que ella también sirve de prueba reina para no firmar el TLC. Pues permutar TLC por ATPDEA, cambio que al iniciarse la última ronda de negociación Estados Unidos todavía no aceptaba, convertiría al país como un todo en indudable perdedor por dos enormes razones fáciles de explicar.
Primera. Porque lo que hoy es el ATPDEA, con algunos avances menores, viene desde 1992 y se llamaba el ATPA, de donde se concluye, tras un período de experimentación suficiente, que no saca a Colombia de la crisis, como bien lo muestra la pobreza en la que subsisten treinta millones de colombianos. Entonces, a quienes les parezca mucha gracia que el TLC convierta en permanente el APDEA es porque no aspiran a que el país resuelva sus problemas, seguramente porque no pertenecen a los que sufren las peores consecuencias del modelo neoliberal y tampoco quieren hacer suyos esos problemas.
Segunda. La suposición de los ex ministros de que el TLC le servirá a Colombia para conseguir de manera permanente, y gratis, lo que tiene en el ATPDEA, carece de todo fundamento. Porque se sabe que Estados Unidos, como lo reconoce el gobierno de Colombia, cobrará bien caro por lo que entregue en el TLC, sean las preferencias del ATPDEA o estas y un poco más, o un poco menos, porque esto último también puede suceder. Luego la cuenta que tienen que hacer los partidarios del TLC no es la de ATPDEA mano a mano por TLC, sino la de esa permuta más los enormes costos adicionales que Colombia pagará con agro, industria, telecomunicaciones, mercado andino, propiedad intelectual, precios de los medicamentos, derechos de los inversionistas, compras estatales, más privatizaciones, servicios transfronterizos, solución de controversias, facilidades a los especuladores, política tributaria, rigidez cambiaria y financiera, avasallamiento cultural, cuota de pantalla, soberanía nacional, etc., etc., etc., etc., etc. Y Colombia, como si fuera poco, convertiría en irreversible todo lo que entregó gratis desde la introducción del neoliberalismo en los años noventa, pérdida que también hace parte del “libre comercio” y que debe contabilizarse a favor de Estados Unidos.
Es fácil entender por qué las preferencias arancelarias del ATPDEA no son capaces de sacar al país de la debacle. Colombia solo produce una porción ridículamente pequeña de lo que importa Estados Unidos y la parte principal de lo que le exporta, con o sin ATPDEA, entra y entrará con cero arancel a ese país. Los aranceles en Estados Unidos son bastantes bajos, con un promedio general de 2,3 por ciento. Las barreras sanitarias, uno de los principales instrumentos de protección del Imperio, se mantienen y se mantendrán incólumes. En otros pocos productos en que Colombia podría competir, como el azúcar, las cuotas prohibitivas no dejan aumentar los despachos. Y son muchos los países que pagan peores salarios que Colombia, lo que les da ventajas a la hora de venderles a los gringos.
Para lo que sí ha servido el ATPDEA muy bien ha sido para acoyundar a Colombia a los intereses estadounidenses, por la vía de constituir un poderoso grupo de presión al que lo único que le importa es que se mantenga el ATPDEA, así el TLC le genere graves daños al país, porque con esa permuta gana. Ahora sí se entiende mejor por qué Estados Unidos concedió “gratis” el ATPDEA y aparece otra razón para preguntarse: ¿por qué negociantes tan avezados como los que gobiernan en Colombia caen en trampas como esta, apenas buena para cazar inocentes palomas?