Transcripción:
Está demostrado que en el mundo hay un fenómeno llamado calentamiento global, de aumento de la temperatura de la tierra. Y que el mundo tiene que definir una política de transición energética, o sea, de hacer cambios en la energía que se utiliza para que ese fenómeno del calentamiento se ponga bajo control.
Esto tiene origen en el consumo principalmente de combustibles fósiles (petróleo y carbón), que producen carbono. También tiene que ver con la producción de metano. Y con la deforestación que indirectamente causa el problema.
Este calentamiento global genera aumentos en el nivel del mar, con inundaciones, genera sequías e inundaciones en las zonas continentales, daños en las cosechas, en los cultivos, nuevas enfermedades en las personas, animales y plantas. Estamos hablando de un problema complicado.
Resolverlo tiene de entrada una especie de paradoja y es que esos gases de efecto invernadero tienen que ver con actividades económicas que generan bienestar, porque a partir de su generación se produce hierro, cemento, plásticos, electricidad, transporte de todos los tipos, insumos agrícolas, alimentos, etc.
Entonces digamos que resultan beneficiosos para el funcionamiento de la Humanidad. Además son baratos. Es una característica que tienen: son relativamente baratos de producir, de transportar, de almacenar etc.
Son baratos con una advertencia, porque nadie contabiliza el impacto ambiental, los daños ambientales que producen. Eso no se contabiliza.
El otro lío para resolver este asunto sus sustitutos tienen limitaciones, o sea, utilizar la energía eólica que funciona o la energía solar que funciona, tiene una serie de limitaciones que al final lo que conduce es a que los sustitutos o la sustitución de estos métodos tradicionales resulte ser más costosa que seguir haciendo las cosas como están. Porque, repito, nadie contabiliza el costo del impacto ambiental de lo que se está haciendo. Pero, bueno, esa es la realidad. Entonces aquí hay una conclusión que ya se ha sacado y que es clara: esta transición energética que hay que hacer no es fácil de hacerla, por las realidades que acabo de explicar, por lo que seguramente nos vamos a demorar décadas. El que diga que esto lo vamos a resolver en uno o dos gobiernos está echando cuentos.
El otro asunto para entender este fenómeno es que la situación de cada país es distinta. No son iguales todos los países. En primer término, Colombia no es victimario sino víctima del calentamiento global. Explico que quiero decir: hay 20 países, las grandes potencias económicas que generan el 80 por ciento de los gases de los gases de efecto invernadero, porque son mucho más generadores de producción y de riqueza y utilizan más productos que producen gases de efecto invernadero.
Cuál es el caso de Colombia. El aporte de Colombia a los gases de efecto invernadero a escala global es de apenas el 0,53 por ciento del conjunto del total mundial y con la mitad de esa cifra aportada deforestación y el mundo agrario, sea que ni siquiera con el desarrollo industrial. Entonces Colombia, insisto, es víctima de este fenómeno y no victimario.
Y agrego una cosa, si las potencias que son las que causan el problema no lo resuelven, pues Colombia sola no lo puede resolver. Es absurdo pretender que Colombia pueda resolver esto sola.
Yo estado en esta lucha ambiental desde siempre y he sido muy crítico de la política minera que se utiliza en Colombia. No sólo porque en no pocos casos hay graves daños ambientales, sino porque aquí el libre comercio, los TLC, han utilizado la minería como una manera no de respaldar el desarrollo industrial y agropecuario sino como una forma de poder destruir la industria y el agro que disque para reemplazarla con minería
Pero que la política minera e industrial y agropecuaria del país éste mal planteada no puede llevarnos a decir que entonces Colombia debe renunciar a producir petróleo. Eso sería un absurdo porque hoy por hoy la economía colombiana recibe grandes beneficios de las exportaciones, de los dólares que conseguimos exportando petróleo y exportando carbón. Esas son la realidades que allí están y que se tienen que atender con rigor y con seriedad.
Dejar de exportar petróleo no nos resuelve ningún problema y si nos golpea nuestra economía. Lo mismo sucede con dejar de explorar, entre otras cosas por esto: porque Colombia puede dejar de producir sus hidrocarburos pero no de consumirlos porque se le paralizaría su economía. Nos tocaría entonces importarlos. El daño ambiental sería el mismo, el aporte a los gases de efecto invernadero sería el mismo, pero además tendríamos las pérdidas económicas
Colombia debe hacer parte de la transición energética. Lo primero, debe disminuir la emisión de gases de efecto invernadero en la medida en que le sea posible y debe adentrarse en el mundo de la energía solar y de la energía eólica, no tengo la menor duda. Electrificar procesos también es positivo. Pero lo primero que tiene que hacer es reducir la deforestación, que aporta una cantidad bien importante del problema y que es relativamente barata de hacer.
Al mismo tiempo, no sólo atender el problema de los gases de efecto invernadero sino que hay que mitigar los efectos del calentamiento global que ya se están produciendo. Y ahí hay que poner el énfasis principal. De nosotros no depende que se acabe el calentamiento global, pero de nosotros sí depende que mitiguemos bien en el agro, en la industria, en las costas, en todo lo que haya que trabajar en este sentido. En la salud, en el manejo del agua de las inundaciones y las sequías, con el control de las plagas y de las enfermedades.
Hay algo más que debe hacer Colombia porque nosotros no somos victimarios sino víctimas del problema. El Estado colombiano debe unirse en una gran campaña global con los demás gobiernos del mundo, exigiéndoles a las potencias que producen este fenómeno, que hagan las controles que tienen que hacer, hagan la transición que tienen que hacer y que no están haciendo.
Bogotá, 21 de agosto de 2021.