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A la memoria de Rodrigo Saldarriaga Sanín

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RodrigoGustavo Triana, secretario general del PDA, Medellín, junio 26 de 2014

Compañeros dirigentes, militantes y simpatizantes del Polo; compañeros de las organizaciones políticas y sindicales; familiares y amigos de Rodrigo; compañeros del Pequeño Teatro, grupo que sin lugar a dudas es la gran realización que identifica la vida y obra de nuestro inolvidable compañero, les presento un fraterno saludo en nombre de todos los integrantes del CEN del Polo y de su presidenta, Clara López.

Rodrigo Saldarriaga incursionó en el arte bajo la influencia de las corrientes de pensamiento más avanzadas de una época rica en sucesos renovadores: el predominio alcanzado por las luchas de liberación nacional que pondrían fin al colonialismo; el repudio a la guerra de Vietnam; el movimiento juvenil contra la guerra y por la paz mundial; los éxitos económicos y sociales de la República Popular China y del campo socialista, entre otros. Y en Colombia, el nacimiento del MOIR, organización en la que nos formamos toda una generación de revolucionarios que hoy hacemos parte del Polo, como una de sus tendencias. Bajo la guía ideológica de Francisco Mosquera y en Antioquia, bajo la orientación de Felipe Mora, el MOIR planteó un rotundo rechazo a la lucha armada y a sus ya degradados métodos. Le señaló a la izquierda la importancia de la lucha política electoral y lo urgente de organizar a los trabajadores, los estudiantes y los campesinos para la búsqueda de las transformaciones sociales. Apoyó las protestas ciudadanas y se trazó como meta conformar una gran coalición que pudiera conquistar la soberanía nacional, sacudirse la coyunda imperialista de Estados Unidos y establecer un gobierno democrático y representativo de todas los sectores sociales con arraigo en el país. Estas definiciones programáticas y tácticas marcaron el quehacer de Rodrigo como artista y como militante político.

Fue en la Universidad Nacional de Medellín, siendo estudiante de arquitectura, donde Rodrigo Saldarriaga se sintió atraído por el teatro. Allí comprendió la necesidad de luchar por un arte que reivindicara lo nacional, apoyara las luchas democráticas y les llegara a las masas populares, y a ello dedicó desde entonces todas sus energías. Lo alcanzado por Rodrigo en el terreno de la dramaturgia ha sido de tales dimensiones, que hasta los grandes medios de comunicación se han visto obligados a reconocerlo, medios que usualmente silencian los progresos de lo nacional y democrático y solo aplauden lo que conviene al establecimiento. De ahí el significado de sus menciones.

Rodrigo Saldarriaga se inicia en el arte escénico en el año 1969, bajo la dirección de Jairo Aníbal Niño, otro grande de nuestra cultura. Seis años después funda en Medellín el Pequeño Teatro y como director de esta agrupación, además de actor, escritor y dramaturgo, transita por una larga y fructífera senda, en la que logró reconocimientos nacionales e internacionales. Rodrigo escribió obras de gran contenido, que plasman realidades de lo nacional y regional, montó a los clásicos del teatro universal e hizo versiones de las obras literarias de Juan Rulfo y otros muchos autores.

Su otra faceta, la de militante político, no fue menos fecunda. De hecho, sus enormes realizaciones estuvieron determinadas por la necesidad de ayudar con el arte a la luchas de la nación por la soberanía y la democracia. Su lema era hacer del teatro una herramienta de las masas en un país sin mayor tradición escénica. Dijo textualmente alguna vez: “La acción política más importante que yo hecho en la vida es convertir el teatro en parte de la vida de la gente”. Se requería no solo una gran comprensión política, sino también un gran espíritu de sacrificio para sacar adelante la empresa de llevar el teatro a las veredas, caseríos y municipios en todos los departamentos del país, a las carpas de los obreros en huelga, a las universidades y colegios, a las rancherías de pescadores, empleando los troncos caídos a manera de asientos. Es digna de resaltar su gira por los municipios de Santander, junto con el Teatro Libre de Bogotá y el maestro Germán Arciniegas, en las celebraciones del Bicentenario de la Revolución Comunera.

Ya reconocido como uno de los pilares de la cultura en su departamento, no dudó un segundo Rodrigo Saldarriaga en comprometerse en las tareas unitarias de organización, finanzas y proselitismo electoral en las que participó nuestra tendencia, el MOIR, antes de la fundación del Polo Democrático Alternativo. Ya en las huestes polistas, Rodrigo desplegó con entusiasmo y dedicación todas sus dotes y asumió en dos ocasiones la candidatura del Polo a la Gobernación de Antioquia con excelentes resultados, siempre firme en la difusión del Ideario de Unidad y consciente de la necesidad de acrecentar la resistencia contra las políticas imperialistas que los gobiernos de turno han venido imponiéndole al país a lo largo del último siglo. Su dedicación y capacidad lo hicieron merecer la dignidad de encabezar la lista del Polo a la Cámara de Representantes en Antioquia, tarea que terminó siendo su última y triunfal batalla.

En la difícil pero dignificante tarea de rememorar las loables realizaciones de su vida y su obra, no se puede pasar por alto su permanente preocupación por transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones. Ahí está la Escuela de Formación del Pequeño Teatro y el testimonio de los jóvenes polistas que conocieron de sus llamados a estudiar y a formarse políticamente a fin de asumir con efectividad el cúmulo de tareas que la lucha política nos exige. Su vida muestra cómo logra un artista dedicar todos sus mejores esfuerzos a servirles a los más caros intereses de la nación y el pueblo. La suya es una conducta ejemplar para los miles de intelectuales que hoy se acercan a las luchas democráticas, alarmados ante el desastre causado por Santos y sus antecesores, puestos siempre e incondicionalmente al servicio de Estados Unidos y las multinacionales. En homenaje a Rodrigo Saldarriaga, debemos asumir el propósito de entusiasmar a tantos intelectuales que hoy nos miran con simpatía para que aporten con sus luces y conocimientos a los objetivos supremos que los polistas nos hemos fijado en el Ideario de Unidad.

La vida y obra de Rodrigo Saldarriaga es digna de ser emulada por todos los patriotas que sin mezquindad alguna abrazan la lucha por tan caros propósitos.

Este párrafo de su libro Tercer Timbre resume las calidades humanas y el compromiso militante de Rodrigo: “Creo haberle sido fiel a mis principios, a mi partido y a mis muchas pasiones; haber buscado la Armonía, seguido con pasión el norte de la Utopía y disfrutado la vida. Por desgracia o por fortuna me tocó vivir en la época del neoliberalismo, la más triste de la humanidad: el arte y el humanismo apaleados y apabullados por la ideología del consumismo, por la cantinela de la Dama de hierro y del vaquero impúdico del macartismo de ’lo que no renta, no sobrevive’. Los paradigmas del arte y la cultura, de la solidaridad, de la igualdad y la paz, hijos de las derrotas de las dos confrontaciones mundiales del siglo XX, fueron trocados por un nihilismo hirsuto, por un espectáculo vacío, por la industria del entretenimiento. Pero ’se cantará también sobre los tiempos sombríos’ y el teatro, tan parecido a la vida como la vida misma, brillará una vez más como lo ha hecho tantas veces, para de nuevo maravillarnos con sus poetas y conmovernos con sus intérpretes”.

Gloria a la memoria de Rodrigo Saldarriaga Sanín !